La peor de todas las violencias que puede experimentar una madre es la Violencia Vicaria, la cual es una más que suma a ese listado de los tipos de Violencia de Género. Sin embargo, al darle un nombre permite trazar un mapa sobre sus características, víctimas y victimarios y la conducta de la sociedad en su conjunto ante estos hechos.
A diferencia de otros tipos de violencia de género, la Vicaria extiende su acción hacia los hijos de la víctima principal, por lo que no se puede referir en el tratamiento de este tipo de casos a la madre como la única víctima, también incluye a sus hijos, lo que hace que la Violencia Vicaria sea también violencia familiar.
No hay estado de la República que se salve de este hecho y en Yucatán ya se han presentado varios casos, a tal grado que el Congreso del estado desde el 8 de marzo de 2022 ya tiene en sus manos una iniciativa de ley para que la Violencia Vicaria forme parte del Código Penal del estado, pero como todo lo que tiene que ver con la justicia en este país: el tema no corre con la celeridad que se requiere.
Los Casos de Violencia Vicaria ya están presentes en los tribunales de Yucatán y de todo el país, pero en el caso de la justicia yucateca, el proceso ha sido lento y poco empático con las víctimas, causando que se engrosen los expedientes y con ellos la vulnerabilidad de los niños sustraídos y se potencien los feminicidios.
Mujeres organizadas en sororidad
En Yucatán las mujeres víctimas de la violencia Vicaria han encontrado en la sororidad (hermandad entre mujeres, especialmente ante situaciones de riesgo) la fuerza necesaria, ya sea por el clamor de la justicia o denunciar su caso particular. Dos grupos destacados en el estado son el colectivo Madres Yucatecas contra la Violencia Vicaria y el Frente Nacional Contra la Violencia Vicaria.
Del colectivo Madres Yucatecas contra la Violencia Vicaria hay dos casos que llaman la atención por sus características particulares, la primera el de Natiluz Pérez Lara, donde no fue el padre de su hija quien sustrajo a la menor, sino el padre de ella y el de Mangerlley Vc Sosa quien negocia con su pareja todo el tiempo con dinero para que pueda ver a sus hijas.
Un abuelo obsesionado por su nieta
El padre de Natiluz, Javier Pérez Hernández fue un hombre alcohólico y violento, quien la sustrajo de su madre cuando ella apenas era una niña. La infancia para Natiluz no fue sencilla, pero se casa y tiene a su hija, veía un futuro con su familia, pero necesitaba apoyo para el cuidado de la pequeña.
«Cuando me alivié decido volver a trabajar, porque quería seguir juntando mis puntos del Infonavit para una casa, le comento a mi papá que voy a meter a mi hija a una guardería, pero me dice que él me la cuida, y lo hizo por un tiempo, pero para mí eran pesados los traslados todos los días con la niña y decido irme a vivir con él. «
Natiluz Pérez Lara
Natiluz cuenta que su padre le decía a su hija «Natilucita» porque se parecía mucho a ella cuando era niña y se molestaba cuando la niña le decía abuelo, él la corregía y le decía que era su padre y Natiluz le pidió que no le dijera eso a su hija porque no era cierto, su padre la calificó de «maldita» por contradecirlo.
Por la falta de recursos y la lejanía del trabajo, Natiluz regresa a vivir con su padre, quien todo el tiempo le dice que es una mala madre. La situación se vuelve insostenible, no sólo era el maltrato hacia ella, sino también a su hija Hellen PL. Mientras Natiluz trabajaba, su padre no alimentaba correctamente a la pequeña, aun cuando Natiluz dejaba las papillas para calentar y la leche, siempre le daban huevo, lo que ocasionó que la niña presentara constantes diarreas, además de que Natiluz empezó a observar que su padre tenía una obsesión hacia su hija, lo que hace que Natiluz decida regresar con sus esposo.
La sustracción de la hija de Natiluz, no fue improvisada, cuenta ella misma que se fraguó un plan para secuestrar a ambas. A Natiluz la encerraron en un anexo, mientras su hija se queda con su abuelo y Gabriela Hernández Hernández, hermanastra del padre de Natiluz. Por su parte, el padre de la niña ante la desaparición de ambas levanta una Alerta Amber, a la cual, tiempo después la propia Natiluz tendrá que responder, dado que ambas desaparecieron al mismo tiempo.
Natiluz logró escapar dos meses después de haber sido encerrada en el anexo, demanda a su padre, el cual tiempo después murió y su hija queda en manos de Gabriela Hernández Hernández, «no hay razón alguna para que ella la tenga, ni siquiera son consanguíneas explica Natiluz.» Ella misma no se explica cómo su caso no puede resolverse, ya han pasado tres años sin su pequeña y mientras su expediente se engruesa, el tiempo sigue corriendo sin tenerla.
Hay que dar vuelta a la página, porque él no va cambiar
Después de tres años de matrimonio el hombre con el que pensó compartiría toda su vida se empezó a tornar violento. Los celos, las agresiones, relaciones sexuales sin consentimiento cada vez hacían más difícil la situación, hasta llegar al extremo de lanzarle agua de una olla caliente cuando ella tenía 8 meses de embarazo o la vez que llegó drogado y la intentó ahorcar, si no es porque sus suegros intervienen, es probable que la hubiera matado, cuenta Mangerlly.
A este escenario se agrega la violencia que presencian las hijas de Mangerlly, ya que cuando el padre de sus hijas llegaba a casa drogado o alcoholizado insultaba a Mangerlley, además de denostar constantemente su imagen ante sus hijas.
No obstante, ella siguió apoyando a su pareja, trabajaba para que él estudiara y con los gastos de la casa, pero la conducta violenta no cesaba, se separaron varias veces. La madre de él, cuenta Mangerlly, le insistía que volvieran, porque de lo contrario se iba matar y que él iba a cambiar como lo había hecho su esposo.
«Y efectivamente, el señor es un santo, nunca vi que discutiera con su esposa, eso me hizo pensar que él podía cambiar también, pero no fue así, y la verdad no lo dejaba por lástima.»
Mangerlly Vc Sosa
Cuando su hija pequeña tiene dos meses decide dejar a su pareja y comparte para todas las mujeres que estén viviendo una situación semejante: «cuando tu pareja empieza actuar así, sal de ahí, ya no hay vuelta de hoja.»
En el 2016 Mangerlly, ya tiene un nueva pareja, pero el tema económico no va como quisieran, el padre de las niñas le pasaba 300 pesos mensuales, por lo que Mangerlly le pide que se haga cargo de las niñas por dos meses, lo acuerdan con una mediadora, sin embargo al poco tiempo le dice a Mangerlly que no se puede hacer cargo de las niñas todo el tiempo, que se las turnen una semana y una semana.
Un fin de semana el padre de las niñas se las lleva a una piscina, una de ellas iba enferma y aún así la metieron a la alberca, la situación se complica y el padre le pide 3 mil 500 pesos para pagar la cuenta del hospital, al no poderle aportar la cantidad, la priva de ver a sus hijas por dos meses.
El padre vive con una nueva pareja, la cual tiene un hijo; de acuerdo con Manrgerlly ellas están en constante peligro, porque no están cuidadas y son obligadas a hacer quehaceres domésticos, una de ellas ya tiene los pies quemados con ácido muriático, por negligencia de la pareja del padre y a está situación se suman otras tantas que vulneran la integridad de las niñas.
Mangerlly, sólo puede ver a sus hijas los fines de semana y pasa dinero para la manutención de los niñas y la juez que lleva el caso aún con las pruebas de la incapacidad del padre para cuidar a las hijas no le retira la custodia.
Las historias aquí contadas son tan sólo una muestra de la Violencia Vicaria que viven las mujeres en el estado, pero como si no fuera suficiente lo que viven las madres, y más sus hijos, todavía hay que enfrentar otro tipo de violencia: la institucional que se expresa ante la incapacidad de impartir justicia.
Natiluz y Mangerlly necesitan ayuda para sufragar los gastos de los abogados, los cuales los tienen de oficio, pero no atienden los casos como debieran, así como apoyo psicológico ante los estragos emocionales que han vivido por no tener a sus hijas a su lado, mientras la justicia acciona, seguirán protestando en el Monumento a la Patria, afuera de los juzgados, en la Plaza Grande, y donde sea necesario hasta que se les haga justicia, pero más que eso, mantener a salvo la vida de sus hijas, y la suya propia.