Por Miguel Ancona Villalba
Llegué en sábado a Mérida alrededor de las 22:30 horas, llevaba tres meses fuera de casa, ansiaba llegar a ella y tirarme en mi sofá favorito. Vivo en Ciudad Caucel, lo que ciertamente no es a la vuelta del Aeropuerto, por lo que a esa hora hay que tomar a fuerzas un taxi para llegar a casa.
El tema es que a mi llegada no había taxis en los sitios del aeropuerto y las señoritas que atendían, por cierto muy mal encaradas me dijeron, palabras más, palabras menos «se tiene que esperar de 40 a 50 minutos, no hay taxis.» De hecho una estaba hasta el fondo del local hablando por teléfono, en señal de «no me moleste, no puedo hacer nada por usted.»
Sé de sobra que los taxis de plataforma (Didi, Uber, etc) pueden dejar, pero no tomar pasaje en el aeropuerto. No había de otra, había que tomar un taxi de los sitios de ahí y pagar un poco más de 400 pesos para llegar a casa, mientras que el DIdi me cobraba 240, al menos eso pagué cuando me llevó de casa al aeropuerto cuando me iba. Entonces, taxi del aeropuerto o taxi del aeropuerto, resignación y hueco en el bolsillo.
Por mi trabajo viajo mucho al interior de la República, y he visto que poco a poco los taxis de plataforma se han ido adueñando de las plazas, aún cuando los servicios establecidos han peleado con uñas y dientes para mantener el espacio exclusivo.
Revisando las noticias de los últimos meses del estado, se presume que habrá vuelo de Mérida a Querétaro, reanudan la ruta a Guanajuato, y también una hacia Guatemala, también se dice que Mérida se ha vuelto una sede importante de congresos a nivel nacional e internacional, celebró sin duda que venga más gente y la derrama económica consecuente, pero no estamos listos todavía lo suficiente.
También leí en las noticias que el Va y Ven tiene una ruta del Aeropuerto a la zona hotelera, también lo celebro, pero todo ello me parece insuficiente aún, para atender las demandas turísticas y de los residentes meridanos, y más si pensamos que cada vez más llega gente a vivir a la ciudad porque es un estado seguro, lo que sin duda exige mayor demanda de transporte y movilidad en la ciudad.
Las reglas han cambiado
Entiendo que para dar un servicio de taxi seguro de transporte desde el aeropuerto, existan los taxis de sitio en la terminal aérea, pero es insuficiente a estas alturas, porque más allá del aumento de la afluencia de los turistas, está el tema de los que vivimos aquí, que también viajamos por placer o trabajo, y cuando llegamos necesitamos transporte seguro, y los tiempos de espera hasta el momento no son los mejores, pero vale decir que tampoco de las plataformas, pues al ver tal situación pedí un Uber, porque sé que sí toman el pasaje, pero en la calle donde están las arrendadoras de autos. Accedí, venía molido del viaje, y sorpresa, además de caminar para encontrar el taxi, me cobró más de lo que me cobraban en el aeropuerto.
Los cierto es que está afluencia de pasajeros en el Aeropuerto de Mérida ha cambiado, y va aumentar por lo que se ve, por tanto es necesario, sino es más que urgente que repensemos qué hacer con los servicios de taxis, si bien el Va y Ven resuelve para el turismo, no lo hace del todo para el que vive en Mérida, sobre todo si se viven en el norte, poniente, oriente o sur de la ciudad.
Si los sitios del aeropuerto no dan el ancho, las autoridades tendrán que negociar, dejar pasar un cierto número de taxis de plataformas para abastecer el sistema de transporte, las reglas han cambiado, y aunque entiendo que un requisito de los aeropuertos es tener sus servicio de taxis, cuando estos son insuficientes, hay que buscar otras alternativas.
Las plataformas, especialmente Uber, tienen presencia mundial así que igual un alemán que un chileno lo buscaría al llegar a Mérida, y no va tener el servicio o tendrá que ubicarse rápidamente para llegar a la calle de las arrendadoras de autos.
La globalización nos ha modificado las reglas en todos los ámbitos, y no sé si las estamos entendiendo en los aeropuertos donde todavía se quieren mantener los feudos de los taxistas nada dispuestos a competir o entender el mercado, y obligar a los consumidores a pagar mucho más por el servicio, se que para cambiar las reglas no sólo depende de ellos sino de las autoridades también.
En este mismo orden de ideas, esta cuestión de que Mérida se vende como pan caliente a los de afuera, no es proporcional a la manera para atender a los de adentro, a los que trabajamos y traemos dinero al estado, mantenemos a nuestras familias y consumimos los servicios y pagamos nuestros impuestos. No se puede mirar hacia afuera sin antes mirar hacia adentro.
Finalmente fui llegando a mi casa cerca de la 1:00 de la mañana, mi hijo de 6 años se quedó dormido en mi sillón favorito, con su disfraz del Capitán América y una pancarta que decía con su letra «Bienvenido Papí.»
Foto de portada tomada del Diario Por Esto!