El suicidio en nuestro estado es una constante, ya logramos posicionarnos en el primer lugar a nivel nacional, lo que nos indica que la sociedad yucateca no estamos haciendo lo suficiente para contrarrestar el problema, pues tan sólo en lo que va del año, de acuerdo con distintas fuentes periodísticas se han registrado 150 decesos de los cuales el 83% son hombres, por lo que en Viva Mérida recurrimos a una Voz Experta para tener más elementos en la comprensión del tema como comunidad y sociedad para actuar en consecuencia.  

Cuando hablamos de suicidio siempre recordamos que es un fenómeno bastante complejo y, por lo tanto, una sola variable no lo va a explicar

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Es la afirmación sobre la cual parte Edgardo Flores, psicoterapeuta y fundador de la Asociación Yucateca de Suicidología, para hablar de cómo el suicidio llega a relacionarse con el machismo que afecta a los hombres.

Una de las grandes hipótesis, continúa, es que los hombres sí tienen implicaciones en su salud mental debido a las creencias que existen en torno a la masculinidad. La diferencia del fenómeno del suicidio en hombres y mujeres, tiene una diferencia abismal, siendo entre 80 y 90 por ciento mayor en los hombres (o bien, tres de cada cuatro suicidios son en hombres).

Como hombres, es muy difícil que se nos enseñe a contactar con nuestras emociones, a atenderlas, a tener temas de autocuidado, desde lo físico, hasta la salud mental

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El autocuidado está tan poco normalizado para el sector masculino que hace algunos años incluso llamaban “metrosexuales” a los hombres que tenían una pizca de él físicamente, cuidando su apariencia.

Edgardo Flores, psicoterapeuta y fundador de la Asociación Yucateca de Suicidología.

El especialista lamenta que muchos hombres continúan resistiéndose a ir a psicoterapia, afirmando que no lo necesitan o que “son tonterías” o “no creen en eso”. La enseñanza que reciben es que afrontar una problemática es evadirla o reprimiendola e incluso realizando conductas compensatorias contra el malestar emocional como el consumo de sustancias o actividades de alto riesgo.

Todo esto es incrementado también por la falta de redes de apoyo para ellos, pues nadie les enseñó a comunicar sus necesidades con sus propios amigos o, por las mismas enseñanzas que recibieron, cuando hablan de sus problemas suelen recibir comentarios como “no es para tanto”, “vamos por dos”, entre otras frases comunes.

La mayoría de los hombres enmarcados en el machismo, no tenemos un espacio en donde realmente podamos compartir y expresar lo que estamos sintiendo.

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La expresión emocional masculina ha sido reducida al enojo, explica, la frustración, tristeza, angustia entonces son redirigidas hacia ahí, impidiendo el reconocimiento de lo que atraviesan.

En su propia vida, el psicoterapeuta mira que recibió el mismo mensaje generalizado, que no podía expresar lo que sentía; “en este entorno hay mucha competencia, hay mucha violencia y es muy difícil porque cuando un hombre tiene malestar emocional, primero es una lucha interna”.

Esa lucha interna, expresa, consiste en cuestionarse qué hacer con lo que sienten porque “no debería” sentirlo.

Todas estas circunstancias, desafortunadamente, van abonando a que cuando un hombre ve una situación de malestar emocional durante algún tiempo, llega el detonante que puede generar una condición que lleve al intento de suicidio.

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¿Qué pueden hacer los hombres al respecto?

Comenzar a caminar hacia otras formas de expresar su masculinidad. Un elemento que el psicólogo considera clave, un primer paso, es cuestionar la imagen hegemónica de que un hombre tiene que ser “macho”, rudo, tosco, insensible. “Somos diversos como diversa es la condición humana”.

Otro paso fundamental, señala, es (re)conectar con sus emociones, reconociendo que desde la infancia vivieron una mutilación emocional, tras recibir mensajes como “los hombres no lloran”, “los hombres aguantan”, entre otros.

Un hombre adulto tiene que reconocer que siente toda la gama de emociones que cualquier otra persona. Y, finalmente, generar vínculos sanos con hombres y mujeres.

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