Año con año, aumenta la conciencia sobre los daños que ocasiona la pirotecnia, no solo en los animales, sino también en personas vulnerables y el medio ambiente. Las redes sociales se llenan de testimonios de familias cuyos lomitos, michis y otras mascotas viven momentos de angustia, crisis nerviosas e incluso problemas de salud debido al estruendoso ruido.
En el pasado, los muñecos conocidos como «viejos», hechos con ropa vieja y rellenos de explosivos, eran una tradición muy arraigada; solían verse en casi cada esquina durante las fiestas de fin de año. Sin embargo, con el paso del tiempo, esta práctica ha ido disminuyendo. Aunque algunos atribuyen esta baja a las regulaciones legales, también refleja una creciente empatía hacia el sufrimiento que estas costumbres pueden causar a animales y personas.
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El daño de la pirotecnia no se limita a las mascotas. Personas con autismo, bebés, adultos mayores y quienes padecen trastornos de ansiedad son particularmente sensibles al ruido excesivo, lo que transforma una celebración en una fuente de malestar o peligro. Además, la contaminación auditiva y los residuos generados por estas prácticas afectan negativamente al medio ambiente y la salud pública.
En México, incluyendo Yucatán, las autoridades han implementado medidas para controlar la venta y uso de pirotecnia. Para comercializar estos productos, es necesario obtener un Permiso Extraordinario otorgado por la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA). Este 2024, el Operativo de Pirotecnia en Yucatán realizó la vigilancia en puntos de venta ambulantes y zonas de almacenamiento para prevenir accidentes y reducir la contaminación auditiva.
Preservar nuestras tradiciones es importante, ya que forman parte de nuestra identidad cultural y la riqueza de nuestra comunidad. Sin embargo, es fundamental priorizar el bien común sobre aquellas prácticas que dañan a otros. Adaptar nuestras celebraciones para que sean inclusivas y respetuosas no significa olvidar nuestras raíces, sino reinterpretarlas de una manera que cuide de todos los seres vivos y el entorno. Las tradiciones también pueden evolucionar para reflejar una mayor empatía y conciencia social.
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