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La joya de la corona tiene un aroma.

Llegué hace unos meses con la promesa de un chile en nogada, que por haber tardado un poco más de lo que debía ya no alcancé a degustar. En aquellos meses una amiga me recomendó un pequeño y acogedor restaurante. Fue así como conocí uno de mis espacios favoritos en la calurosa Mérida.

Ubicado en la Calle 20 en Montecristo, el café Bistrot Panadería, Petite Julieta, fue una caricia oportuna para mi recién llegado corazón, que necesitaba calidez gastronómica y abrazos multisabores para seguir afianzando en mi nuevo lugar de residencia.

Su cercanía a mi hogar, su latte coco (que sigue siendo mi favorito), su atractivo y delicioso menú y la inmejorable atención de sus meseras y meseros -principalmente Manuel- fueron haciéndolo mi consentido en poco tiempo.

En mi primer visita fui cautivada por su Menú de tiempos, posteriormente me dejé seducir por sus desayunos y debo decir que he caído en la tentación de comer uno que otro chocolatín (pecado mortal para mi dieta libre de gluten) que gracias a su masa madre ha resultado no sólo ser delicioso sino totalmente inocuo para mí.

A la calidad y entrega en la preparación de sus alimentos, su propuesta única para este rincón de la ciudad, su panadería casera y deliciosa, podemos sumar lo agradable que es estar en Petite Julieta, ya que es un espacio cálidamente acondicionado con su reminiscente toque francés.

Su jardín ha sido refugio para mi escritura y reflexiones, siempre al lado de mi inseparable coco latte, que supongo en próximos días dejaré de pedir caliente y conoceré en su versión frapppé. Visitar este rinconcito de sabores, aromas y colores pastel se han vuelto parte de mi cotidianidad.

Como puntos a resaltar (por si aún faltaran halagos) siempre que he sugerido alguna mejora o he tenido alguna inquietud por mi platillo, mi solicitud ha sido siempre atendida, cuentan con productos gourmet a la venta, como su rica mermelada o su salsa macha, perfectas para un regalo diferente, su panadería también está lista para llevar y cuentan en su tienda con algunos otros obsequios lindos.

En la parte oscura (porque en toda luz hay oscuridad) su creciente popularidad les ha hecho merecedores de visitas grandes en grupo, solicitando mesa para numerosos invitados que buscan celebrar algún evento, resultando un desafiante reto de convivencia para el resto de las y los comensales que deseamos pasar un rato ameno, pues deja de serlo debido a la acústica del restaurante, la cercanía entre mesas y al exceso de algarabía de la celebración en cuestión. Esto último se ha vuelto muy habitual o yo he tenido últimamente la suerte de llegar a la hora del festejo. Poder sostener una conversación de dos o tres personas, luchando con el intenso ruido de una reunión puede ser algo cansado.

Por lo demás Petite Julieta sin duda y con vastos argumentos que aquí les dejo, forma parte sin duda de la joya de la corona gastronómica de nuestra ciudad, así que si buscan desayunar algo delicioso y diferente, tener una comida especial o beber solamente un rico café, es una visita impostergable. Tomen en cuenta sus horarios ya que solamente se encuentra abierto mañana y tarde.

Bon appétit!

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