Hay una desconocida deidad griega que se llama Baubo, aprendí de ella cuando leía el libro de “Mujeres que corren con los lobos” de Clarissa Pinkola Estés. Relatan que cuando Démeter buscaba a su hija Perséfone (quién había sido raptada por Hades), se encontró con esta deidad muy particular por su aspecto, ya que va desnuda, no tiene cabeza, en vez de pezones tiene ojos y habla con la vulva. Ella se acerca a Démeter y la escucha, la consuela, platica con ella, se ríen juntas…esto le da fuerza a Démeter para salir adelante y continuar la búsqueda de su hija.
En este pequeño relato Baubo es un símbolo de unión entre mujeres, de sororidad, de apoyo. Démeter no criticó a Baubo por sus lonjas o porque sus pechos eran asimétricos. Están unidas, se apoyan, se ven, se reconocen como iguales y se dan la fuerza para seguir adelante.
Yo misma he tenido la fortuna de ser Baubo para otras mujeres (no por mi aspecto físico) porque he tenido la fortuna de escuchar, contener y acompañar procesos de mujeres que me confían desde los problemas que viven con su propio cuerpo, como la violación del hermano, el abuso sexual del abuelo o el acoso del jefe, por mencionar algunos. Estos momentos me llenan de furia y al mismo tiempo crece en mí un deseo enorme de proteger a aquella mujer y a todas aquellas ahora y antes de nosotras.
Mi bisabuela fue raptada por el bisabuelo a los 14 años, cuando regresaron, ella “debía” casarse con él para conservar su honor. Es una historia que me causa mucho conflicto, porque en la mesa familiar da risa, pero a mí no me da risa un hombre secuestrador y violento en mi árbol familiar. Y así, vamos compartiendo relatos y situaciones que se ven con humor o como chisme, pero no es así. Es oficial, soy la intensa y aguafiestas de los relatos familiares.
En la mesa excusan al abuelo diciendo que “antes se hacía eso”, por alguna razón no me sorprende en lo más mínimo que ese comentario venga de voces masculinas, lo que me sorprende es escuchar voces femeninas que apoyen ese comentario. En mi shock, empiezo a recordar mujeres de ese mismo linaje que también son machistas y que a lo largo de mi vida, les he escuchado cosas como estas: Las mujercitas son las que deben cocinar en la casa, como eres mujer ve y atiende a tu padre, a él no le toca ayudar porque es hombre, búscate un hombre para casarte sino ¿Qué vas a hacer?
Son creencias enraizadas por siglos y siglos, pero ya estamos en el 2023, y no importa los años que esas mujeres mayores tengan en el planeta tierra, no podemos agachar la cabeza y permanecer en silencio aceptando ese tipo de comentarios machistas, aun cuando vengan de voces femeninas. A lo que voy es que también hay mujeres machistas, hay mujeres que abusan de su poder, manipulan, controlan, solapan infidelidades de sus hijos y excusan las violencias diciendo cosas como “Ella lo provocó”, “por andar saliendo así vestida la violaron” o “ya salió con su domingo siete”.
El problema más grande que yo veo aquí es el silencio. El silencio que permite que estemos cenando con el violador, el silencio ocultando al abuelo abusador a quien con toda la confianza le dejan a la bebé para que la cuide. Nos lo debemos no solo a nosotras mismas, sino a las que están ahora y a las que vienen después. No podemos quedarnos calladas, y no estoy hablando de salir a destruir a las calles, estoy hablando de decir las cosas que pasaron. Nuestra voz es inspiración para otras mujeres, las ayuda a compartir lo que vivieron. Muchas sienten culpa, vergüenza y mucho miedo, lo entiendo siendo yo misma sobreviviente de abuso.
No importa que los demás digan que “ahora resulta que todas fueron abusadas” ¡Pues sí! Hay muchas formas de abusar y muchas cosas de mantener este sistema de poder, porque el patriarcado no es solo cosa de hombres. También es sostenido por mujeres de todas las edades, en muchos ámbitos como el familiar, corporativo, educativo, gubernamental, etc. Estemos alerta a estos comentarios, a estas actitudes violentas y de poder que pretender someter y humillar o perpetuar la sumisión y el silencio. En la trata de blancas, hay mujeres que engañan a otras para secuestrarlas y venderlas, hay mujeres que administran los burdeles, hay asesinas de mujeres, hay tías y abuelas que te dicen que, aunque te pegue, te aguantes porque eres mujer. ¿Recuerdan a Mamá Rosa?
La administradora de un albergue en Michoacán en el 2014. Las investigaciones arrojaban que aceptaba bastante dinero y donaciones, sin embargo, el establecimiento estaba en condiciones deplorables, se vivía mucho abuso, violaciones, injusticias, niños con hambre, etc. Y era mujer la responsable de tales violaciones a derechos humanos de menores. El machismo no solo es cosa de hombres, también es sostenido por las mujeres. Así que estemos alerta no solo en las noticias y en los procesos judiciales sobre el machismo y el patriarcado, también prestemos atención a esos inocentes comentarios en la mesa familiar y aceptados en silencio, pueden volverse semillas de ideas y creencias que mantengan a las mujeres sumisas, silenciadas y aceptando violencias porque “eres mujercita”.