En Yucatán los adultos mayores viven a cuenta gotas

En Yucatán, las políticas públicas con perspectiva de vejez son prácticamente nulas, donde los adultos mayores no sólo enfrentan el abandono económico y emocional por parte de sus familias, sino también, la falta de acceso a la justicia y servicios de salud eficientes que les garanticen una vida digna, comenta la investigadora del Centro de Investigaciones Regionales Dr. Hideyo Noguchi, Gina Villagómez Valdés.

En sus 12 años de experiencia, manifestó que, en la actualidad, el panorama para las personas de la tercera edad es alarmante, ya que el sistema de cuidados familiar prácticamente se ha desintegrado, mientas que por el lado gubernamental que trabaja desde una visión asistencialista donde no existen métodos de atención integrales.

Gina Villagómez Valdés / Foto Cindy Sosa

Condiciones

La investigadora aseveró que un alto porcentaje de los adultos mayores de la entidad viven “a cuenta gotas” donde los distintos integrantes de la familia aportan con apoyos económicos, materiales o de apoyo emocional, sin embargo, este es muy escueto.

“Desde el hijo que lleva una despensa a la quincena, la hija que lleva a la mamá al doctor, la nieta que pasa tiempo con la abuela o la saca a pasear, el sobrino que ayuda a los mandados, es todo un sistema que permite que los adultos se mantengan a través de estas transferencias”, dijo.

Y es que, según un estudio realizado por Villagómez Valdés, estas dinámicas se presentan en todos los niveles sociales, en las que incluso hay adultos mayores con un mayor poder adquisitivo donde son los hijos quienes se encargan de distribuir las tareas para la atención de los abuelos.

Sin embargo, detalló que, desde mediados del siglo pasado, las familias con un mayor número de integrantes donde el abuelo o abuela eran los ejes primordiales, se han ido disolviendo con el pasar de los años, generando familias nucleares reducidas donde los adultos mayores suelen quedarse solos.

“Esto comenzó a provocar que los abuelos se quedaran en las ciudades centrales, es ahí donde nacen los barrios tradicionales del Centro Histórico de Mérida o las colonias de la García Ginerés, la Alemán, la Carranza, la Esperanza entre otros, haciendo que los matrimonios de los hijos se concentren en los fraccionamientos”, agregó.

Violentados

Y es que esta situación puede agravarse cuando dentro de las dinámicas de cuidados existen conflictos entre los hijos: “cualquier discusión de los hijos sobre la atención a los padres es una violencia indirecta hacia ellos”, comentó, lo que es tan solo uno de los tantos tipos de violencias a la que se enfrentan los adultos mayores.

Si bien, en la mayoría de los casos no hay el abandono físico debido a que se procura dar el alimento y techo a los padres, hay una mayor presencia del abandono emocional. “No les dedican tiempo, y no es porque sean malos, sino porque los hijos también tienen sus propias actividades, o se dan los casos donde los hijos tuvieron que migrar o casos donde tienen una situación económica más compleja que el adulto mayor”, relató.

El hecho de que las familias hagan ver a los padres como “una carga” genera una sensación de culpa en ellos, “muchos empiezan a decir que quisieran morir para no ser un problema y se da un deseo de autodestrucción, generando ansiedad y depresión que afecta en la salud física y emocional”. 

Foto: Cindy Sosa

Y aunque esto suele presentarse con mayor frecuencia, hay casos donde el panorama es crítico por la omisión total de las responsabilidades, lo cual va contra los derechos fundamentales de los adultos mayores, donde, en caso de tener hijos, estos tienen la obligación de proveer económicamente a los padres y estar pendientes de las necesidades médicas y alimentarias de los mismos.

Las violencias físicas como maltrato o violencia verbal como insultos y denostaciones también pueden ser parte de este ambiente lascivo para los adultos mayores.

Sin apoyo del gobierno

La doctora Gina Villagómez destacó que cuando los hijos deciden llevar a los hijos a asilos o residencias debido a que no pueden hacerse cargo de ellos puede representar un reto debido a la falta de espacios públicos y eficientes para la atención del adulto mayor, “ya que el Gobierno de Yucatán no cuenta con ningún albergue o asilo para el cuidado del adulto mayor lo que es una omisión institucional”, resaltó.

Si bien, el ayuntamiento de Mérida se cuenta con un albergue, la activista lamentó que al interior del Estado no se cuenten con estancias de atención y cuidado, “lo que implica una falta de política pública de atención a la gente vulnerable, ya que tan solo en Yucatán hay 15 municipios con índices superiores de envejecimiento”, comentó.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), la media nacional de envejecimiento en el país es del 13.4 por ciento de la población, sin embargo, en esta cifra de municipios los índices llegan hasta el 17 por ciento, “son pueblos de gente grande que dependen de este sistema de cuenta gotas ya que no hay otras oportunidades para ellos”, recalcó.

Y es en este mismo panorama, donde la investigadora aseguró que la solvencia económica en el estado para este sector poblacional vulnera aún más su independencia y acceso a servicios básicos.

En Yucatán solo el 30 por ciento de los adultos mayores tienen una pensión o jubilación “y la mayoría de estas son de personas asalariadas que brindaron más de 30 años de su vida en un trabajo, y ahora sobreviven con ingresos precarizados sin prestaciones básicas”, comentó.

Recordando que parte de este panorama fue visibilizado con el movimiento de pensionados y jubilados del 2011, donde tomaron las calles de la ciudad para exigir una pensión universal debido a que lo que ganaban después de su trabajo “no les alcanzaba”.

Otras vulneraciones

Villagómez Valdés aseveró que las mujeres mayores, indígenas, maya-hablantes y de comunidades rurales “son el eslabón más débil de la cadena social, viven un ambiente de desigualdad donde no tienen acceso a recursos suficientes.

Incluso, destacó que esta situación se agrava cuando las personas mayores viven con alguna discapacidad donde los espacios incluyentes y programas de apoyos son aún más escasos o, por otra parte, son personas de la diversidad sexual, quienes suelen ser rechazados de sus familias y viven discriminación, segregación y hasta agresiones físicas.

Gina Villagómez explicó que la principal responsabilidad de garantizar un bienestar integro para el adulto mayor es el Estado, quien aún no genera políticas públicas que atiendan de manera efectiva y preventiva a quienes ahora se encuentran en esta etapa de la vida.

Aseveró que en unos años la tasa de población de personas envejecidas serán mayores y no existen iniciativas que desde este momento se atienda en un futuro el número de personas que sufran lo que ahora los adultos mayores enfrentan ante los pocos espacios de atención oportuna a sus necesidades.

Los hallazgos de Villagómez, deben ser observados y tomados como puntos de partida para mejorar las políticas públicas hacia los adultos mayores, a las cual se suma el tema de las pensiones y los apoyos económicos gubernamentales que cada vez son más complicados de sostener, y no hay que perder de vista que cada vez más habrá menos jóvenes y más adultos mayores.

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