La sonrisa de Margarita es luminosa y generosa. Es sincera. Por ello cuando no sonríe y está pensativa es fácil deducir que muchas preocupaciones atraviesan sus pensamientos. Y no son pocas sus tribulaciones, sin embargo, ella afronta el día a día con ánimo y entrega.
Madre y abuela, hoy es la cabeza de su hogar; quedó viuda hace algunos años y desde ese momento asumió por completo la responsabilidad de guiar y cuidar a su familia, así como la conducción económica que esto implica.
El año pasado su hijo menor tuvo una lesión en el trabajo que le impidió trabajar muchos meses. Su brazo tuvo una fractura muy grave y después de múltiples visitas a hospitales regionales y privados y un desembolso considerable de dinero, ambos, Margarita y su hijo, desistieron de continuar esperando una operación que jamás llegó, al igual que la compensación monetaria a la que tenía derecho su hijo por parte de su empleador, al haber sido un accidente que ocurrió dentro de la construcción, en horario laboral y sin la protección adecuada para ejercer ese oficio. Con el paso del tiempo enfrentados a un sistema de salud negligente sólo les quedó “esperar a que se acomodara solo, a que soldara el hueso”.
Durante ese tiempo Margarita tuvo que aportar lo que su hijo no podía llevar al hogar debido a la recuperación.
Nacida en Tecoh, hace 55 años, Margarita Chan Ancona se ha dedicado al trabajo doméstico y a ser cuidadora desde los quince años. No concluyó su primaria y decidió comenzar a trabajar en los hogares para apoyar a su familia.
Lo que más le gusta de su trabajo es arreglar, “escorar” todo para que se vea limpio y bonito. Le gusta también cocinar y le gusta conversar con quienes le hacen la plática, Margarita es una madre y una abuela dedicada, que busca sobre todo que sus nietas estén fuera de peligro y bien alimentadas.
Margarita como muchas trabajadoras del hogar, tiene que sortear diferentes retos diariamente para llegar a su centro de trabajo. Una hora de camino de ida y otra de vuelta, hacen de esas dos horas parte de su rutina y el tiempo que le toma una jornada laboral de entre 5 y 8 horas o a veces más, dependiendo de las tareas que deba realizar en la casa donde trabaja.
Ella nos comparte algunas de sus anécdotas, cuenta que cuando era más joven sí llegó a quedarse en casa de sus empleadores de lunes a viernes y los fines de semana visitaba a su familia, pero actualmente y desde hace algunos años ella trabaja solamente por horas. También recuerda que entre algunas de sus tareas domésticas se encontró el cuidar muchas de veces de bebés, niñas, niños y adultos mayores.
“Trabajé con una señora y sus niños me querían mucho, me hablaba y me decía ¿ya vas a venir? Es que mis niños no quieren comer si no estás, y otra vez me hablaba, ¿ya vas a venir? Es que preguntan mucho por ti y lloran”, pero Margarita aunque también extrañaba hacerles su frijolito colado, su arroz, cuidarlos, bañarlos, dormirlos y jugar con ellos, se encontraba profundamente triste ante la muerte de su esposo y con muy pocos meses de diferencia, la muerte de su hermano.
“Estaba muy triste, no podía hacer nada. Y tenía que cuidar a mis hijos, me había quedado sola”.
Pasó un tiempo y recuperó nuevamente el ritmo del trabajo, pero no fue nada sencillo, fueron muchos sacrificios los que vivió.
Actualmente Margarita, trabaja en algunos hogares y también se desempeña como cuidadora de personas de la tercera edad. Al igual que su hermanita menor, quien también es trabajadora del hogar, Margarita ha ido acumulando muchos recuerdos en los 40 años que lleva cuidando de los hogares, pero no sólo a través de la limpieza y el mantenimiento, sino de generar confianza en las familias.
“A veces me enfermo y no puedo ir a trabajar y les aviso que estoy enferma”.
Las familias que la conocen saben que cuando está enferma todo se complica en casa, porque ella es el sostén principal, porque como mamá y abuela nadie puede cuidarles mejor, les procura siempre su comida y descanso; sin embargo Margarita también ha vivido los sinsabores de este oficio muchas veces infravalorado por tantas personas, la sobrexplotación y los bajos salarios siguen siendo problemáticas a las que se enfrentan las trabajadoras del hogar, pero también la carencia de prestaciones sociales y de salud.
“A veces ellos te retiran por fin de año porque no te quieren dar tu aguinaldo, dicen que se van de viaje y ya no regresan.”
Este 30 de marzo día de la Trabajadora del hogar les invitamos a reflexionar profundamente sobre las condiciones en las que muchas trabajadoras del hogar llevan a cabo sus labores las cuales siguen siendo muy complejas en nuestra ciudad, desde la carencia de transporte y la falta de acceso de este a zonas residenciales, hasta el abuso de empleadores o los maltratos, situaciones que van dibujando un panorama que es imperativo cambiar.
Las trabajadoras del hogar son esas mujeres valiosas que tantas veces han dedicado más tiempo a otras familias que a la propia, criando niños y atendiendo múltiples necesidades que como bien sabemos jamás parecen terminar en una casa.
Reconocer su labor y dignificarla forma parte de las muchas deudas que se tiene con quienes hacen de nuestra morada un espacio habitable en el que valoramos estar.


Daniela Esquivel: Directora de escena, promotora de lectura, profesora y colaboradora de medios digitales. Exploradora gastronómica y lectora incansable. Nómada entre la Gran Tenochtitlan y la Tierra del Faisán y del Venado.
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