El artículo número 270 del Reglamento de la Ley de Tránsito y Vialidad del Estado de Yucatán señala que “para hacer uso de los lugares exclusivos de estacionamiento para personas con discapacidad el vehículo deberá contar con la placa de circulación para personas con discapacidad o con el tarjetón para pasajeros con discapacidad, colocados en los lugares señalados en este reglamento.”
Ahora bien, toda aquella persona que no respete los cajones de estacionamiento y rampas destinadas especialmente para personas con discapacidad se harían acreedoras a una multa, que se actualiza conforme a lo dispuesto por la Secretaría misma y que equivaldría a un número determinado de salarios mínimos.
En el año 2017 la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) de Yucatán y la Dirección de Policía Municipal de Mérida de manera conjunta formaron parte de la campaña “Por un Yucatán incluyente”, cuya labor principal era la promoción del respeto a los espacios de estacionamiento destinados a la población con alguna discapacidad; sin embargo, al paso de los años esta cruzada parece irse diluyendo en el olvido y la indolencia. Una oleada de ignorancia e indiferencia está permeando en muchos ciudadanos y ciudadanas que lejos de respetar los cajones, los utilizan con autoritarismo y comodidad sin que nadie les ponga un alto.
Una ley omisa y nuestra responsabilidad ante ello
Existe un gran número de infractores que se sienten avalados por quienes lejos de instarlos a no llevar a cabo lo indebido, los incentivan al no sancionarlos o hacer caso omiso. Entre quienes favorecen esas omisiones, ya sea por negligencia o en toda facultad de hacerlo, se encuentran desde el personal del estacionamiento, gerentes de restaurantes, guardias de supermercados o negocios, agentes de tránsito fantasmales…
¿Quién pondría orden en una situación que nos debería afectar a todas y todos?
¿Acaso entre nuestros familiares no contamos con alguna persona que sufra alguna discapacidad, que pudiera estar cursando el último trimestre del embarazo, un adulto mayor cuya movilidad está comprometida?
¿Qué tipo de sociedad somos si no podemos respetar algo tan plenamente sencillo y específico?
Alguna vez escuché decirle a un niño a su papá “ahí no te puedes estacionar” y el señor le respondió “nomás voy rápido”.
Seguramente nos sobran ejemplos de todos los pretextos de los que hemos sido testigo cuando alguien utiliza uno de estos cajones especiales.
Un omiso «viene viene»
El señor “viene viene” en el supermercado al que asisto ha llegado a decirme que sí me puedo estacionar ahí “porque todo mundo lo hace”. Quizá todo el mundo lo haga, pero yo simplemente no puedo, no puedo porque recuerdo a mi abuelo siempre esforzado por llegar a la rampita para avanzar con su andadera, observando que su lugar destinado estuviera libre para caminar por su propio pie hasta donde su vejez se lo permitiera. No puedo porque imagino a mi mejor amiga embarazada que agradecía mucho esos espacios para no tener que caminar tanto porque el médico le había rogado absoluto reposo, pero tenía que seguir saliendo a hacer pagos al banco y podría nombrar muchos ejemplos más, pero no puedo porque NO se debe. Punto. Porque las leyes existen para ser respetadas, para que una convivencia justa, igualitaria y ordenada nos permita ser una comunidad desarrollada y avante.
Foto: Gobo
La ciudadanía está invitada a realizar la denuncia, ya sea como testigo o al verse afectada directamente al no poder hacer uso de un espacio especial.
También podemos instar a las personas a realizar lo conducente porque estamos en el derecho de hacerlo. Más allá, de sentir una infinita impotencia al ver como alguien ocupa esos lugares sin necesitarlo y por simple comodidad, es nuestro derecho y obligación, coadyuvar a que se cumplan las leyes en nuestra ciudad.
Es NUESTRA ciudad y juntos somos ciudadanía y comunidad, con capacidades y posibilidades diversas. No lo olvidemos por favor. Iniciemos por no ser indiferentes y propongámonos no ser infractores de la ley.