“Estoy bien, sólo fue un malestar”, “no necesito ir al médico”, “ya se me pasará”. Estas frases cotidianas resumen una tragedia silenciosa: en México, los hombres fallecen en promedio cinco años antes que las mujeres. Según el INEGI, la esperanza de longevidad al nacer es de 78 años para ellas y 72 para ellos, y aunque buena parte de las muertes masculinas podrían prevenirse, la cultura de “aguantarse” cuesta vidas.
Al respecto, Alí Siles, del Centro de Investigaciones y Estudios de Género de la UNAM, explica que muchas conductas masculinas vinculadas con la salud son producto de mandatos culturales y no de causas biológicas.
“Ser hombre se asocia con ser fuerte y no quejarse, y en nuestra sociedad, buscar ayuda médica se percibe como una señal de debilidad”.
Esa imagen de fortaleza perpetúa un mandato social: aguantar al límite, incluso si el cuerpo da señales de alerta. A decir del especialista, la masculinidad es paradójica: se espera que el varón sea autosuficiente y no muestre vulnerabilidad, aunque ello signifique arriesgar su vida.
“Los hombres tendemos a preocuparnos más por cómo están los demás que por nosotros. Mientras menos ayuda busquemos, más reafirmamos que somos fuertes, pero esa idea termina por matarnos”, subraya.
Enfermedades prevenibles
A decir de Mario Alfredo Rodríguez León, médico de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Zaragoza de la UNAM, el hombre también suele ser más descuidado con su salud que la mujer.
Según el INEGI, en 14 de las 15 principales causas de muerte en el país, ellos encabezan las cifras. Un ejemplo son las cardiopatías, pues de los 109 mil fallecimientos que provocan al año, 60 por ciento son masculinos; de las 93 mil muertes por diabetes mellitus tipo 2, 56 por ciento corresponde a varones, y de los 42 mil decesos por cirrosis y enfermedades del hígado, el 70 por ciento recae en hombres.
“Nos enfermamos igual o peor, pero nos aguantamos, y si vamos al médico es porque estamos muy enfermos. Nuestro sistema de salud es reactivo, privilegia la curación sobre la prevención”, dice el universitario.
También hay padecimientos como hipertensión, diabetes o cáncer de próstata que son asintomáticos durante años y, como los hombres no se realizan chequeos, buscan atención cuando el daño es irreversible. “Se evitarían muertes si hubiera conciencia del autocuidado informado”.
Salud masculina en las Américas
Según un estudio de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) de 2022, los varones en la región de las Américas viven, en promedio, 5.8 años menos que las mujeres y presentan una tasa de mortalidad hasta siete veces mayor en jóvenes, principalmente por causas prevenibles como violencia, accidentes de tránsito, consumo de alcohol, enfermedades cardiovasculares, diabetes y cirrosis hepática.
El trabajo Masculinidades y salud de los hombres en la región de las Américas revela que una de cada cinco muertes de hombres se da antes de los 50 años, lo cual da pie a un fenómeno llamado “feminización de la vejez”, que es cuando las mujeres se vuelven mayoría dentro de la población de adultos mayores debido a una esperanza de vida más alta.
En la región, 61.7 por ciento de las muertes por cirrosis y enfermedades del hígado se relacionan con consumo de alcohol, mientras que la violencia interpersonal muestra una razón de 7.3 varones occisos por cada víctima femenina fallecida.
Más allá de las causas biológicas, la OPS advierte que las diferencias en salud se explican por las normas culturales y los mandatos de género que promueven conductas de riesgo.
“La salud entre un sexo y otro es distinta, no sólo por los factores biológicos, sino por la construcción y las desigualdades de género”, señala el informe referido.
Durante la pandemia de COVID-19, la brecha se hizo más visible: 60 por ciento de las muertes en el continente fueron masculinas (con 2.8 veces más probabilidades de ingresar a terapia intensiva que las mujeres).
Ellas siguen cuidando
Según la publicación Mujeres y hombres en México 2024, 87.9 por ciento de las encuestadas acudió a consulta médica al tener un problema de salud, frente a 83.6 por ciento masculino. Es decir, ellas usan más los servicios de salud y actúan con mayor rapidez ante los síntomas.
En la mayoría de los casos, son las madres, hermanas, esposas o hijas quienes insisten a los varones en que vayan al médico o sigan un tratamiento. “A los hombres no se nos enseña a cuidar ni de nosotros mismos. Esa tarea suele relacionársele con lo femenino”, apunta Siles.
Las labores de cuidado –indica– tienden a recaer sobre ellas y eso les genera una doble o triple carga de trabajo, porque deben cuidar de otras personas y a sí mismas.
“Hoy es más común que los varones jóvenes sean más conscientes de su salud y bienestar, y hacia allá deberíamos ir todos, rumbo a un cambio”.
Un cambio urgente de paradigma
Para el académico de la FES, se requiere una transformación profunda en la educación, política de salud y cultura. «Requerimos un sistema proactivo que forme hábitos de revisión periódica y prevención desde la infancia. Si quieres adultos sanos, invierte en niños sanos”, sostiene.
Siles coincide en que el autocuidado no debiera evaluarse en términos de fortaleza o debilidad, sino pensarse como un ejercicio de responsabilidad que no hace a una persona más o menos hombre.
“No somos invulnerables ni debemos fingir que lo somos”. Ambos especialistas apuntan que la UNAM, como formadora de nuevas generaciones, tiene un papel central en la promoción de masculinidades más saludables que valoren la prevención y el bienestar emocional.
“Aguantarse” es una actitud aprendida que se traduce en cifras trágicas:
más de 370 mil hombres mueren cada año en México, la mayoría por causas evitables. Cambiar ese patrón salvaría vidas masculinas y aliviaría la carga de cuidado asumido por las mujeres durante siglos. La salud, coinciden los universitarios, no debería ser una prueba de hombría, sino una muestra de amor propio y responsabilidad social.
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