El 13 de agosto es el Día Internacional de los Zurdos: un 10 % de la población del mundo.

Charles Chaplin, Pelé, Mark Twain, Marie Curie, Mahatma Gandhi, Bart Simpson, Napoleón Bonaparte y Marilyn Monroe podrían no tener nada en común… excepto por el hecho de ser zurdos. A ellos, se suma Bob Esponja y por partida doble, pues ¡tiene dos manos izquierdas!, así lo revela un episodio de la caricatura.

Reales o ficticios, todos forman parte de una minoría cuya mano dominante fue asociada durante siglos con elementos negativos: maldad, inmundicia, hechicería o castigo divino, lo que provocó brutales persecuciones.

Algunos psiquiatras incluso les llamaban «esquizofrénicos en potencia», prejuicio sustentado por la fatal coincidencia de que personajes como Jack el Destripador o el Estrangulador de Boston fueran realmente «siniestros» en todas las acepciones del término.

Y aunque, por fortuna, el tiempo ha logrado desechar esa discriminación irracional, aún duele escuchar historias de abuelos a los que sus maestros les amarraban la mano o los golpeaban con una regla para obligarlos a usar solo la diestra.

Hoy, quienes pertenecemos a ese 10% del mundo que enfrenta dificultades inimaginables por el resto (recortar, chocar codos al comer, escribir en cuaderno de espiral y con el brazo colgando del pupitre), podemos mirar con orgullo siniestro cómo la humanidad aclama el talento de Beethoven, la genialidad de Da Vinci y Einstein, el activismo –izquierdista, naturalmente- de Hellen Keller, el brazo de Nadal, el pie de Messi… y celebrar nuestro día abiertamente: ¡Zurdas felicidades!

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