Este 20 de mayo se conmemora el Día Mundial de las Abejas, recordándonos la importancia de proteger a estos polinizadores, fundamentales para la vida en la Tierra.
El Día Mundial de las Abejas, fue proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2017 para generar conciencia sobre el papel esencial que desempeñan las abejas y otros polinizadores en la producción de alimentos, el equilibrio de los ecosistemas y la conservación de la biodiversidad.
En la península de Yucatán, este día adquiere un significado especial, ya que la región es hogar de una rica diversidad de abejas nativas, muchas de ellas sin aguijón. Investigaciones del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY) indican que existen al menos 17 especies de abejas meliponas, siendo la más emblemática la Melipona beecheii, conocida en lengua maya como xunán kab, que significa «dama real».
Estas abejas, domesticadas desde tiempos ancestrales por comunidades mayas, no solo son esenciales para la polinización de cultivos locales, sino también para mantener vivas tradiciones culturales como la meliponicultura, una práctica milenaria basada en el respeto y la relación armónica con la naturaleza.
Más allá de las meliponas, se han identificado en la península más de 80 especies de abejas nativas, muchas de ellas solitarias y con funciones clave en la polinización de selvas, flores silvestres y plantas medicinales. Su trabajo silencioso permite que frutas, verduras y flores lleguen a los mercados y, en última instancia, a nuestros hogares.
Sin embargo, la existencia de estas especies está en riesgo. La pérdida de hábitats naturales por el avance inmobiliario, la deforestación, el uso indiscriminado de agroquímicos y el cambio climático amenazan su supervivencia. Según la ONU, cerca del 35% de los polinizadores invertebrados —incluidas abejas y mariposas— están en peligro de extinción.
Por eso, el Día Mundial de las Abejas es también un llamado urgente a proteger sus hábitats, promover prácticas agrícolas sostenibles y reconocer que, al cuidar a las abejas, estamos cuidando nuestra salud, nuestra alimentación y nuestro futuro.
En Yucatán, diversas comunidades, apicultores y organizaciones ya trabajan en la conservación de estas especies mediante la educación ambiental, el rescate de colmenas y la producción responsable de miel. Pero aún falta mucho por hacer.
Hoy, más que celebrar, toca reflexionar: sin abejas, no hay polinización. Y sin polinización, no hay comida. Protegerlas es, literalmente, proteger la vida.
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