Lo que fue, será, lo que se hizo, se hará… Todo cambia, nada es nuevo.

Sentimientos que se divierten jugando en el caos de mi mente, escondiéndose entre los escombros de mi memoria, brincando sobre recuerdos inquebrantables, bailando con mis emociones contenidas, alborotando pasiones y vistiéndolas con letras, pues bien saben, que yo no escribo porque tenga mucho tiempo libre, sino porque soy libre todo el tiempo que escribo…

Probablemente estamos en medio de un proceso de cambio disruptivo cósmico generacional, lo cual explicaría las incongruencias de nuestra actual realidad. Vivimos un tiempo infestado de “influencers” que no influyen en nada positivo, un tiempo en lo que lo bueno es ridiculizado y lo ridículo comercializado. La incultura es venerada, mientras la prudente sabiduría es ignorada y despreciada.

Todo mundo imita lo que todos hacen, porque a todos les gusta ser parte de la manada “cool”, mientras el camino correcto, tú propio camino, es solitario y contracorriente. Se perdona al corrupto, pero se crucifica al idealista. Callan al intelecto y a la sensatez, para que la estupidez y la necedad no se incomoden, no se ofendan. En vez de capacitar, educar y motivar; se adoctrina y manipula. Se crean odas a lo superficial, se consume lo material; para poder llenar los vacíos en el alma.

Se ha construido una sociedad enferma, para tener una economía sana. La inclusión la sustentan tanto en la destrucción del idioma como en una guerra estéril entre géneros, en vez de derribar muros y construir puentes. La ignorancia, es osada, atrevida, valiente; mientras la inteligencia calla y se amedrenta ante la turba, disfrazando su miedo de prudencia. Tiempos en los que es más rentable enseñar nalga que cerebro. Tiempos en lo que el erotismo es censurado, mientras se patrocina y fomenta la prostitución.

Nos hemos resignado a convivir con una generación que no entiende que la indiferencia es simplemente otra manifestación de la corrupción, que aplaudirle a un político por hacer obra con dinero público es como si le aplaudieras al cajero automático cuando te entrega tu propio dinero.  Nos hemos acostumbrado a callar ante una sociedad estólida que chulea la vestimenta de un Rey que camina desnudo, polarizando y dividiendo un reino que no es suyo, mientras se alimenta de los fanáticos que él mismo ha engendrado.

Este ya no solo es Un Mundo Raro… Sino absurdo.

@jmpumarino

José María Pumarino, escritor, cineasta. Leyendo aprendí a perderme, escribiendo a encontrarme.

8 comentarios en «Absurdo…»
  1. Excelente dísertación, impregnada de realismo, tan claro y preciso, que no tiene entendimiento en los más, sin en cambio, en el universo de los que miran sin obstáculo, hay una semilla de conciencia que edifica el alma, para vivir en consecuencia.

  2. Todavía habemos quienes no somos ni pretendemos ser de esa «manada cool»…
    Afortunadamente todavía hay personas que no van con esa tendencia, somos «los raros», ahora somos los
    disruptivos…
    Ahora somos los aburridos, los fuera de, los fuera de moda -dicen-😁 … Y si lo soy, yo lo soy…
    Que me anoten en el pequeño listado de los que en esta nueva etapa generacional no encajan ni van con la corriente.

  3. Coincido contigo, es un mundo absurdo, pero depende de nosotros cambiar las cosas, hacer la diferencia. Porque si no somos parte de la solución, somos parte del problema.

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