La caja negra de la Escuela Superior de Artes de Yucatán, albergó en su interior a un nutrido número de espectadoras y espectadores que vivimos de manera íntima y acompasadamente, de la mano de las intérpretes, Randia de Sofía, Maríah Li y Aleé Sánchez, sus historias personales llevadas al escenario.
Fragmentos de la vida de las actrices fueron compartidos con quienes curiosos y empáticos caminamos momentos que las cimbraron y construyeron como las mujeres que son el día de hoy.
Sus abuelas fueron una figura central en el biodrama y honraron la inspiración que les significa el que hayan sido mujeres tenaces que enfrentaron los estándares de su época y que desafiando el statu quo impuesto, lograron sus metas.
Abrazadas por la dirección de Vivi Tellas, directora argentina, lograron momentos de conexión muy importante con el público.
Un momento sumamente brillante y conmovedor fue el vals de quince años que protagoniza una de las actrices con un espectador, que al ser sorprendido por la actriz que narraba ese significativo momento de su vida, al sacarlo a bailar, tiene una participación en la obra, dotándola de sensibilidad y elocuencia en una imagen perdurable.
Un público entregado y atento, permitió que las palabras les envolvieran al ritmo de diálogos intensos y reflexivos, cándidos y aguerridos, así como de aquellos que liberaron risas e indignación. La música en vivo fue verdaderamente impecable y bellísima, ejecutada con maestría y absoluta emotividad.
Es un verdadero orgullo que nuestra ciudad célebre el onomástico de su fundación con arte de la calidad como la del espectáculo escénico que ofrece Exilia, que invita al cuestionamiento de nuestra manera de actuar en el presente a partir de aquello que fuimos desde nuestros antepasados y que el espacio que sea sede de ello sea la honorable ESAY que tantos talentos forma a lo largo de generaciones de artistas que nos permiten engrandecer el corazón y la mente.