Luna y Señas es una compañía teatral fundada en 2003 por Daniela Esquivel, directora de escena, actriz, productora y docente teatral.
A lo largo de su trayectoria, Luna y Señas, que produce sus montajes teatrales de manera autogestiva principalmente, y que ha encontrado en su lema: Arte hacia un mundo posible, ha logrado producir alrededor de cuarenta puestas en escena.
Algunos montajes han sido producciones más grandes y demandantes, como Manhattan Medea, Mujer que no…y Aquel día de junio, próxima a estrenarse en la ciudad de Mérida, como parte de la programación de Vigésimo Aniversario de la compañía. Otras propuestas escénicas, han sido de menor duración y con producciones menos onerosas, pero todas han buscado un fin común: poner en el escenario (como poner en la mesa) el tema representado o la historia contada desde una perspectiva de transformación; es decir, nuestra realidad puede ser visibilizada, analizada y modificada para bien. Un bien incluyente que transforme positivamente a la sociedad.
Les compartimos esta entrevista con Daniela Esquivel, quien en sus palabras nos lleva al mundo de Luna y Señas Artes Escénicas.
¿Cómo busca transformar para bien el teatro que hace Luna y Señas?
A partir de la creencia de que construimos arte hacia un mundo posible, esto es, un arte escénico que busca en su dialogar con el público construir alternativas para transformar aquello que nos limita o resta libertad, o en el otro extremo, engrandecer y exaltar todas aquellas cosas hermosas de las que también está hecho el mundo.
¿Podrías darnos un ejemplo de esto?
Claro…pienso por ejemplo que nuestra ópera prima profesional que fue Mujermente Hablando, fue una obra que, en su momento, en el 2005, estaba tocando temas que hoy son más reflexionados, pero que en aquellos años apenas comenzaban a ser temas de discusión entre la gente. Mujermente Hablando abordaba las distintas facetas de una mujer, tanto en su rol tradicional impuesto, como en las limitaciones que la sociedad fue creando para ella. Las mujeres protagonistas de esta obra encuentran múltiples mecanismos de liberación para dejar de ser lo que se les ha exigido, incluso obligado por medio de la violencia. Van rompiendo paradigmas y comienzan a ser quienes necesitan ser, sin cumplir expectativas. En su momento temas como la violencia de pareja, la misoginia, la militarización, las relaciones lésbicas, la posibilidad de decidir ser madre o no, estaban o apenas destapándose o no eran importantes en el teatro que veíamos, por eso decidimos llevar la obra a escena y fue un éxito, la gente la recibió muy bien.
También hemos tocado temas terribles que son un antes y un después para la historia de nuestro país, como en Voz del silencio, poema escénico para voces y lluvia, que aborda el tema de la desaparición forzada de los 43 jóvenes de Ayotzinapa, desde la perspectiva de sus afectos. Padres, madres, hermanas, esposas, amigos y un sinfín de afectos, que vieron en esta desaparición, una muerte en vida. Para Luna y Señas, la voz colectiva es sustancial, la mirada hacia las problemáticas de nuestra comunidad. El desasosiego social se vuelve para nuestra compañía una inquietud compartida. Un mundo posible, sería un mundo donde estas atrocidades no existan, pero para que comprendamos que debemos vivir en un mundo donde esto no debería ocurrir, debemos primeramente conocerlo, hacerlo visible e indignarnos. Llegamos a dar funciones de esta puesta en escena en lugares donde se nos acercaba la gente y nos decía cosas como las que nos llegó a decir un señor: “que feo lo que les pasó eso a los papás de los 43, si a mí me pasara, me moriría y también querría luchar contra el gobierno. Nunca más volveré a quejarme de que hagan sus marchas”, es prácticamente textual como te cito lo que me dijo ese espectador, porque se me quedó muy grabado.
Y no hacemos sólo teatro en las salas de teatro, hacemos que la escena suceda donde nos den cabida, hemos dado funciones en parques, debajo de monumentos, en casas, en empresas, en gimnasios, en salones, en hospitales, bueno, una vez incluso hasta en un Turibús, ¡imagínate eso!
¿Entonces lo que pasa en la sociedad es su fuente de inspiración, podría decirse?
Sí, es combustible de creación. Hemos llevado a escena motivaciones personales, búsquedas creativas de quienes formamos parte de la compañía, pero mayormente nuestra inspiración está en aquello que coyunturalmente mueve a nuestra comunidad, y con comunidad me refiero a todo lo que la compone, desde lo micro hasta lo macro. Escuchar es una tarea importantísima de lo que hacemos. Antes de la pandemia se me invitó a formar parte de un proyecto de cuidado y tenencia responsable de animales domésticos y escribí dos obras pequeñas que transformaron mi visión de lo que significa ser tutor o tutora de una mascota. Agradecí muchísimo mi propio cambio de paradigma y por supuesto me volví una entusiasta en llevar a muchas más personas el mensaje, esto sucedió gracias a Corazón y hueso y La insólita y fascinante vida de Maui Mayls y sin la invitación de la gestora de este proyecto yo no me habría internado en la importancia de este tema. Algo similar me ocurrió con La noche de mi día, sin este montaje hecho a petición de una paciente oncológica, no hubiéramos explorado un tema tan importante de salud pública. Si la sociedad en la que nos desenvolvemos encuentra en nuestra labor un sentido de portavoz, seremos su cuerpo y el escenario, el medio para que sus historias sean conocidas y compartidas, la reflexión colectiva nos hace más sensibles y el teatro tiene un alcance bellísimo y potente.
¿Algunos recuerdos que te gustaría compartirnos de estos años?
Son muchísimos, en veinte años, son un mundo de memoria. Pero creo que algo muy hermoso es rendir homenaje y reconocer a quienes han caminado en Luna y Señas ya sea intermitentemente, otras como elenco estable, otras más como equipo de producción a distancia, quienes sólo participaron en uno o en algunos pocos montajes y dejaron su huella, quienes siguen viendo a Luna y Señas como su casa, como el espacio que les vio nacer, crear de manera segura y afable, quienes compartieron sus afectos y talento en esta casa escénica, recordar también a quienes gracias a su paso por la compañía pudieron reconocer y encontrar un caminar propio. Pero ante todo reconocer la incansable y ardua labor del equipo que somos hoy en día, porque el tiempo es mayormente el presente y éste presente nos tiene muy entusiasmad@s y con mucha fuerza. Hoy Luna y Señas se encuentra en un momento muy importante creando en dos sedes, Ciudad de México y Mérida, y eso es una inspiración muy grande para reafirmarnos, renovarnos y seguir creciendo. Hay muchas cosas aún por decir y mucha escena que habitar.
Luna y Señas celebrará estos veinte años de quehacer escénico develando una placa conmemorativa a cargo de Juan Ramón Góngora, Emilio Méndez y Karen Palma. En la programación de la develación darán una función de La noche de mi día, una reflexión escénica en torno al cáncer de mama, interpretada por Silvia Káter e Itzel Chan y culminarán con un brindis patrocinado por la empresa Novavino, así como una degustación de cerveza por la cervecera yucateca Cervecería Mastache, haciendo de esta noche una celebración que abre sus puertas a todo público (reservando únicamente a través del teléfono 9992276101 vía Whatsapp) en el Auditorio Meridiano Altabrisa a partir de las 19:30 horas.