Por un país donde nadie tenga que guardarse en el «clóset»

Texto: Edith de la Barrera / Fotos Cecilia Abreu

El rechazo, la discriminación y la violencia no tienen cabida en la sociedad moderna.

Un día como hoy, pero de 1990, la Organización Mundial de la Salud (OMS) tomó la determinación, como resultado del esfuerzo de muchos activistas, de sacar a la homosexualidad de la clasificación internacional de enfermedades mentales.

Desde entonces, cada 17 de mayo se conmemora el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, a través de múltiples movilizaciones de los diversos colectivos LGBT+, con el objetivo de sensibilizar a la población sobre la importancia del respeto a sus derechos.

La homofobia, definida según el Diccionario de la lengua española como la «aversión hacia la homosexualidad o las personas homosexuales», sigue presente en muchos lugares del mundo y México no es la excepción. De acuerdo con la Encuesta Nacional Sobre Discriminación (ENADIS) realizada en 2017, el 30% de las mujeres del país y el 35% de los hombres declararon que no aceptarían a alguien homosexual en su casa, mientras que el porcentaje se elevó a 33% y 41%, respectivamente, cuando la pregunta se refirió a las personas transexuales. 

No hace falta tener un amplio conocimiento del tema para pensar en las graves consecuencias que puede provocar para la estabilidad mental y emocional de cualquier ser humano ese rechazo por parte de su propia familia; de ahí que muchos de ellos prefieran no salir del clóset y ocultar sus preferencias sexuales toda la vida.

Y es que aquellos que se animan a hacerlo, creen equivocadamente que será una sola vez, cuando la realidad es que si no se trata de alguna celebridad que lo haga a través de las redes sociales o los medios de comunicación tradicionales, la mayoría tendrá que salir del clóset en varias ocasiones: con su familia, con sus amigos, en cada escuela u oficina…

Un apremio social que no debería ser necesario, porque más allá de la validación externa, está el derecho e incluso el compromiso de la aceptación, el respeto y el amor a sí mismos.

Es entonces que una red de apoyo resulta fundamental para fomentar un diálogo abierto en el que cada persona pueda ser auténtica y expresar sus emociones, preferencias e ideales, sin juicios ni prejuicios.

La construcción de un entorno seguro para la comunidad sexualmente diversa es impostergable en un país como México, que ocupa el segundo lugar en crímenes de odio, después de Brasil y en el que de 2019 a 2022 se cometieron 305 delitos de este tipo, mientras que en en lo que va de 2024, se han registrado 23, según datos del Observatorio Nacional de Crímenes de Odio contra Personas LGBT+.

Depende de cada mexicano hacer realidad aquello que el Gobierno de México señala en su página oficial como objetivo de este día: «fomentar una cultura de inclusión, denunciar la discriminación y avanzar en el conocimiento de sus derechos en todo el mundo» y eso comienza por inculcar desde las infancias una cultura de respeto y compasión, entendiendo esta última como la toma de acción derivada de la empatía, para edificar un país donde nadie tenga que renunciar a su libertad por miedo a lo que digan o hagan los demás, y mucho menos guardarse dentro de un «clóset».

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