El Castillo de Sotuta, de cuartel de guerra de castas a Casa de Cultura ‘Nachi Cocom’

2 de abril de 2024

Texto y fotos: Cecilia Abreu

Chamoy no estaba la mañana del 28 de marzo en El Castillo de Sotuta, pero le bastó una llamada de Radmila para llegar en unos 15 minutos hasta ahí, casi sin preguntar para qué, confiando en que si se le buscaba había alguna razón de fondo y, aunque sin preguntarlo, le aclararon que sería entrevistado por dos reporteras que querían conocerlo.

Con un tatuaje de quien pareciera Shakira en la pierna derecha y otro, a la misma altura, en la pierna izquierda, una playera negra, bermuda de mezclilla y un chongo bajo sujetando su cabello negro, llegó Miguel Pech, conocido como “Chamoy” en el lugar en el que nació.

Un joven de unos 26 años que desde hace aproximadamente nueve años conoció el centro cultural en el castillo, desde donde ha logrado impulsar (próximamente) cuatro ediciones de un festival que convoca a muralistas de diversas partes de México (y el mundo) para llevar sus colores a Sotuta.

Él mismo, pintó el primer mural que muestra una esencia de su región: abejas, flores, pájaros, bordado de punto de cruz, son algunas de las representaciones a su natal Sotuta; un reflejo de su propio esfuerzo y su pasión por el arte, pero también del apoyo que ha encontrado en Mixbaal Fondo para el Fomento de la Educación.

“¿Pasaste del aerosol a este tipo de murales?”, se le preguntó a Chamoy y respondió con firmeza que no, esa clase de arte nunca ha estado presente en Sotuta, no es propia de su origen y raíces, entonces él directamente comenzó pintando con pincel y brocha en los muros.

Mixbaal centra sus atenciones en El Castillo, que en realidad es la Casa de Cultura ‘Nachi Cocom’, un espacio que, de hecho, hace años se encontraba al cuidado del papá de Chamoy —Gil Pech—; pero ahora, al menos en parte, se encuentra a cargo de la asociación civil que brinda clases y talleres socioculturales.

Este espacio, es dirigido por la doctora Radmila Bulajich, quien imparte matemáticas a niñas, niños y adolescentes e inició talleres de tejido y bordado para mujeres en Sotuta, no solamente con el objetivo de que adquieran esta habilidad, sino con la finalidad de comercializar los productos que se crean en los talleres desde la colectiva U k´aan am, misma que en 2018 se consolidó como Sociedad por Acción Simplificada.

Teatro, matemáticas, observación de aves son tan solo algunas de las ramas sobre las cuales enseñan y comparten en El Castillo.

Paula Rechtman Bulajich, hija de Radmila y vicepresidenta de Mixbaal fue a Sotuta por primera vez en 1992, pero no fue tan pronto como este espacio se convirtió en algo importante para su vida y de impacto para la comunidad.

Fue en 2014 cuando volvió a (re)conocer el pueblo que no veía desde hacía 22 años y en el que se encontraba el terreno familiar que quería visitar, fue también entonces que tomaron la decisión de iniciar allí un proyecto de agroecología, una ecoaldea y otras ideas de ese mismo tinte verde.

Sin embargo, ya encontrándose ahí, en su búsqueda de una vida más tranquila —que en la Ciudad de México, de donde ella venía— y cercana a la naturaleza, se encontró con El Castillo, un espacio que estaba vacío y supuestamente había pertenecido a los militares hasta el 1998.

La Casa de Cultura está construida sobre una pirámide que, inicialmente, fue una capilla y las voces dicen que más tarde se convirtió en la casa de Nachi Cocom, de ahí su nombre; como fuera, es este espacio en el que Paula comenzó a ensayar sus coreografías cuando llegó al pueblo.

La primera vez que preguntó si podía entrar, le dijeron que tenía que dirigirse a don Gil Pech para que les diera el acceso, quien logró la remodelación de ciertos espacios del Castillo en 1998 —cuando era presidente municipal— y que se le nombrara como hasta ahora; considerando que el decreto para tal nombramiento requiere que se use para el efecto cultural o se le puede regresar a los militares, él, como encargado del lugar, les prestaba el lugar para sus ensayos.

En ese entonces, la Casa Cultural se usaba y estaba en buen estado, incluso de limpieza, pero no había clases de forma frecuente; sino que cada quien utilizaba el espacio cuando quería y podía.

Al principio, Radmila y Paula eran como turistas que visitaban y usaban el sitio, era Gil quien les permitía entrar y hasta les contaba la historia del lugar; pero eventualmente Paula comenzó a pedirle el espacio para sus ensayos, él le abría y esperaba a que acabara, hasta que poco a poco le fue prestando las llaves para que estuviera en el espacio el tiempo que necesitara.

En un inicio, Paula “lo usaba como un espacio para estar sola […] era mi refugio y lo usaba para ensayar”.

Pronto dejó de ser un espacio para sí misma… Como a la par tenían su proyecto de agroecología y recibían personas voluntarias que querían impartir talleres, utilizaban la Casa Nachi Cocom para eso y, eventualmente, se dieron cuenta de que un salón estaba como bodega y una chica preguntó si podía limpiarlo y comenzar a utilizarlo, al obtener ese permiso, se hicieron de un salón en el cual brindar talleres.

Ya para 2017, estaban en su primer festival “Corazón de la Tierra” (Luum Puksi´ik´al) con alrededor de 10 talleres al mismo tiempo, impartidos para infancias en Semana Santa por gente que fue a hacer voluntariado y fue entonces que empezaron a usar todo el Castillo —evento que continúan realizando cada año—.

Este lugar, en donde la asociación procura “la interconexión regenerativa con nuestro entorno social, cultural y ecológico”; actualmente asisten un promedio de 20 a 30 infancias y adolescencias a sus actividades.

Para intentar ampliar este número, acuden a las escuelas a convocarles, acto que funciona en ciertos eventos, pero no siempre y, además, las y los maestros no logran involucrarse con la asociación porque la mayoría vive en Mérida y únicamente acude a Sotuta para dar sus clases.

Y a pesar de sus acciones, el gobierno (en sus tres niveles) les apoya solo en casos muy concretos; la comunidad se beneficia del espacio, en especial las infancias e incluso jóvenes que ya dan clases ahí; pero requieren de materiales y recursos para sus contribuciones.

Para esto último, suelen recurrir a convocatorias federales e internacionales que les otorguen financiamientos y/o apoyos para operar las actividades de la asociación, pero no para la remodelación o mantenimiento de la infraestructura, pero para ello también necesitan apoyo.

Además, tienen cierto temor de arreglarlo y que luego les impidan el uso del espacio, ya que no lo tienen en comodato ni les pertenece, sino que es un edificio del Gobierno del Estado de Yucatán con uso del Ayuntamiento.

En el lugar también también están los talleres de bordado y tejido para mujeres, pero este no es el enfoque que predomina en el sitio, aunque sí hay actividades con personas adultas; y ninguna de estas (ni las de infancias o juventudes) tienen costo para las y los beneficiarios.

Ahora que el espacio se encuentra habilitado para todas estas actividades, talleres y cursos, la universidad Justo Sierra también ha comenzado a utilizar el edificio, misma que es de índole particular para el estudiantado.

En Sotuta, hay adicciones y falta de oportunidades, cuenta Paula; precisamente por ello Mixbaal intenta también contrarrestar estas problemáticas, por un lado, brindándoles un espacio para canalizar sus emociones y, por otro, dándoles un área en la cual podrán desenvolverse.

Para Paula, contar con este espacio es crear oportunidades y Chamoy es un ejemplo, pero también lo es Alex.

José Alexander Can Chuc tiene 19 años actualmente y solamente conoció la Casa Cultural y la asociación porque un amigo lo invitó, él vivía en Cancún y estaba en Sotuta solo por vacaciones, pero cuando empezó a vivir en Sotuta supo que las clases no eran solo en temporada vacacional, entonces tomó la decisión de ir.

Desde entonces, empezó a tomar Danza Creativa (contemporáneo) de manera constante —desde hace tres años—; esta experiencia no ha sido solamente en el municipio, sino que lo ha llevado hasta Colombia, en donde presentó la obra “Transformación”, suceso que le cambió la vida, pues fue la primera vez que salió del país y además para llevar una obra a un festival internacional.

“Al principio, cuando me fui, tenía muchas dudas sobre mí y muchos problemas psicológicos que, despejarme de todo, irme a un lugar que no conozco, donde no conozco a nadie, totalmente desconocido para mí, pero muy bonito, me hizo despejar muchas dudas sobre quién soy, cómo quiero vivir mi vida, cómo quiero ser. Un viaje de experiencia total“.

JACC

Ahora Alex quiere estudiar danza contemporánea en la Universidad de la Artes de Yucatán (UNAY) para regresar a Sotuta y convertirse en maestro de danza en este centro cultural de Nachi Cocom.

Durante dos años, Mixbaal tuvo el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA), sin embargo, ahora no tienen ningún apoyo activo; en Mixbaal las infancias y adolescencias encuentran un lugar en el cual pertenecen, por eso su impacto es tan importante.

“Todo lo que ves aquí, que está así, ese pizarrón, todo… Lo hemos ido poniendo nosotros. Cuando empezamos los talleres nos sentábamos en el piso”, recuerda Radmila, resaltando su necesidad de apoyos para este proyecto. Y es de mencionar que, personas con actividad empresarial, podrían declarar esto como deducción de impuestos.

PRB

Si quieres visitar o apoyar a la Casa de Cultura ‘Nachi Cocom’ a través de la Asociación Mixbaal, Fondo para el Fomento a la educación.

Plaza Principal, Sotuta, Yucatán.

Tel: 55 4181 2037

prechtman@gmail.com

mixbaal.org

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