Lun. Abr 28th, 2025
Cuando empecé a escribir este artículo no sabía si enfocarlo a las y los adolescentes o a los padres y madres de familia. Luego me acordé de que, muy probablemente no sean adolescentes quienes lean -jejeje- y que si bien para ellos será importante esta información, quien la va a recibir son las mamás y los papás.

Tomando en cuenta quién va a leer este artículo, me parece que lo primero que hay que desmitificar es el concepto de adolescencia para luego poder entender la importancia de las amistades en esta época.

La adolescencia no es una etapa de transición como tampoco es un puente entre ser niño y ser adulto.

La adolescencia es una etapa en sí misma, cuya característica principal es la presencia de muchos cambios de manera acelerada en distintos ámbitos de la vida.

Por eso, muchas veces no sabemos qué hacer con nuestras adolescencias, pues no sabemos si tratarlos como niños o como adultos. Lo que sí es claro es que no podemos pensar que es una etapa de transición cuando son muchos años los que la incluyen.

Lo segundo que se debe aclarar es que es una etapa en la que se empiezan a explorar emociones, experiencias y, sobre todo, relaciones. La necesidad de formar parte de algo se convierte en una prioridad.

La búsqueda del contacto con otras personas se convierte en el medio para el contacto consigo mismo.

Las relaciones que se vayan construyendo en esta época dejarán una huella en las relaciones futuras.

En tercer lugar, si entendemos la adolescencia como una etapa de muchos cambios y muchas experiencias, algo importante es la experimentación. Las y los adolescentes necesitan experimentar nuevas relaciones y nuevos vínculos.

Es en esta etapa cuando aprenden a confiar o desconfiar, a permitirle a otras personas entrar en su vida íntima o poner límites, es cuando confrontan los modelos de pareja y de amistad que aprendieron en casa y empiezan a construir los propios (y copiar los que van conociendo).

Todo esto me lleva a pensar en la importancia de promover relaciones que favorezca la apertura la intimidad y al mismo tiempo el respeto con el establecimiento de los límites.

La única forma de desarrollar habilidades socioemocionales es practicándolas en las relaciones interpersonales. Nadie aprende a manejar bicicleta sólo con un manual, necesita subirse a la bicicleta y conducirla. Nadie aprende a nadar solo con instrucciones, se requiere meterse al agua. Lo mismo pasa en las relaciones, se requiere involucrarse emocionalmente con las personas para aprender sobre la intimidad y el respeto.

Por supuesto que hay riesgos y el adolescente tendrá que aprender a preverlo y a afrontarlo. No podremos evitar el placer y el dolor en esta etapa, pero como adultos podemos acompañar para ser la mano de apoyo y el abrazo que conforta cuando lo soliciten.

Papá y mamá no pueden ser los amigos de sus adolescentes, pero tienen que ser el padre o madre afectuoso y cercano. Como adulto necesitarán poner límites, pero límites argumentados, y con consecuencias muy claras.

Yo soy yo y tú eres tú, pero al entrar en contacto formamos un nosotros. El adolescente aprenderá de su individualidad y colectividad a través de sus relaciones de amistad. Asumiendo los placeres, dolores y riesgos de construir un nosotros.

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