Lo que opinan las personas a tres años de modificarse la movilidad en Mérida.
Hace un par de meses, me encontraba realizando una revisión documental, que me permitiera abordar de nuevas formas el tema de la Movilidad Urbana Sustentable, debido a que me encuentro realizando un estudio para elaborar mi tesis del posgrado que actualmente curso, y decidí elaborar el presente
artículo para compartir con usted parte de los resultados que observé en estos meses.
Para entrar en tema, es primordial responder: ¿Qué es la movilidad urbana sustentable (MUS)? En realidad, es un concepto contemporáneo que ha surgido de la necesidad de nombrar a la mezcla de paradigmas que, a través del tiempo, se han ido combinando, de acuerdo con la evolución de la
sociedad. Esto es, algunos autores como Barón (2020), Gutiérrez A. (2012), Ascher (2005), Hernández (2012), Miralles y Cebollada (2003), Rivera (2000), han intentado explicarla, más que definirla, debido a que es un constructo que rebasa a la semántica, y se estaciona en la práctica. En este sentido, le ofrezco una explicación de los diferentes términos que conforman este concepto para obtener la idea
de que es la MUS.
A lo largo de la historia la palabra movilidad y transporte se habían utilizado como sinónimos hasta que, a partir del año 2000, los expertos en el tema realizaron aportaciones que presentaban una diferencia entre ambos conceptos. Así se empezó a identificar a la movilidad como la necesidad que tienen las personas para alcanzar sus fines como, por ejemplo: Ir a la escuela, al trabajo, a divertirse, etc. y al transporte se le ubica como el medio que se utiliza para obtener esa movilidad.
Por otro lado, el término urbano, se refiere a la condición de la región que es habitada por personas, es decir, un territorio en el que se centra la mayoría de las actividades a las que tiene acceso una población: salud, escuela, lugar de trabajo, áreas de entretenimiento, etc. que además cuenta con servicios como agua potable, electricidad, saneamiento, lugares de atención médica, transporte público, por mencionar
algunas características que definen a ese territorio como una ciudad.
Por último, tenemos el término sustentable, el cual tiene como finalidad determinar que las cosas, las acciones, y las actividades, que por su naturaleza requieren del consumo de recursos, debe tener la cualidad de respetar la cantidad existente de esos recursos, tomando en cuenta que las nuevas generaciones también necesitaran de ellos.
Por lo tanto, al unir estos conceptos, comprendemos que la Movilidad Urbana Sustentable, es el conjunto y la combinación de oportunidades, que permiten que las personas habitantes de una ciudad accedan, a los lugares de su interés, a través de medios de transporte, que cuidan los recursos naturales, y que no comprometen la disponibilidad de dichos recursos, de tal manera que, puedan ser utilizados o disfrutados por las generaciones siguientes.
¿Cómo se aplica este concepto a la ciudad de Mérida? En el Plan Estatal de Desarrollo del Gobierno del Estado de Yucatán 2018 – 2024, se estableció que para poder alinearse a los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), durante los 6 años de gobierno se llevarían a cabo acciones para implementar el Proyecto Verde y Sustentable. Con esto se justificó la intervención para reorganizar el transporte público de la ciudad de Mérida, con el cambio del sistema tradicional al nuevo sistema de movilidad amable y sustentable Va-y-Ven.
Este sistema está basado en la transformación de la estructura urbana, que prioriza al peatón, la bicicleta, y la adecuación de los carriles, para tener vehículos de transporte público, que también sean inclusivos, es decir, que faciliten el acceso a personas con discapacidad motriz o visual. En consecuencia, estos vehículos también fueron equipados con otros beneficios como: aire acondicionado, servicio de internet,
pago con tarjeta inteligente, escalones bajos, y lugares preferentes para personas de la tercera edad y mujeres embarazadas.
Retomando el tema inicial, como parte de mi investigación de tesis, encontré entre tantos, un artículo de Medellín, Colombia, con la autoría de Vallejo y López (2018), en el cual los autores explicaban que, en su ciudad, el tener un automóvil era parte de una representación social. Lo que implicaba que, el automóvil, le daba un valor social a quien lo usa, ya que se relacionaba el tipo de automóvil, su costo, las condiciones, y demás características del objeto, con el nivel de ingresos del individuo, y por tanto su posición dentro de las clases sociales.
Esto de forma intrínseca, condicionaba a que las personas automovilistas, a pesar de tener un sistema de transporte público eficiente en su ciudad, no consideraban utilizarlo, por una cuestión de estatus, ya que, si lo hacían, podían ser sujetos a la reacción de los demás y perder la posición que deseaban dentro de la estructura de la sociedad a la que pertenecían.
Para comprobar la información que este artículo mencionaba y aprovechando que, en los últimos tres años, se implementó un nuevo sistema de transporte en Mérida, justo como el de Medellín, Colombia, al parecer con buena aceptación por la sociedad emeritense, decidí utilizar el sistema Va-y-Ven, para observar y anotar las reacciones de las personas de mi entorno.
Después de comprar mi tarjeta inteligente y depositarle cierta cantidad de dinero, comencé a utilizar el servicio de transporte público, para ir a la escuela, a casa de mis padres, a los compromisos sociales que surgían, y para realizar mis diligencias en general.
En cuanto a la experiencia de utilizar el transporte público fue tan peculiar y de tanto aprendizaje, que considero que vale la pena compartirla en otro artículo. Así que, continuando con el tema que nos ocupa en este texto, le presento los resultados que obtuve con respecto a las reacciones, hacia mi persona, de
las personas de mi entorno.
Incredulidad e intolerancia. En cuanto a los compañeros del posgrado, o de la escuela, me externaron frases como: “¿viniste en camión? no te creo”, “¿se descompuso tu auto?”, “mira como llegas todo sudado”, “¿te gusta oler sudor de otras personas?”, y el comentario más lascivo fue “apestas, mejor me
siento en otro lugar”.
Preocupación por la situación económica y de seguridad. Mis familiares y amigos me externaron frases como: “¿Qué te pasa?”, “¿necesitas dinero?”, “macho, si quieres hablo con un cuate para que te repare tu auto (supuso que estaba averiado)”, “amigo, ¿qué te paso?”, “¿estás bien?”, “¿por qué haces eso? ya es noche para que estes andando en camión”, “cómo crees, yo te llevo a tu casa”, “dime, ¿te presto un auto?”, “llévate mi camioneta”, y “no, no…. no vas a estar andando en camión a estas horas”.
Todo esto, a pesar de que vivo en una de las cinco ciudades más seguras de México según el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI, 2024).
Prejuicio del nivel socioeconómico. Como parte del estudio, subí mis fotos usando el transporte público en mi biografía de la red social Facebook, y obtuve los siguientes comentarios al pie de las mencionadas fotos: “¿Ya eres inspector (de transporte)?”, “Ya no te alcanza con… (fuente de ingresos)?”, “¿Qué haces ahí en el Va-y- ven?”, “¿Ya no hay auto?, ¿tan dura esta la crisis?”, y “esto es cuando tu auto se queda
sin gasolina (sic)”.
Estas aseveraciones conforman una serie de evidencias, de acuerdo con lo planteado por los autores Vallejo y López, con las que se confirma, que el individuo que decide (sin importar el motivo real) utilizar el servicio de transporte público, debe enfrentar una serie de reacciones por parte de las personas de su entorno, que van desde señalamientos, criticas, y la suposición de un cambio de nivel dentro de la estructura social a la que pertenece, más específicamente, un cambio de estatus.
Por lo general, la mayoría de las personas concluyeron que mi nivel socioeconómico había cambiado por lo que tenía la “necesidad” de usar el transporte público, en vez del automóvil. Al grado que, aquellas personas que decidieron indagar más, y a las que les explique el ejercicio que estaba realizando, mostraron su alivio, de forma física y verbalmente, al suspirar bajando los hombros y decirme “qué bueno, quiere decir que estás bien”.
Como podrá observar, el resultado que obtuve fue que, en la ciudad de Mérida, al igual que en la ciudad de Medellín, usar el servicio de transporte público tiene una representación social. La sociedad otorga inercialmente un cambio dentro la estructura social a aquellas que viajan en camión.
Los usuarios del sistema público son socialmente identificados como poseedores de un estatus diferente de aquella persona que se mueve en automóvil, y este estatus a su vez se relaciona con su capacidad económica.
Por lo que, este es un problema social que, las autoridades del estado de Yucatán deben considerar dentro de sus políticas públicas, para no desaprovechar el actual sistema de movilidad amable y sustentable, por un lado, y para mantener entrelazado el tejido social, por otro.
La verdad es que, como usuario del automóvil les puedo compartir que usar el transporte público me trajo beneficios en la actividad física y la reducción del costo del viaje; por lo que, en lo particular, he modificado mi forma de moverme por la ciudad. Y es que no se trata de vender el automóvil que se tiene en casa, sino de reducir el número de veces que lo usa, para que paulatinamente sea parte de una movilidad sustentable.
El Gobierno del Estado 2024 – 2030, tiene el reto de implementar acciones que promuevan un cambio de cultura en la movilidad de la ciudad. Si se logra que las personas vean en el transporte público una opción para realizar sus traslados, y modifiquen esa percepción de que el medio de transporte está vinculado a un estatus, a un nivel socioeconómico, o a una necesidad por no tener automóvil, se podría cumplir con la meta de los ODS, ya que implicaría la reducción en la emisión de contaminantes de los
vehículos particulares, y de conservar los recursos actuales para beneficio de las próximas generaciones.
Por su parte, la población de Mérida tiene la oportunidad de crear un punto de inflexión para cambiar la movilidad urbana, y paralelamente disminuir el tráfico de la ciudad. Pero al final, modificar el medio de transporte, es una decisión personal. ¿Estaría usted dispuesto a dejar de usar su automóvil, para subirse al Va-y-Ven?
Doctorante en Ciencias Sociales por la UADY, Docente, y Contador público atípico. Experto en resolución de problemas por mi madre, y de pensamiento crítico por mi padre. Ciudadano divergente, y afortunado colaborador de Vive Mérida.
Miguel Manzanero es egresado del I Curso-Taller de Periodismo Ciudadano organizado por Vive Mérida y Habitación Propia.
ENTRADAS RELACIONADAS
Referencias
Ascher, F. (2005). Ciudades con velocidad y movilidad múltiples: un desafío para los arquitectos, urbanistas y políticos. Revista ARQ 20, 11-19. https://doi.org/10.4067/S0717-699622005006000002
Barón, G. (2020). La transición urbana y social hacia un paradigma de movilidad sostenible. Cuadernos del Centro de Estudios de Diseño y Comunicación(80). https://doi.org/10.18682/cdc.vi80
Gutiérrez, A. (2012). ¿Qué es la movilidad? Elementos para (re) construir las definiciones básicas del campo del transporte. Bitácora, 21(2), 61-74. https://www.redalyc.org/pdf/748/74826255011.pdf
Hernández, D. (2012). Activos y estructuras de oportunidades de movilidad. Una propuesta análitica para el estudio de la accesibilidad por transporte público, el bienestar y la equidad. EURE, 38(115). https://doi.org/10.4067/S0250-71612012000300006
Instituto Nacional de Geografía, Estadística e Informática. (2024). Percepción sobre seguridad pública. Recuperado de https://www.inegi.org.mx/temas/percepcion/
Miralles-Guasch, C., & Cebollada, A. (2003). Movilidad y transporte. Opciones políticas para la ciudad. Fundación alternativas. https://fundacionalternativas.org/wp-content/uploads/2022/07/xmlimport-GVOoD4.pdf
Organización de las Naciones Unidas . (09 de septiembre de 2022). La agenda para el desarrollo sostenible. https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/development-agenda/
Plan Estatal de Desarrollo. (2018). Yucatán Verde y Sustentable. Gobierno del Estado de Yucatán.
Rivera , V. (2000). Llegando tarde al compromiso: la crisis del transporte en la Ciudad de México. El Colegio de México. https://doi.org/10.2307/j.ctv3f8qbr
Vallejo , F., & López , Z. (2018). Las representaciones sociales a bordo del automóvil en Medellín, Colombia. Revista Anagramas rumbos y sentidos de la comunicación. https://doi.org/10.22395/angr.v17n34a11