Posiblemente ante algunos cambios en las restricciones de la contingencia sanitaria por el COVID-19 durante los meses de abril y mayo, nos hayan creado una sensación de que la emergencia sanitaria estaba concluida. Muchas personas incluso llegaron a afirmar que estábamos ya viviendo una endemia, que nuestra costumbre sería vivir ya con el virus como en el caso de la influenza y otras gripes estacionales. Algunos estados cambiaron sus políticas de convivencia, uso del cubrebocas, eventos masivos, aforo en lugares públicos, etc., pero lo que hoy podemos constatar es que aún tenemos un camino importante y responsable que recorrer hacia adelante, en las próximas semanas y a evaluar, en los próximos meses.

En este quinto repunte de contagios de Covid-19, la Secretaría de Salud en nuestro país informó que del 20 de junio al 3 de julio han registrado 164,837 de las subvariantes BA.4 y BA.5 de Ómicron.

Algo que llama la atención en esta nueva oleada es que muchas personas que se han contagiado, han contraído el virus por primera vez, aunque existen también personas que reportan su segundo contagio y que sin duda pueden referir algunas diferencias entre la primera vez que cursaron la infección por el SARS-CoV-2, no estando vacunados y la sintomatología que experimentan ya contando con la vacuna, e incluso con refuerzo de la misma.

Sea la primera vez que presentan el cuadro o no, si cuentan con su esquema de vacunación al día, o son personas que por alguna u otra razón no tienen las vacunas, la realidad patente es que aún no hemos dejado atrás al virus. Que el curso de la enfermedad aún sigue siendo persistente y que el virus busca mutar y preservarse a toda costa en la lógica de supervivencia de su biología.

La pandemia no ha terminado

No debemos desestimar al virus creyendo que estamos inmunizados o que hemos superado la etapa crítica, es de vital importancia recordar que no conocemos aún lo suficiente del virus, que la COVID-19 aún es una enfermedad nueva de la que vamos aprendiendo y conociendo poco a poco al paso del tiempo, cuyos síntomas y efectos son diferentes en la población y que existen muchos factores que pueden hacer que la infección se curse de manera leve y transitoria o que en algunas situaciones puede llegar a agravarse o dejar secuelas permanentes.

Mantenerse en continua información, seguir contribuyendo a las medidas sanitarias que nos sean posibles y mantener a medida de nuestra cotidianidad algunos de los esfuerzos para reducir los contagios no serán poca cosa ante un panorama todavía velado en ciertos aspectos. Seamos empáticos y solidarios y que permee en nuestro comportamiento un sentido de colectividad y responsabilidad que nos ayude a seguir transitando una pandemia aún no concluida.

Ante cualquier asomo de sintomatología, aunque pareciera una “simple” gripe, no dudemos en llevar a cabo el protocolo sugerido para mantenernos bien hasta donde sea posible, realicemos las pruebas conducentes y mantengamos informadas a las personas con quienes hemos estado en contacto, siguiendo todas las recomendaciones médicas y de atención sanitaria. 

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Un comentario en «Aún seguimos aprendiendo del SARS-CoV-2»
  1. He leído con mucho interés el artículo. Definitivamente debemos mantener las medidas sanitarias preventivas. Una de ellas, de la que se habla poco, y que es sumamente útil, no solo para el covid-19, sino para cualquier otra enfermedad, es la de una sana alimentación. Al principio de la pandemia, creí que al menos habría un lado positivo que consistiría en cobrar conciencia de nuestros pésimos hábitos alimenticios, pero conforme se ha cotidianizado la convivencia con la enfermedad, las personas vuelven a la chatarra y al humo.

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