Recurrentemente leo en los en los diarios de circulación nacional a los detractores de AMLO, plumas prestigiosas entre académicos, empresarios, analistas políticos, encuestadores, quienes en un principio veían a Andrés Manuel, como él mismo lo decretó en sus campañas «la esperanza de México.»
¿Qué fue lo que pasó? ¿Cuándo fue que la esperanza se convirtió en desesperanza? ¿Dónde estuvo el engaño? tendrán sus razones, las cuales, me parecen, razonamientos tardíos, porque lo evidente lo era, desde… digamos, por ejemplo, bloqueó los pozos en Tabasco, cuando corría el año de 1996.
Desde entonces, hemos visto desfilar en las filas de sus seguidores, aliados políticos y funcionarios, personajes de diversas calañas, bajarse del barco, los podría nombrar, pero ¿para qué? si los medios se encargan de ello, no hay que rascarle tanto.
Desde mi perspectiva, hubo dos cosas que me llamaron la atención para saber de qué iba AMLO:
- Cuando fue a votar en las elecciones de 2006. Lo percibí verdaderamente desesperado por votar por él, aguardó afuera de la casilla donde le correspondía votar, desde antes que la abrieran, fue de los primeros en entrar, le revisaron la credencial, le dieron las boletas y directo a la urna de presidente.
- Pedir que voten por Juanito pero que gobierne Clara Brugada en Iztapalapa, tal y como pasó en Guerrero con Félix Macedonio y su hija en Guerrero.
- Desde tiempo atrás, a las personas que se les otorgó un puesto de confianza en los gobiernos del PRD, se les cobraba un especie de «derecho de piso» por haberles dado el trabajo, y bien se sabe de esa práctica, pero como morenista, lo hacía nuestra secretaria de Educación, allá en su natal Texcoco, Estado de México, en su momento como alcaldesa.
A los desencantados, que no le cuenten a la ciudadanía su sorpresa de que AMLO es la manzana envenenada de la bruja de Blanca Nieves, lo sabían y lo usaron a su favor. Se dejaron engañar convenientemente, que asuman su responsabilidad por ser cómplices de la bruja que tiene hoy envenenados a muchos.