Perder a un ser amado es uno de los dolores más grandes que se puede vivir a lo largo de nuestra existencia. Es innegable que ante la partida de quienes amamos se vive una serie de emociones y sentimientos tan profundos que durante un tiempo nos sentimos desencajados y fuera de toda dinámica y contexto cotidiano.
Dar el pésame, o recibirlo, cuando hemos sufrido la muerte de un familiar o amistad es uno de los eventos emocionales más desafiantes para nuestra psique y corazón.
Cuando la pérdida de un ser querido es humana, no se pone en duda que el duelo existe y que quien lo está atravesando está padeciendo intensamente de dolor y angustia ante la muerte; no obstante, cuando la muerte no involucra una vida humana las cosas pueden llegar a ser diferentes.
Un duelo es una experiencia universal y una experiencia personal. Es un proceso natural ante la pérdida. Las experiencias individuales varían y son influenciadas por la naturaleza de la pérdida. Existen también diferentes formas de vivir el duelo, así como etapas.
Perder una mascota
Nuestra vida diaria no solamente se acompaña en muchos casos de la presencia de seres humanos, cada vez es más común que las familias integren a su cotidianidad animales domésticos de compañía o animales que pueden convivir con personas de manera habitual.
Anteriormente las mascotas domésticas más comunes, como los perros y gatos, formaban parte de las dinámicas del hogar, pero hoy por hoy existen otras especies como hurones, tortugas, peces, erizos, cerditos, etcétera que forman parte de las familias.
Formar parte de un clan, es precisamente lo que hace que la pérdida de una mascota resulte tan profundamente dolorosa. Su día a día se integra a las actividades de todos los miembros e incluso en muchas ocasiones llegan a ser los protagonistas de la dinámica familiar.
“Andrés y yo decidimos cuidar por un tiempo a la perrita de mi suegra, debido a que ella tuvo una fuerte caída y se lastimó la cadera, mi suegra ya es una mujer mayor y necesitaba apoyo con Melenita su perrita. Nos encariñamos mucho con ella y nuestra vida comenzó a girar alrededor de sus paseos, su baño, sus travesuras y todo lo que tenía que ver con sus cuidados, trajo a nuestra familia muchísima alegría y hoy estamos en espera de adoptar nuestra propia perrita.” Comparte Estela, quien forma parte de un grupo de adopciones responsables que promueve la adopción de perros y gatos que viven en las calles.
Estela cuenta que a partir de esta experiencia se dieron cuenta que ella y su esposo ya estaban preparados para tener nuevamente una mascota que formara parte de su familia, pues cuatro años antes habían perdido a Porfirio, su perro quien falleció a los 12 años y el dolor de su partida fue tan grande que les costó mucho recuperarse.
Más que una mascota
“Me sentía terriblemente sola y muy muy mal, a pesar de que mi esposo también sufría, yo me deprimí muchísimo. Tuve que renunciar a mi trabajo. Mi jefe no lo entendió e incluso llegó a desacreditar lo que estaba sintiendo, no puedo decir que se haya burlado como tal, pero sí encontró la manera de hacerme sentir que estaba exagerando. Una amiga también tuvo el mal tino de decirme que me consiguiera otro perro y ya, que había muchos en la calle. Yo sólo alcancé a responderle que yo sabía eso, pero que nunca nadie iba a reemplazar a Porfirio. Cuatro meses después de la muerte de Porfi, busqué ayuda profesional y fue una gran decisión.”
Un duelo desautorizado es aquel en el que se experimenta una pérdida que no puede ser reconocida o expresada abiertamente ante la sociedad.
El duelo por la pérdida de una mascota, que es un miembro más nuestra familia, de nuestro núcleo de afectos profundos y de nuestra historia de vida, puede ser un duelo no reconocido por muchas personas que sienten que “se exagera” el dolor, porque un animal de compañía no es lo suficientemente “importante” como lo podría ser un humano o alguna otra pérdida que sí está validada.
Estela cuenta con lágrimas en los ojos, “llegaron a decirme cosas tan crueles como, ni que hubiera sido tu mamá, llora así cuando sea tu mamá. Eran palabras horribles. Sentía que nadie en el mundo comprendía mi dolor. Fue hasta que comencé mi proceso tanatológico, que encontré mucho consuelo y que me sentí acompañada, porque conocí a personas como yo.”
Toda pérdida es fundacional
Ninguna experiencia de pérdida, ninguna muerte, merece ser desestimada. Hay tantas formas de procesar y de vivir el dolor, como personas existimos en el mundo.
La muerte de una mascota puede ser incluso un dolor mucho más profundo que cualquier otra despedida, debido a que son seres que conviven intensa y profundamente con nosotros, son seres que dependen al cien de nuestro día a día, su inocencia, ternura y compañía, engrandecen e iluminan las vidas de quienes les aman. La convivencia con una mascota es muchas veces la relación más constante y comprometida que se puede llegar a experimentar, es un lazo muy intenso y envuelto en un amor sin condiciones.
Perder a un animal de compañía es un suceso que transforma completamente a quienes experimentan esta partida, así que conocer más acerca de nuestros propios procesos de duelo, así como los de aquellas personas con quienes nos rodeamos, permitirá crear un entorno más empático y solidario en el que todos nos veremos beneficiados.
Si estás cursando por una experiencia como la que describimos en este artículo, te recomendamos acercarte a:
Que hermoso artículo. Es muy cierto, la sociedad no comprende que para muchas personas la perdida de una mascota no es menos importante que la de un ser humano y ¿Cómo por qué debería de serlo? Creo que los únicos que lo comprenden son quienes realmente se involucran en darles el cuidado y el amor y cubrir las necesidades de sus mascotas y les hacen parte de su vida.
Recordé la película «los espíritus de la isla» (2022), donde el protagonista nos muestra una especial relación con un burra. Y así, otras representaciones de éstas relaciones entre animales de diferentes especies.
Que bonito leer como nuestros afectos se extienden a todo ser vivo con quienes transitamos la vida.
Abrazos, es especial a quienes pasen por un proceso de duelo.
Es profundamente removedor de estructuras de pensamiento y de sentimientos lo que acabo de leer. Solamente puedo compararlo con lo que sentí cuando ví «La forma del agua» de Guillermo del Toro. Me conmovió en lo más profundo; y sí, considero que el acercarnos más hacia las otras especies animales, nos vuelve más humanos. Muchas gracias.
Que importante validar los sentimientos ante una pérdida, sea cual sea. No se puede sobrellevar un dolor así, cuando es minimizado, ignorado o infravalorado. Cuidar nuestras palabras, es fundamental al acompañar a alguien en este proceso.
«Se puede juzgar el verdadero carácter de un humano por la forma en la que trata a sus compañeros animales», Paul McCartney.
Que dolor tan profundo es el perder a quien ha sido compañero de vida, en mi profesión las pérdidas son continuamente dolorosas, son historias que marcan un antes y un después, es un aprendizaje continuo de amor, cariño y empatía. Para mí día a día, el mismo valor tiene el humano y la mascota. La tristeza y vacío que deja un maullido, una mirada, un ladrido y esos pelitos que antes estaban en la ropa, no lo sustituye nada.
Adoptar transforma y es la mejor manera de AMAR a quien ya se fue.
Hermoso, concienzudo y MUY necesario artículo!… Aunque en realidad no necesitamos que NADIE venga a validar nuestro duelo, sea cuál sea la pérdida que lo produce, lo que definitivamente NO necesitamos, es que venga alguien a desacreditarlo. Y cualquier tipo de literatura que promueva la empatía, es para mí, de PRIMERA NECESIDAD.