Sucede que muchas veces el destino que aparentemente tenemos trazado da la vuelta hacia otro lado y eso nos lleva por otro camino, que por bueno que fuera aquel que se tenía antes de dar la vuelta, no necesariamente es aquel que apasiona, el que nos hace sentir completos y agusto con lo que hacemos del todo, y así le pasó a Fabiola Vilchis, quien aparentemente dejó la economía por dedicarse a la alta costura.
Los estudios como ella dice «me fueron natos» y quizás por eso terminar una carrera universitaria fue muy sencillo. Licenciada en Economía por la Universidad Autónoma de Yucatán, y aunque ejerció su profesión, el deseo por ser diseñadora de modas empieza aún cuando se formaba como economista, pero no fue repentino. Nos cuenta que cuando tenía 17 años aprendió a coser de sólo ver a su abuela hacerlo, y en su casa, aún cuando nadie cosía, había una máquina de coser con la que empieza a experimentar el gusto por costurar.
En la Universidad, su madre, cierta del gusto de Fabiola por la costura la mete a un curso corte, lo cual la empodera para empezar a hacer arreglos para otras personas como dobladillos, ajustes de mangas, composturas en general, pero ropa: sólo para ella.
Una vez concluida la Universidad, Fabiola no imaginó que se dedicaría al diseño de modas, pensaba en estudiar una maestría seguir por el camino de la economía, pero no logra el empleo totalmente relacionado con lo estudiado, y se emplea en las áreas administrativas de distintas empresas durante siete años. pero en su cabeza rondaba la inquietud de poner un negocio.
Fabiola, sin un capital real, salvo su salario y siendo soltera, y sin obligaciones, lo invierte en sus estudios de Diseño de Modas y en un curso de Inglés, y así empezó a cocinar su emprendimiento. Calcula que la inversión hecha fue alrededor de 40 mil pesos en dos años.
El primer intento
Una vez hecha esta inversión, hace el primer intento de poner su negocio de Diseño de Modas, le habla a toda la gente que conoce y les ofrece sus servicios de confección de ropa, y empieza a tener clientes, pero al no tener un capital real, más las deudas contraídas, hizo que de momento no se pudiera sostener el negocio, y lo cierra, para regresar de nueva cuenta a emplearse en una empresa, y después de un año y medio, quiebra la empresa donde laboraba, y Fabiola dice: «otra vez lo voy a intentar»
La segunda, la vencida
Sin capital otra vez, lo vuelve a intentar, la diferencia es que ahora tiene un local, que es una casa que su padre le hereda, y aumentan sus clientes, las cosas van bien, pero había presión social de su familia y pareja, pues no vieron con buenos ojos el haber dejado de lado su profesión para dedicarse al Diseño de Modas, y la razón es porque Fabiola empieza como costurera, modista, no en el diseño propiamente, como ella bien lo dice «inicié en la parte operativa.» ¿Quién abandona sus estudios universitarios para dedicarse a la costura? infinidad de veces la cuestionaron.
Aún con los reproches, Fabiola sigue adelante, y percibe que a su pareja le empieza a pesar ser el mayor sostenimiento del hogar, y le sugiere que siga con la costura, pero que busque un trabajo como economista para ayudar a los gastos de la casa. La situación se vuelve incómoda, no había paciencia para esperar que el emprendimiento de Fabiola diera resultados, y la relación termina.
Fabiola nos cuenta que el inicio de este segundo intento empieza a diseñar. Las primeras prendas fueron 5 blusas que subió para su venta en Facebook con un costo de entre 120 y 180 pesos, y rápidamente empezaron los pedidos en distintos colores, tamaños y cantidades.
Entre la hechura de blusas, shorts, trajes de baño, reparaciones, bolsitas y ajustes pasan dos años y llega el gran momento: un vestido de novia, con tela, bordados, pedrería eran materiales exclusivos, y fue, nos cuenta Fabiola, el primer trabajo que cobró onerosamente, sin duda ello marcó un antes y después para su emprendimiento, pues le habían confiado una confección con materiales de «alto costo.»
«Después del vestido de novia, se vino el boom de los vestidos de graduación uno trás otro, y empiezo a cobrar lo que realmente vale mi trabajo, y empezó a gustar mi trabajo, y con ello las recomendaciones.»
La inspiración de los diseños de Fabiola Vilchis transitan desde el cuerpo de la persona a la que se le va hacer la pieza, la naturaleza, los atardeceres de Mérida entre anaranjado, gris, lila, y las tendencias que ve en Internet o las que traen sus clientes.
De emprendedora a empresaria
En este segundo intento, Fabiola: «cuando yo me puedo sentar a dar una entrevista y la producción sigue operando es porque hay quien haga ese trabajo que antes yo hacía, es decir pude contratar gente para hacer la parte operativa, es cuando ya se da ese salto.»
Hoy cuenta con 2 empleadas y va por la contratación de la tercera. La clave de su avance está en su persistencia por tener su negocio, la formación universitaria como economista, está presente, finalmente su taller es una unidad económica. Hizo de su pasatiempo un negocio, y para ello lo profesionalizó al invertir en él, y hoy puede ver esos rendimientos, por los que sus cercanos le cuestionaron, pero que es posible que al hacerlo motivaron aún más su tenacidad.
Fabiola está en el proceso de consolidar su marca, y para ello sabe perfectamente que no puede descuidar la operación de su negocio, pero sobre todo entender y atender las necesidades de sus clientas, quienes acuden a ella sin chistar para vestirlos para ese momento especial, lo cual, dicho sea de paso, no a cualquiera se le confía, pero Fabiola Vilches ha sabido ganar esa confianza, la que seguramente pronto le dará más valor a su marca, y muchas preguntaran a quienes vean portar sus piezas ¿De quién es tu vestido? y orgullosas contestarán: es un Fabiola Vilchis.
99 93 10 99 00
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