Existen determinadas expresiones que se convierten en frases tradicionales al pasar de generación en generación y que se repiten solo por el hecho de haberlas oído previamente sin analizar el significado real que tienen. Es el caso de: “Si te portas mal, no te traerán regalos los Reyes”.
O, en su versión menos agresiva: “Si te portas bien, te traerán regalos los Reyes”. Quizá pensamos que así es un mensaje más “positivo”. ¿Pero realmente lo es?
Refuerzo y castigo
En general, un castigo busca que una determinada conducta no se continúe realizando, mientras que el refuerzo trata de aumentar dicha conducta.
Desde la psicología del aprendizaje, y en concreto desde la rama de la psicología conductual, consideramos que el refuerzo positivo es aquel procedimiento que relaciona una respuesta instrumental (en este caso, portarse bien) y un estímulo apetecible (tener regalos). Si se da la respuesta, se da el refuerzo y, por el contrario, si la conducta no aparece, no se da el premio.
También se puede utilizar un refuerzo negativo (“Si te portas bien, los Reyes Magos no te traerán carbón”), en el que al realizar la respuesta instrumental, se retira un estímulo aversivo. Decir “Si no te portas bien, los Reyes te traerán carbón” sería un castigo positivo: el estímulo aversivo (carbón) aparece ante la respuesta (en este caso, portarse mal).
Finalmente está el castigo negativo: “Si no te portas bien, los Reyes no te traerán regalos”. Es decir, ante una respuesta (portarse mal) se le quita algo positivo (no recibir regalos de Reyes).
Motivaciones extrínsecas e intrínsecas
Es importante conocer también los términos motivación extrínseca y motivación intrínseca. La primera se produce al tener como meta la obtención de algo externo al organismo (un premio, un regalo…) y cuando éste no está o la posibilidad de conseguirlo desaparece, la conducta puede dejar de producirse. Sin embargo, en la segunda, la conducta se realiza por razones internas al organismo que no son observables (autoestima, competencia…) siendo más estable al no depender de un agente externo.
No hay una mejor que otra, depende de las circunstancias; además, pueden darse ambas a la vez. Por ejemplo, una niña puede estudiar mucho porque quiera sacar buenas notas (motivación extrínseca) y también para sentirse orgullosa de sí misma (motivación intrínseca).
Educar con amenazas
Por mucho que el mensaje de “si te portas bien te traerán regalos los Reyes” nos pueda parecer positivo, en realidad, la amenaza de un castigo subyace. Porque el niño o la niña entenderá: si me porto bien, los Reyes me traen regalos, pero, ¿y si consideran que no me porto bien? La respuesta implícita es: no tendré regalos.
Esto provoca una situación de miedo, que va a hacer que la conducta se lleve a cabo, pero no por haber interiorizado el aprendizaje adecuado, si no solo para evitar que el temor a no recibir regalos se haga realidad.
¿Qué efectos a medio y largo plazo tiene este mensaje? Pues que cuando se aleja la posibilidad de recibir el estímulo aversivo, el miedo desaparece y la respuesta deja de producirse. Es decir, una vez que han venido los Reyes habrá que buscar un nuevo refuerzo positivo extrínseco para seguir consiguiendo la misma respuesta. Y así tendremos que ir buscando nuevos refuerzos extrínsecos para su buena conducta sin llegar nunca a inculcarla de forma duradera.
Ser concreto, realista y cortoplacista
Muchas veces, utilizamos términos que son difíciles de comprender para un niño. “Portarse bien” es algo ambiguo, o cuando menos subjetivo. Por eso es frecuente que los niños y niñas más pequeños, cuando se aproximan las Navidades y se ven rodeados de referencias a los Reyes Magos, Papá Noel y los regalos, pregunten inocentemente a los mayores: “¿Y yo, me he portado bien este año?”
Tampoco es un mensaje realista. Como el niño probablemente sospeche, es altamente improbable que se quede sin regalos. Además, estamos ofreciendo un premio que se da una vez al año obligando a demorar el refuerzo. Esta demora hace que el estímulo apetecible reduzca su valor y la motivación decaiga.
Si queremos que nuestros mensajes tengan un efecto positivo y sostenido en la conducta de los más pequeños, deberíamos:
- Evitar usar el castigo, tanto el positivo como el negativo, y tratar de usar en mayor medida el refuerzo positivo y negativo. Esto nos permitirá tener una alta tasa de conductas positivas.
- Que el refuerzo no sea un estímulo material y utilizar otro tipo de estímulos como los sociales. Por ejemplo, en lugar de decir “Si haces tu cama toda la semana, te compro un regalo”, cambiarlo por: “Si haces tu cama toda la semana, este fin de semana jugaré contigo un buen rato”. Esto permite trasmitir valores más adecuados, es decir, en lugar de fomentar el consumismo y que los menores tengan un exceso de juguetes, se ponen en relieve la importancia de pasar tiempo en familia.
- Si una conducta está siendo motivada intrínsecamente, no ofrezcamos un estímulo externo que puede desvirtuar la situación y quitar la estabilidad que aporta el estímulo interno. Así, si la persona estudia porque le gusta la asignatura de la que se tiene que examinar, evitemos ofrecer un premio “por buenas notas”. Este estímulo externo se puede ofrecer en asignaturas que no le aporten tanto y así sacar provecho de la motivación extrínseca.
- No usar el miedo como estrategia: la ilusión y creencia en los Reyes Magos desaparecerá y con ella el temor que está sosteniendo la conducta.
- Proponer acciones concretas, medibles y limitadas. En lugar de hablar de “portarte bien” que es indefinido, podemos proponer “llevar tu plato al fregadero de la cocina nada más terminar de comer” que no da lugar a dudas.
- Por último, el refuerzo debe darse lo más cercano posible a la realización de la conducta para conseguir asociar la respuesta con el reforzador puesto que los menores que aún creen en los Reyes Magos no tienen desarrollada la capacidad de demora de gratificación: rechazar un beneficio más pequeño a corto plazo a cambio de conseguir un premio mayor más adelante.
La próxima vez que estemos a punto de animar a nuestros hijos o hijas a ser buenos para que los Reyes Magos les traigan muchos regalos, podemos acordarnos de que existen alternativas menos materialistas y amenazadoras.
Artículo publicado originalmente en The Conversation / Elena Sanz
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