«Romper el hielo», de dónde viene… y cómo hacerlo

En cualquier etapa de la vida, todos los humanos enfrentamos alguna situación incómoda. 

El primer día de clases, la llegada a un nuevo trabajo, una primera cita o una fiesta en la que la mayoría son desconocidos, son solo algunos de los escenarios que pueden causar cierta desazón o nerviosismo y en los que es necesario encontrar la forma de «romper el hielo».

Dicha frase, que hoy en día se refiere a superar ese momento de vergüenza e inquietud para dar lugar a la interacción social y comenzar un diálogo, es una traducción al español de la expresión inglesa break the ice, que fue documentada por primera vez en el poema satírico «Don Juan», creado por el célebre poeta londinense Lord Byron:

«Estas gentes que parecen contenidas y frías son sorprendentemente ardorosas, una vez roto el hielo maldito que las rodea», cita la obra épica escrita entre 1818 y 1824, y que quedó inconclusa a la muerte de su autor. 

Sin embargo, el origen de «romper el hielo» parece ser varios siglos más antiguo. Se remonta a aquellos tiempos en los que el comercio se realizaba a través de las vías marítimas y el río Támesis era una de las rutas más importantes.

Aparentemente, el congelamiento anual de esa corriente de agua impedía el transporte de mercancías, por lo que los comerciantes debían llevar barcos preparados con un casco capaz de romper el hielo para abrirse paso y comenzar así sus negociaciones.

Con el correr de los años, ese enunciado utilizado en principio para la compraventa de bienes o servicios, se trasladó al ámbito de las relaciones sociales al que actualmente se asocia de forma casi automática, sobre todo cuando se desea entablar una conservación con alguien a quien apenas se le conoce.

Romper el hielo nunca es labor sencilla, pero puede tornarse especialmente difícil para personas tímidas o ansiosas; por fortuna, existen ciertas técnicas que ayudan a desenvolverse con soltura en un entorno distinto al acostumbrado.

El primer paso para salir avante al estar frente a un grupo de desconocidos es ser muy observador; prestar atención a los demás permite notar si alguien tiene un acento distinto, si porta una prenda singular -quizás hecha a mano- o si tiene un nombre poco usual, lo que podría ser usado para iniciar una charla.

Un saludo y una sonrisa son pequeños rompehielos a los que siempre se debe recurrir previo a hacer una pregunta que muestre interés en el otro. También es posible decirle un halago, pero hay que procurar que este sea genuino (todas las personas son dignas de admiración en algún aspecto); quizás algo como: «tienes una linda voz, pero me parece que no eres de aquí, ¿dónde naciste?», o «¡me encantó tu mochila!; luce muchísimo en ese color, ¿la compraste recientemente?». 

En ambientes informales, admitir el nerviosismo del momento, contar un chiste, dar un dato curioso o citar alguna frase de película es un recurso útil para propiciar la confianza.    

De acuerdo con el Colegio de Consultores en Imagen Pública, conversar es un arte que requiere cambiar el enfoque de hablarle a alguien a hablar con alguien, lo que se logra al dejar el ego a un lado y no acaparar la plática, pues el buen conversador no es quien se convierte en el centro de atención, sino el que actúa como un moderador que cede la palabra, sabe escuchar, da su opinión sin interrumpir ni juzgar y ofrece a su interlocutor la oportunidad de hablar sobre lo que ama, haciéndolo sentir el eje del diálogo. 

Se dice que los taxistas son expertos en romper el hielo, porque incluso a partir de una pregunta simple acerca del clima o del tránsito logran arrancar un intercambio de palabras con los pasajeros y en ocasiones se vuelven hasta confidentes temporales, cuando ambos se desahogan sobre sus problemas domésticos o laborales.

Dicho lo cual, pedir un consejo para la vida diaria o una recomendación (literaria, gastronómica, cinematográfica) funciona también para conocer los gustos de las personas y hallar alguna afinidad que, como dice el personaje interpretado por Humphrey Bogart en la escena final de la película Casablanca, «puede ser el inicio de una gran amistad». 

Sea cual sea la situación por lidiar: una entrevista de trabajo, un reencuentro de exalumnos o una junta de negocios, hay que recordar que la información es poder, por lo que investigar sobre la empresa a la que se acude y leer mucho para enterarse de las noticias del mundo, lo mismo de economía que de espectáculos, deportes o política, facilita hallar temas de conversación y “romper el hielo” en los momentos de tensión.  

PREGUNTAS ROMPEHIELOS:

¿Cuál es el origen de tu nombre?

¿De dónde conoces al festejado?

¿Viniste a pie o en transporte?

¿A qué te dedicas?

¿Naciste en esta ciudad?

¿Cuál es tu comida favorita?

¿Qué género musical te gusta?

¿Prefieres ir al cine o ver películas en casa?

¿Clima frío o caluroso?

¿Pizza con piña o sin piña?

Edith Montserrat De la Barrera Balbuena, comunicóloga, periodista, correctora de estilo y aprendiz de lengua de señas. Una zurda apasionada del cine, fan de la Navidad y amante de las galletas. Osa de corazón, pero con un hijo pingüino. «Don Quijote decía que ‘la pluma es la lengua del alma’ y yo dejo un tanto de la mía en cada nota que escribo para VIVE MÉRIDA»

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