Aquel que escucha bien, toma notas»
Dante
Triny, es el nombre de la primera bibliotecaria que conocí, y me decía: te animas a leer un libro después de que lo palpas y lo hueles. Cuanta verdad en sus palabras.
Para los aún asiduos lectores de libros impresos, entrar a una librería a ver cuáles títulos tiene, sentirse atraídos por la vista de sus portadas, leer las contraportadas, analizar el índice, ojear su contenido, leer un párrafo, es el recorrido necesario que lleva a la decisión a la compra de un ejemplar, hasta que llega un dependiente, y dice ¡no puede leer el libro!
¡Qué absurdo! si hasta en las agencias de automóviles te permiten hacer una prueba de manejo de autos con un valor cercano a un millón de pesos ¨¿Cómo es posible que en una librería no se pueda ojear un libro para tomar una decisión de compra?
Según el INEGI, la población mayor de 18 años que es alfabeta lee en promedio 3.7 libros al año, siempre y cuando tengan estudios de nivel superior. Si esto es así, cuesta mucho trabajo pensar cómo sobreviven las librerías, que dicho sea de paso, son muy pocas, ya que se presume que ni siquiera se llega a las 2 mil a lo largo y ancho de la nación para más de 120 millones de mexicanos.
Los negocios ya consolidados en la materia, no deben sentirse los grandes sobrevivientes a nuestro analfabetismo funcional, por el contrario, su fuente de innovación comercial se debe centrar en la promoción de la lectura lo que llevará sin duda: a la compra de libros
Dante, apaga el infierno
Qué ganas de no decir nada malo de una librería, por el contrario, siempre deberían salir flores de la boca y los escritos de sus clientes, pero no se ayudan. Ya había comprado 2 libros, invertido cerca de 600 pesos, por cierto uno de ellos de Editorial Gante, y de salida veo otro, lo estoy ojeando cuando me dice la dependienta: eso no se puede hacer, me voy y pierden 300 pesos más por una mala política de atención al cliente.
Las Librerías Dante, más allá de ser un negocio de venta de libros, es un referente para la extensión de la cultura en la península, no sólo están en Yucatán, en Campeche y Quintana Roo se pueden encontrar una sucursal de ellas.
Este negocio ha acercado los libros a la población peninsular desde hace más de 40 años, están en una situación privilegiada sobre la construcción de la cultura de la población, no la tiren por la borda por una mala capacitación de sus empleados.
Dejen que sus clientes, con un libro muestra, puedan ojear y oler los textos que ofrecen, y con ello aumentar la posibilidad de su compra.