Mérida ha dado grandes pasos en materia de movilidad urbana: la modernización del transporte público, la creación del sistema Va y Ven con unidades híbridas y eléctricas, y la introducción del BRT eléctrico Ie‑Tram son muestras claras de ello. Sin embargo, a pesar de estos avances, existe una brecha significativa en el acceso al transporte escolar, un aspecto casi invisible en la agenda pública y de creciente urgencia.
1. Menores en riesgo y congestión vial
Como señala Cicloturixes, durante días de descanso o pandemia, Mérida recupera fluidez vehicular. ¿Por qué? Porque casi el 20 % del tráfico diario responde al traslado escolar en vehículos particulares El problema es doble: aumenta la exposición de niñas y niños al riesgo vial, y detona congestiones en las zonas escolares más transitadas.
2. Beneficios comprobados en otras ciudades
En zonas urbanas como Guadalajara, el transporte escolar concentra un porcentaje importante de los viajes. Y promoverlo reduce tráfico, contaminación y mejora la puntualidad . Mérida, pese a su tamaño menor, puede replicar estos beneficios. Además, en Yucatán ya existen experiencias exitosas: municipios como Peto o Tekax ofrecen servicio gratuito para estudiantes Esa experiencia debe replicarse y ampliarse.
3. Equidad y acceso a la educación
El transporte público en Mérida ha mejorado, pero aún tiene deficiencias: flota envejecida, alta antigüedad de unidades, escaso acceso para personas con discapacidad y cobertura limitada en zonas periféricas El transporte escolar aseguraría a estudiantes de zonas vulnerables una vía segura, digna y confiable para llegar a sus escuelas.
4. Políticas públicas integrales necesarias
Para diseñar un sistema de transporte escolar, se requiere actuar en varios frentes:
- Marco normativo: incluir rutas escolares dentro de la ley estatal de transporte, con certificación de unidades, conductores capacitados y estándares de seguridad (cinturones, arneses, mantenimiento)
- Financiamiento público: promover alianzas entre gobiernos, escuelas públicas y privadas para subsidiar el sistema.
- Participación ciudadana: involucrar a padres, docentes y estudiantes en el diseño de rutas y frecuencia; esto fortalece la pertinencia de las políticas.
- Complementariedad modal: alinear con estrategias de movilidad activa. Para estudiantes que viven cerca, fomentar caminar o ir en bicicleta, mejorando infraestructura cercana .
5. Impacto positivo para todos
Implementar transporte escolar no solo favorece al alumnado; también disminuye congestión vial, reduce los gases contaminantes en horas pico, y mejora el rendimiento escolar. Para madres, padres y docentes, representa ahorro económico, tranquilidad y menor estrés.
Mérida ha avanzado con el Va y Ven y el Ie‑Tram. Pero su transporte escolar sigue siendo un vacío pendiente. Es necesario reconocerlo como un tema de salud pública, bienestar social y justicia educativa. Políticas integrales, participativas y bien financiadas pueden transformar la experiencia cotidiana de miles de estudiantes y sus familias, al tiempo que fortalecen la movilidad sostenible.
Con voluntad política, coordinación interinstitucional y perspectiva de equidad, Mérida puede dar el paso decisivo hacia un sistema de transporte escolar efectivo y justo. Es hora de impulsarlo: el futuro de miles de niños —y de la ciudad— lo exige.
ENTRADAS RELACIONADAS