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El trabajo de cuidado es fundamental para el desarrollo de las sociedades. Es una necesidad universal en todas las fases del desarrollo e implica actividades que buscan mejorar la calidad de vida de alguien más, tanto en lo físico y económico como en lo psicológico. Un cuidador es una persona que aporta y ayuda a la cotidianidad de otra, que es dependiente. Su labor puede ser temporal o permanente.

Aunque el trabajo de cuidado es indispensable, estar cerca de individuos que requieren atención especial (gente mayor, adolescentes o infancias) es agotador, ya que quien está a su cargo realiza funciones muy variadas, algunas más sencillas que otras, ya sea desde el punto de vista físico (bañarlo, alimentarlo, cambiarlo o transportarlo) o emocional (acompañarlo y transmitirle cariño). Como cualquiera, ellos también se cansan y, a veces, llegan al extremo de tener una funcionalidad alterada todo el tiempo.

“Llegan a un punto en que quieren tirar la toalla, ya no brindan el cuidado con afecto, atención y paciencia, y se ponen más irritables. Se enojan ante los cuidados o demandas que tiene el paciente, se sienten más tensos y empiezan a enfermarse más de lo debido”, explica Leticia Ascencio Huertas, académica de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.

La psicóloga explica que estos síntomas son una alerta de que se padece Síndrome de Sobrecarga del Cuidador, el cual representa un riesgo para la salud, pues con frecuencia quienes se dedican a esto pueden enfermar, incluso, de formas más complejas que el propio paciente.

Esa sobrecarga se genera por la suma de factores estresantes: el deber de cuidar, el impacto económico o el aislamiento social. “Es importante atender y brindar la atención oportuna, pues tanta responsabilidad tiene demandas específicas que incrementan el malestar físico y emocional”.

En ese contexto, el cuidador primario debe monitorear constantemente si ya comió, si duerme bien o si empieza a sentirse triste, ansioso, aislado de su familia o si ha dejado de disfrutar cosas u actividades. Asimismo, la académica de la FP destacó que, al ser en su mayoría gente madura la que realiza este trabajo, es preciso estar atento ante enfermedades como hipertensión arterial o complicaciones de diabetes (muy frecuentes en México). “Los dolores musculares, en espalda y piernas, o complicaciones específicas, son señal de que algo no anda bien”, afirmó.

Cuidadores en México

Según la Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados 2022, hay 58.3 millones de mexicanos y mexicanas susceptibles de recibir este tipo de atención. La cifra se conforma por gente con discapacidad o dependiente; población infantil (0 a 5 años); infancias y adolescencias (5 a 17 años), y adulteces mayores (60 años o más). Del total, 64.5 por ciento de los pacientes los recibe por parte de una persona de su hogar o de otra casa.

En 2022, 31.7 millones de mayores de 15 años realizaron trabajos de cuidado. De esta población, 75.1 por ciento fue femenina. El documento detalla que las mujeres que son cuidadoras principales dedicaron, en promedio, 38.9 horas a la semana a esta labor, y los hombres, 30.6.

A decir de Leticia Ascencio, en muchas ocasiones el cuidador primario no elige serlo, es designado por diversas razones.

“Es quien está en casa, quien no trabaja, a quien por ser mujer se le delegan estas tareas o la más pequeña de la familia, por el hecho de no estar casada. Son una serie de características las que señalan a quien será el o la responsable”.

Es importante que, para evitar la sobrecarga del cuidador, se integre o se amplíe una red de apoyo social y familiar que auxilie en otras funciones, ya que esta persona no sólo está a cargo del cuidado directo, sino de agendar citas con el hospital, comprar medicinas y de otros menesteres que bien pueden distribuirse para hacer más llevadera dicha labor.

En ocasiones, hasta visitar al paciente ayuda, “pero no sólo para verlo y platicar con él o ella, sino para decirle a quien está cuidando: ‘no te preocupes, yo me encargo de mi ser querido, lo atiendo, le doy de comer y le administro sus medicamentos mientras tú te vas al cine, charlas con alguien o incluso duermes un poco’”, explicó la académica.

En ese contexto, es vital que quien proporciona cuidados se dé cuenta de que debe estar en condiciones físicas y emocionales óptimas para realizar su trabajo. “Hay que generar conciencia para no tener dos pacientes en casa, porque cuando se descuidan, ellos son los que presentan más complicaciones. Ha pasado que, a veces, fallece antes el cuidador primario que el paciente, sobre todo cuando hay situaciones de salud de larga evolución, como demencias o retraso mental”.

Momento de buscar ayuda

Es importante poner atención en la salud mental y, al experimentar alguna de las alertas arriba mencionadas, buscar ayuda. De acuerdo con Leticia Ascencio, se puede solicitar apoyo por teléfono, y no sólo para hablar de lo que se siente con algún amigo o familiar.

Para ello, están las líneas de asistencia profesional en Locatel o la de apoyo psicológico de la FP (55 5025 0855), y también hay centros de salud cercanos donde se da atención psicológica, psiquiátrica o se realiza referencia médica, si se requiere, para atender al cuidador principal.

Y, sobre todo —subraya la académica— es preciso derribar mitos alrededor de que se está abandonando al familiar si se prioriza el cuidado al cuidador.

“Siempre tienen prioridad por la atención que dan a un ser querido, pero para brindar un mejor cuidado y más completo, incluso con una capacitación, lo mejor es evitar este síndrome de sobrecarga”.

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