En septiembre de 2019, la saxofonista Elena Ríos fue atacada con ácido por órdenes de Juan Antonio Vera Carriza, ex diputado local del PRI, empresario de gasolineras, dueño de una estación de radio de Oaxaca y autor intelectual del delito. ¿Cuál fue la razón de este ataque? El enojo de Juan Antonio porque Elena terminó la relación amorosa que mantenía con él.
Al día de hoy, este tipo de violencia, a pesar de encontrarse tipificada en el Código Penal, únicamente se contempla como delito de lesiones. El pasado mes de mayo del presente año, Elena presentó una iniciativa de ley que busca que este delito sea tipificado como tentativa de feminicidio y se castigue a los atacantes con 40 años de prisión. Elena Ríos busca que se integre en el Código Penal Federal, el concepto de violencia ácida y se contemplen todo tipo de ataques con agentes químicos, no únicamente ácidos, que puedan provocar lesiones externas o internas de manera permanente y provoquen discapacidad.
En México este tipo de ataques ha ido aumentando con los años. La Fundación Carmen Sánchez registraba 28 casos de ataque al mes de mayo de 2023, siendo los estados con más violencia de ataques ácidos la Ciudad de México, Puebla y Estado de México. Al finalizar el mes de junio, se registraban 34 denuncias por ataques de ácido.
Únicamente en la India, en los últimos 5 años se han reportado 1,362 ataques de ácido. En el mismo país, en el año 2021, se reportaron 176 ataques y 73 tentativas de ataque. La mayoría de los ataques son en lugares públicos, es decir en las calles o escuelas, y más del 80% el ataque es dirigido hacia mujeres.
Este tipo de agresiones llevan una altísima carga simbólica. Marcan de por vida, y los agresores eligen este tipo de ataque para demostrar su poder y dominio. Está dirigido como un castigo a la mujer porque fueron rechazados y a su vez, funge como venganza. Este tipo de ataque deja el rostro y el cuerpo desfigurado, algunas veces las víctimas mueren por estos ataques, debido al daño que deja el ácido al alcanzar órganos internos. Este tipo de violencia, si no causa la muerte, causa dolor, sufrimiento y complicaciones gravísimas para las víctimas toda su vida.
De acuerdo a la ASTI (Acid Survivors Trust International) en Londres se mantiene un rango de entre 300 y 500 ataques de ácido por año desde 2017, y curiosamente, las víctimas son en su mayoría, hombres. En los últimos 10 años, este país ha visto un aumento de este tipo de ataques en un 90%.
En Colombia, debido al aumento visualización de los ataques, se ha iniciado la revisión de condenas para agresores y la restricción de comercialización de productos abrasivos de los productos más utilizados por este tipo de agresores, ya que este delito es comúnmente realizado con ácido sulfúrico, muy fácil de adquirir, ya que es utilizada por mecánicos para motos de carro y motocicleta.
¿Es la privación de la libertad suficiente castigo para los agresores? En México al menos, el sistema penitenciario es una burla, no hay un sistema de reinserción social que sea efectivo, los agresores únicamente están encerrados, conviviendo con otros delincuentes, de quien es posible que aprendan mejores y más efectivas estrategias para seguir haciendo daño.
Pregunto nuevamente ¿El encierro es la solución? Las consecuencias legales de este delito son el pago de una fianza y la privación de la libertad. Cabe mencionar que el agresor de Elena Ríos, con fuertes influencias en la política, fue capaz de cumplir a partir de este año, su sentencia en arresto domiciliario. Para los hombres con poder y dinero no existe la ley, o se dobla a su mayor beneficio.
En una página de gobierno se dice que es urgente alejar este tipo de armas a los delincuentes, para solucionar estos problemas. Regular de manera eficiente la adquisición de estos químicos, reduciría la posibilidad de realizar el daño, pero no es la solución, ya que ya existe la intención maliciosa y premeditación del hecho de atacar o violentar.
De acuerdo a la ASTI, este tipo de ataque es más frecuente en países donde la violencia a la mujer es más alta y en donde es más tajante la desigualdad de género. El problema no es únicamente el arma, es la sociedad, el sistema de poder, las creencias, comportamientos y actitudes centrados en el ganar, el dominar, el tener poder.
Como pedagoga, tengo la tendencia a enfocarme en la educación, la que comienza desde casa. Desafortunadamente en México, las creencias y actitudes sobre la familia son decepcionantes en la mayoría de los casos.
En Mérida por ejemplo, a pesar de ser una de las ciudades más seguras de México, es el estado con el índice más alto de suicidio, se encuentra también en los primeros lugares del listado de alcoholismo y los índices de violencia doméstica son elevados.
Es un estado sumamente clasista, que maltrata y emite juicios por color de piel, raza y situación económica. Si la situación es así en el estado más seguro de México ¿Cuál es la esperanza para otros estados? ¿Qué tenemos que cambiar dentro de nosotros mismos, nuestra forma de pensar y de vivir para ir transformándonos al México que en nuestros corazones deseamos?