En Yucatán, el embarazo adolescente continúa siendo un fenómeno preocupante que revela profundas desigualdades de género, falta de educación sexual integral y omisiones institucionales. A pesar de los esfuerzos de algunas organizaciones y dependencias gubernamentales, las cifras siguen siendo altas: según datos del INEGI y del Consejo Estatal de Población (COESPO), cada año cientos de adolescentes yucatecas —muchas menores de 15 años— se convierten en madres, muchas veces sin haberlo decidido plenamente.
Estas jóvenes enfrentan una realidad cargada de retos: abandono escolar, estigmatización, precariedad económica y aislamiento emocional. Pero lo más preocupante es la normalización del deslinde masculino: en el discurso social, legal y mediático, los hombres —también adolescentes o adultos— que participaron en esos embarazos, suelen quedar fuera de toda responsabilidad.
En este fin de semana de festejo a la madre, y derramas económicas en su honor, en Vive Mérida, no podíamos dejar pasar una reflexión sobre aquellas madres que empezaron su maternidad en condiciones adversas.
Una problemática con rostro femenino
En comunidades urbanas y rurales de Yucatán, ser madre adolescente conlleva múltiples formas de exclusión:
- La escuela como territorio hostil: Muchas adolescentes embarazadas son marginadas o “invitadas” a dejar sus estudios. Aún cuando legalmente pueden continuar, la falta de políticas activas, el prejuicio del personal educativo y las presiones familiares terminan por expulsarlas del sistema.
- Estigmas culturales: En un estado donde persisten estructuras conservadoras y machistas, las jóvenes madres son señaladas como “culpables” o “desviadas”. Se les juzga con severidad, incluso dentro de sus propias familias o comunidades.
- Cargas no compartidas: Mientras ellas asumen la maternidad, el cuidado y la manutención, los padres de los bebés —frecuentemente mayores— no solo se desentienden, sino que muchas veces ni siquiera enfrentan consecuencias legales, aún en casos que implican violencia sexual o abuso de poder.
El silencio sobre los hombres: ¿dónde están los padres adolescentes?
En Yucatán, el embarazo adolescente es tratado casi exclusivamente como un “problema de niñas”. Los hombres rara vez son cuestionados o involucrados activamente. Esta omisión tiene consecuencias profundas:
- Impunidad normalizada: En los casos donde hay una relación con adultos o con diferencia de edad significativa, muchas veces no se denuncian los hechos por miedo, ignorancia o presión social. El abuso se silencia y la madre queda sola.
- Instituciones que no exigen corresponsabilidad: Las políticas públicas están enfocadas en las madres adolescentes —lo cual es importante—, pero se necesita un cambio que también involucre y responsabilice a los hombres, tanto desde el punto de vista legal como afectivo y educativo.
- Cultura patriarcal vigente: En muchas comunidades, se sigue justificando o minimizando el abandono masculino con frases como “él es muy joven”, “no estaba preparado”, o “la familia de ella se hará cargo”.
¿Qué podemos hacer como sociedad yucateca?
- Exigir educación sexual integral con perspectiva de género en todas las escuelas del estado, desde la primaria.
- Fortalecer programas de apoyo a madres adolescentes, garantizando su permanencia en la escuela y acceso a servicios de salud mental y cuidados infantiles.
- Implementar estrategias comunitarias y legales para localizar y responsabilizar a los padres adolescentes o adultos involucrados, particularmente en casos de violencia o abuso.
- Sensibilizar a las familias, escuelas y autoridades sobre la corresponsabilidad masculina en la crianza y la prevención del embarazo adolescente.
- Promover una cultura que no juzgue a las jóvenes madres, sino que acompañe, escuche y empodere.
El embarazo adolescente en Yucatán no es sólo una cuestión de salud o educación; es también un síntoma de desigualdad estructural y de una cultura que aún perdona la irresponsabilidad masculina mientras castiga la feminidad. Cambiar esta realidad exige voluntad política, educación con enfoque de derechos y una transformación cultural profunda.
ENTRADAS RELACIONADAS