Cuando hablamos de sexualidad en la pareja, solemos pensar en “tener relaciones sexuales”. Pero la sexualidad es mucho más que eso. Es una forma de comunicarse, de tocarse, de mirarse, de compartir silencios y carcajadas. Es un lenguaje erótico que se construye día a día… y que, si no se construye, puede irse apagando sin darnos cuenta.
Una pareja puede amarse profundamente y, aun así, experimentar distancias sexuales. A veces por el ritmo de vida, el estrés, los hijos, la rutina o incluso por no saber cómo decir “necesito algo diferente”. ¿Te ha pasado?En consulta, escucho frases como:
“No sé cómo decirle que ya no disfruto como antes”. “Siento que ya no me desea, pero no me lo ”. “Nos va bien en todo… menos en la cama.”
Y lo curioso es que muchas veces ambos piensan lo mismo… pero no lo hablan. Porque también creemos que el lenguaje de la sexualidad solo pasa por las palabras, y no es así.
La forma en que nos acariciamos, los gestos, los silencios, las miradas, los roces cotidianos… todo eso también es lenguaje sexual. A veces se toca con ternura, a veces con deseo, y a veces con distancia. La pregunta es: ¿qué le estás diciendo a tu pareja con tu cuerpo?
Hay quienes no dicen “te deseo” con palabras, pero sí con una caricia suave mientras el otro cocina. Otros lo dicen con una mirada cómplice al cruzarse por el pasillo. Y también hay quienes, sin darse cuenta, dicen “ya no quiero acercarme” con cada “no tengo tiempo”, “estoy cansado” o “luego”.
La sexualidad se expresa todo el día, no solo en la cama.
Y aquí hay algo muy importante: las situaciones sexuales en la pareja no son responsabilidad de uno solo. A veces, sin querer, se responsabiliza a quien “ya no tiene ganas” o a quien “ya no toma la iniciativa”, como si el deseo fuera cosa de una sola persona.Pero la realidad es que la sexualidad es una co-construcción.
Eso quiere decir que “se va armando entre los dos”: con lo que cada uno siente, desea, teme o necesita. Como cuando se cocina entre dos: uno pone los ingredientes, otro sazona, pero lo importante es probar, ajustar, preguntar, compartir.
He acompañado a parejas que descubren esto en terapia:
“Yo pensaba que era mi culpa, que algo estaba mal conmigo. Pero cuando entendimos que los dos teníamos que hablar, cambiar cosas, animarnos… ahí empezó a mejorar todo”.
¿Ves? No es que “uno esté fallando”. Es que a veces el menú cambió, pero nadie lo dijo.
¿Cómo está tu sexualidad en pareja?
No se trata de medir cuántas veces tienen sexo a la semana, sino de preguntarse:
- ¿Nos sentimos deseados?
- ¿Podemos hablar con confianza de lo que nos gusta?
- ¿Existe ternura, complicidad, juego?
- ¿Hay espacio para explorar o nos quedamos en lo seguro?
La sexualidad no es un deber, es un derecho.
No es una tarea, es un vínculo. Y también es un camino que cambia con el tiempo. A veces se vuelve más profunda, más tranquila, más sensorial. Otras veces se llena de dudas o silencios. Pero siempre se puede volver a mirar, a tocar, a jugar.
Tal vez sea buen momento para hablar con tu pareja. No desde la queja ni desde la presión. Sino desde la curiosidad:
¿Cómo vives tu sexualidad conmigo? ¿Qué necesitas? ¿Qué sueñas? Ahí, en esa conversación, podría estar la chispa que necesitaban.

Psicólogo y Sexólogo humanista
Activista social, apasionado por la promoción de las salud mental, la educación de la sexualidad y la prevención social.
El poeta decía «caminante no hay camino, se hace camino al andar»
Y estoy convencido que en esta vida caminamos y lo hacemos en compañía.
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