Un joven —del cual no revelaremos la identidad por cuestiones de seguridad—, luego de una exhaustiva y desesperanzadora búsqueda de empleo, optó por recurrir al programa Jóvenes Construyendo el Futuro (JCF), consciente de que el salario no estaría acorde a sus años de experiencia laboral, pero dispuesto a aceptarlo, ante la falta de oportunidades y la urgencia de percibir un ingreso.
Con mucha ilusión y esperanza, escogió el lugar de trabajo que más llamó su atención y el cual se encontraba cerca de su domicilio.
Al llegar ahí, le dijeron que su perfil era más “alto” de lo esperado, por lo que estaba sobrecalificado para el puesto solicitado de ventas , y que además implicaba hacer ciertas tareas de trabajo pesado.
En este punto el empleador ya tenía un problema, porque una vez que se acepta a un candidato del programa, y al final este no es empleado,
Luego de decirle esto y dudando mucho sobre qué hacer con él, pues ya lo habían aceptado en la plataforma, le ofrecieron una ‘solución’… Que no haga nada, se quedara con la mitad del apoyo del programa JCF y el empleador se quedara con la otra mitad.
Confundido, el joven le dijo que no entendió a qué se refería y escuchando de nuevo la propuesta, le cuestionó al empleador por qué tendría que darle la mitad de su paga, a lo cual le respondieron “para no hacer nada”.
Eso sí, le dijeron que era nada más una propuesta, que podía decir que no; pero que en una ocasión lo habían manejado así con alguien y se le ocurrió que les podría funcionar en este caso.
Esta historia la narra precisamente por la decepción que vivió, tras pensar que podría impulsar nuevamente su vida laboral con esta opción. Sin embargo, volvió a casa sin el empleo y la sensación de haber sido presa de la corrupción que se vive en este país.
JCF es un programa del Gobierno Federal que tiene el objetivo de dar capacitaciones y experiencias laborales a jóvenes para que se integren en el ámbito laboral con un salario actual de 6 mil 310 pesos.
Hoy no voy a calificar este programa con etiquetas binarias de si es un programa “bueno” o “malo”, simplemente lo abordaré como lo que es: un programa que existe en México actualmente.
Mediante este programa, el supuesto es que les brindan un área laboral a jóvenes, donde se les capacita y ejercen un puesto de trabajo.
Por esto, lo que sí haré, es analizar el mismo mirando el ejemplo de lo que vivió el chico que nos narró su historia. Y aquí una acotación para las personas que dirán: pero es que igual hay jóvenes que solo quieren usar así el programa… También para quienes opinan que las y los jóvenes de hoy solo extienden la mano y no quieren trabajar: sí, seguramente hay personas así; siempre las ha habido y probablemente siempre las habrá.
Aquí no estamos hablando de esas personas. Estamos hablando de quienes están en la búsqueda de oportunidades que, al menos en Yucatán, escasean.
Con datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) —citados en el Diario de Yucatán— de toda la Población Económicamente Activa (PEA) ocupada, solo 39.59 por ciento (481 mil 756 personas) trabaja en el sector formal, mientras que 60.40 por ciento (735 mil 4 personas) labora de manera informal.
Dentro de toda esta escasez de empleos formales, hay jóvenes que continúan buscando opciones, espacios donde ejercer lo que estudiaron (o incluso lo que no estudiaron, otras áreas) con un sueldo justo, condiciones dignas y prestaciones de ley… Pero parece una actividad titánica.
Citando a la misma fuente, señalamos que señalamos que hasta diciembre de 2022, 35.85 por ciento de la PEA ganaba un solo salario mínimo o menos; 34.98 por ciento reciben de uno a dos salarios mínimos y tan solo 1.55 por ciento recibe cinco salarios mínimos (es decir, 31 mil pesos al mes aproximadamente).
Con todo esto sobre la mesa y la información de cómo debería operar el programa JCF, el cuestionamiento es: ¿por qué continúan intentando corromper a las juventudes en la búsqueda de su propio beneficio?
En un mundo (o al menos país) ideal, JCF sería una herramienta que ayude a negocios y/o emprendimientos a encontrar gente para trabajar sin la inversión por hacerlo, al tiempo que el o la joven encuentra un sitio de trabajo para tener experiencia mientras encuentra algo más cercano a sus objetivos personales y profesionales; es decir, sería un ganar-ganar.
Pero en la realidad, ¿qué está pasando? Lo narrado aquí es únicamente un ejemplo, pero existen muchas otras historias… Algunas seguramente con tintes mejores y más justos.
Finalmente cabe decir que estos apoyos se pueden suspender tanto para las empresas que piden el programa, como para los jóvenes que lo solicitan si se verifica que estas irregularidades se presentan de uno o ambos lados.
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