Salir a tomar el fresco hace algunos años era una práctica de todos los días que ocurría en las colonias, una costumbre que más allá de únicamente refrescar a la gente, se convertía en un espacio importante para la construcción del tejido social gracias al intercambio que generaba entre vecinos. ¿Qué ha pasado ahora con esta costumbre?
Orlando Josué Casares Contreras, profesor investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) explica que la desaparición paulatina de salir a tomar el fresco no ocurre únicamente por un elemento, sino que es multifactorial.
«El común denominador es la conurbación masiva que está recibiendo la capital de la ciudad, en sí, fuera de Mérida o en áreas no tan conurbadas todavía sigue siendo común, aunque también se está perdiendo».
Uno de los factores que señala como causantes es el incremento del tráfico vehicular, pues llega a hacer incómodo estar en la entrada de casa escuchando todos los ruidos que provoca dicho tráfico; aunado a esto, el incremento en el asfalto (junto con otros factores), han cambiado el clima, el fresco también se fue…
«De alguna forma esto ya quedó en la nostalgia porque con las dinámicas que lleva la ciudad, sobre todo en algunas zonas, es casi imposible que pueda darse».
Además de esto, mira que el tejido social se ha transformado, porque salir a tomar el fresco era más que eso, implicaba platicar con las y los vecinos, enterarse de lo que ocurría en la zona, en la ciudad, si había alguna problemática e incluso organizarse al respecto; pero al crecer la ciudad y las distancias de un lugar a otro, las personas se encuentran cada vez menos e incluso hay quienes migran porque los servicios se han encarecido, disminuyendo así la vida vecinal hasta prácticamente ni conocerse.
«No tiene que ver con que las personas sean de fuera o no, pero al ser de fuera la socialización es más complicada porque hay menos puntos en común […] y a eso se le suma la lamentable costumbre de pensar que todos los males vienen de fuera».
Es así que la ausencia de personas tomando el fresco en sus entradas, no responde a un factor, sino a muchos que dificultan que pueda recuperarse esta costumbre «que de alguna manera era benéfica en términos de tejido social».
La comunidad tomaba una labor importante para intervenir en diversas situaciones que enfrentaban, por lo que la pérdida de esta costumbre tiene un impacto mayor del que podría notarse a simple vista, está relacionada con la pérdida del tejido social y el sentido de identidad. «Por eso hay mucha gente que no olvida el barr donde vivió su infancia, su juventud».
Desde la perspectiva del especialista, la falta de estos espacios, son un factor para crear una sociedad donde el individualismo encabeza, con falta de preocupación por las otras personas e incluso para temas como asaltos o robos en casa, pues se ven desde lejos «mientras a mí no me toque», a diferencia de antes que entre la comunidad se cuidaban gracias a la vida vecinal.
Ahora, apunta, la socialización es menor desde la infancia porque solamente conviven en espacios como la escuela y los parques, mientras que antes socializaban desde la cuadra donde vivían.
Por su parte, Eugenia Iturriaga, antropóloga social, cuestiona si realmente ya nadie sale a tomar el fresco, «creo que sí hay algunas colonias donde ha cambiado la población y por lo tanto sus costumbres, en colonias como la Alemán o el centro ha llegado a vivir gente de muchas partes del país que ya no siguen la costumbre de salir a tomar el fresco».
Otros factores que influyen, desde su perspectiva, es que ahora más casas cuentan con aire acondicionado y en vez de salir, los encienden; además, las temperaturas han incrementado en la ciudad, hay menos árboles, entre otros motivos que pueden variar según la zona de la ciudad.
«Eran unas muy lindas costumbres, uno sale huyendo del calor, pero también se platica con los vecinos y eso genera comunidad, probablemente de ahí se organizaran para algún festejo o solicitud de algun servicio, creo que esta parte de comunicarnos con los vecinos es bien importante y se puede ir perdiendo»
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