Utilicemos el lenguaje para disminuir la violencia

¿Es apropiado hablar con groserías, insultarnos unos a otros, burlarnos de los demás, herir con las palabras? El lenguaje también es un instrumento de la violencia, de violencia psicológica, y es una de los más dejan rastro de los individuos, y una vez que es ejercida está se siguen con los demás tipos.

Frases cómo:

  • Ojalá fueras tan aplicado como tú hermana.
  • No sirves para nada.
  • Qué gorda de te ves.
  • Las mujeres sólo para la cama y la cocina
  • ¡Eres un fracasado!
  • No puedes hacer nada bien
  • No aguantas nada, pareces vieja.
  • ¿Ya te vas a poner a llorar?

Lista que podríamos hacer infinita si recordamos cada frase con las que nos han insultado o hemos insultado a otras personas. De este juego nadie se salva.

Pensar antes que hablar

Acción muy compleja, sobre todo cuando estamos enojados, o nos sentimos estimulados por otros para insultar, advertir o burlarse de alguien más, lo que poco a poco va normalizando la violencia en nuestro trato cotidiano.

Hay muchas escenas familiares en nuestra memoria que vienen a cuenta cuando nuestros padres, hermanos, abuelos, tíos o primos nos violentaron con la palabra, pero eso no paró ahí, pueden venir otras escenas a cuenta de nuestra memoria donde nuestros amigos y compañeros de la escuela lo han hecho también, y reconocer que nosotros también hemos violentado a otras personas con nuestro lenguaje.

  • Una maestra le pidió a uno de sus alumnos, que no volviera a insultar a sus compañeras. El chico constantemente les decía a sus compañeras que estaban «gordas y que nadie las iba a querer jamás.» , mientras otros compañeros se reían. La maestra le llamó rápidamente la atención, pero el chico no cambiaba su actitud. La maestra llamó a sus padres para saber qué pasaba con el chico, porque era tan violento… La respuesta la obtuvo inmediatamente, al verlos llegar, donde el padre empujaba a la madre y le decía «a ver con que nos sale la pin$%/ maestra, pero la culpa es tuya porque no cuidas al niño.»

Escena como esta nos ayudan a entender uno de los escenarios donde se gesta la violencia, mismo que podríamos trasladar a una junta de trabajo.

  • ¿Qué rayos pasa contigo Pedro? Llevo días pidiendo el mentado reporte, que tu vieja no te da desayunar, ve ni siquiera te plancha las camisas. Tú Marcela, qué pasa, se ve que no puedes con el trabajo, no más pides y pides permiso para ver tus hijos,

En estas dos situaciones no fue necesario golpear físicamente a alguien o sacar una pistola y matarlo, para advertir la violencia, esta se dio sólo con el poder de la palabra con la cual se dejan huellas profundas en la memoria y la autoestima.

El 5 de noviembre de 2022, se reportó que un niño de 11 años de Caucel Pueblo se había quitado de la vida, de acuerdo con varias notas periodísticas, los vecinos de la zona coincidían que continuamente sus familiares lo insultaban. 

La cultura, la violencia y la lengua tienen un estrecho vínculo, razón por la cual a través de esta última se puede prevenir el fenómeno de la agresión ¿cómo se limita ello?, con la disminución de las aseveraciones y el incremento de las preguntas. En lugar de asegurar: ¡no lo cumples!, ¡llegaste tarde!, puede preguntarse: ¿por qué no has cumplido?, ¿sucede algo por lo que has llegado tarde?, es justo lo que dijo Sócrates: “la solución es la pregunta”.

Margarita Palacios Sierra, investigadora e escritora mexicana

Si medimos nuestras palabras tendremos, la oportunidad de mejorar la convivencia en todos nuestros ámbitos, se trata de cuidar el lenguaje y ser empáticos desde el hogar hasta con los extraños en la calle, y con ello revertir la violencia por una cultura de paz.

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