La infancia actualmente, mucho que aprender

Las niñas y los niños celebran un día la etapa de su infancia, el 30 de abril de cada año nos preparamos para hacer sentir a los menores que son especiales e importantes, en las escuelas se realizan celebraciones y actividades, algunas familias les entregan regalos y en muchos espacios públicos se generan dinámicas para que sientan la importancia de vivir la niñez.

Mirar a los actuales infantes con la mirada puesta en la memoria de quienes fuimos puede ser un arma de doble filo, al igual que nuestros padres dimensionaron su generación diferente a la de sus padres y nuestros abuelos a la de los suyos, nos encontramos en un momento en el que las y los adultos comprendemos algunas cosas de la infancia actual, pero otras son enigmas que muchas veces ante el profundo desconocimiento y lo mucho que nos confronta optamos por cerrar los ojos y mirar hacia otro lado.

Lejos de comparar la infancia del ayer con la infancia del hoy, hacer juicios de valor por aquello que consumen, escuchan, imitan, les gusta, desde los ojos prejuiciosos y condenatorios, debemos hacer un análisis de la realidad profundo y comprometido del mundo que les toca vivir a nuestras infancias.

Un mundo complejo

Estimulados continuamente por las múltiples tecnologías, nuestra infancia se ve cargada sobre todo de información. Acumula una serie de datos, imágenes, noticias y un sinfín de cosas más, a la que nosotros no estuvimos expuestos. Quizá los memes reúnen de manera superficial esa diferencia cuando hacen evidente que nuestra televisión constaba de 4 ó 6 canales a lo mucho, comparativamente al streaming y a la posibilidad de en una sola plataforma encontrarse más de 2000 opciones para elegir, debe ser abrumador. Pero nuestras infancias también aprenden lo que nosotros no supimos, a través del uso de las mismas tecnologías, observan el mundo, lo analizan y buscan integrarse en él, de manera consciente y asertiva. Creadora.

Nuestras niñas y niños crecen en un mundo donde tecleando bullying pueden verlo en video, ya sea para librarse de él o para perpetrarlo. Crecen en un mundo donde la guerra es un tema cotidiano, donde la violencia parece haber perdido su gravedad, donde parece que a nivel de justicia social en las naciones nada cambia y se sigue viviendo en países de carencia y precariedad. La violencia del mundo los expone a ser víctimas de abusos y explotación, muchos de ellos crecen desde el primer entorno en medio de situaciones límite que los marcan de por vida.

Compartir el mundo de la infancia actualmente es ante todo una tarea de escuchar y observar, alejarnos de la idea de “los niños en mi tiempo” o “cuando yo era chica” para poder asombrarnos con ellos y al mismo tiempo ser los adultos que necesitan para acompañarles en procesos de dolor, angustia y confusión.

La infancia en Yucatán

Más allá de las cifras que pueden ser consultadas, comparadas y cuestionadas, muchas veces según el partido que se encuentre en el poder, la evidencia de lo que a diario observamos no deja lugar a dudas; la infancia en nuestro estado está lejos de ser la idílica que vemos en postales que retratan niñas sonrientes con su terno de gala y su cabecita llena de flores o el muchachito alegre que agita el pañuelo. Tristemente en nuestro estado las niñas y los niños siguen expuestos a lo peor de la marginación: violencia, alimentación deficiente, falta de acceso a servicios de salud, vivienda precarizada, escolarización inconclusa y múltiples problemas de salud.

En Yucatán muchas niñas y niños siguen estando en riesgo de situaciones que los llevan a tomar decisiones basadas en la supervivencia ante la falta de opciones. El embarazo adolescente sigue siendo un problema al que de raíz no se ha logrado desterrar, niños criándose entre niñas o niños que tienen que asumirse jefes del hogar cuando todavía se encuentran en etapa formativa, nutren estadísticas que remiten a un espiral, un círculo vicioso que parece no detenerse.

Otro aterrador panorama en nuestro estado es el suicidio, que lamentablemente cada vez alcanza a menores de menor rango de edad y que deja una estela de dolorosas preguntas en la población. ¿En qué condiciones se encuentra menores de 11, 12, 13 ó 15 años para decidir ponerle fin a su vida?

Basta darle una mirada a las cifras de estos primeros meses del año, en especial a este abril de 2024, tan desolador: Nota de Aarón Montero en Diario de Yucatán, Preocupante crisis en Yucatán: suicidios en menores de edad. https://www.yucatan.com.mx/merida/2024/04/24/preocupante-crisis-en-yucatan-suicidios-en-menores-de-edad.html

Hay mucho, muchísimo, que hacer para comprender a nuestras infancias y garantizarles una convivencia y un crecimiento en un entorno ante todo de seguridad y pertenencia.

Aprender de la infancia

La otra cara de la moneda es que ante un mundo complejo donde los adultos no tienen capacidad para imaginarlo distinto, las infancias comienzan a tomar la voz que siempre han tenido, pero que nuestro mundo adultocentrista se ha encargado de acallar e ignorar. Van encontrando sus propios mecanismos no sólo de supervivivencia y resistencia, sino de exposición de sus anhelos y demandas.

Comienzan a ser cada vez más contundentes en hacernos saber lo que son, lo que requieren, necesitan y exigen.

Van siendo conscientes de que no aceptan ser catalogados o etiquetados como problemáticos, enajenados, indiferentes, flojos, incapaces, caprichosos. Somos adultos e infancias quienes conjuntamente debemos ir dejando fluir las voces de la niñez para ser asimiladas como parte de un mundo global en el que sus necesidades y acciones son producto de lo que históricamente hemos ido generando y que la atención, observación y escucha activa son el mejor aliado que tenemos para darles el lugar que merecen lejos de un romantizado día del niño lleno de burbujas.

Daniela Esquivel: Directora de escena, promotora de lectura, profesora y colaboradora de medios digitales. Exploradora gastronómica y lectora incansable. Nómada entre la Gran Tenochtitlan y la Tierra del Faisán y del Venado.

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