Sí, por supuesto que recomendamos ir al cardiólogo, pero en esta ocasión hablaremos de aquellas tareas que podemos hacer por nuestra cuenta para proteger nuestras emociones y quizá salir de alguna zona de riesgo emocional. Todo aquello que es consensuado, hablado y negociado encuentra en el camino de lo equitativo dónde habitarse; el problema surge cuando una de las dos partes involucradas en un encuentro sentimental sobre todo en cuestiones de pareja, o “romance”, se ve vulnerada quedándose en una vía unilateral.
Hace poco escuchaba en el parque a dos chicas de aproximadamente veintitantos años conversar acerca de lo que una de ellas adjetivó como injusto. Llevaba algunos meses escribiéndose con alguien que se negaba a tener un encuentro con ella más allá del digital, pretextando situaciones que rayaban en lo absurdo. Fue muy sorpresivo cuando me incluyeron en su conversación, asumiendo que la cercanía de bancas me había dado la posibilidad de escuchar todo y por lo tanto entender la plática, – ¿O tú qué opinas? preguntó una, la otra la increpó, -usted-, la corrigió, yo sonreí, les dije que podían hablarme de tú o de usted, como quisieran, que estaba en la edad para asumir cualquiera con agrado.
Terminamos contándonos confidencias…
Migajas de amor de ayer y hoy
Hoy tiene un nombre más popularizado y aunque mayormente se utiliza su término anglosajón “Breadcrumbing” por ser una sola palabra y porque en México no nos conflictúa mucho no castellanizar cosas debido a lo acostumbrados que estamos al idioma, por la cercanía con nuestro norteño vecino, las migajas de amor, migajas emocionales o breadcrumbing, comienza a ser de la atención de estudiosos de las relaciones humanas, debido a los efectos en la psique que este comportamiento produce.
Imaginar justamente que alguien va levantando continuamente migas de pan como un pajarillo que intermitentemente se alimenta y nunca deja de picar, pero que, a diferencia del ave, en lo emocional, saciarse sería una tarea de dos.
“Este viernes se cumplen 5 meses de estar charlando con X, y como el sábado es mi cumpleaños le propuse ir a tomar un café a la Plaza, para celebrar. Nunca me respondió. Ni siquiera un no, no puedo o no quiero, simplemente me dejó “en visto”. Al otro día me manda un mensaje a medio día, ¿Hola hermosa ya almorzaste? y me manda una foto suya en el trabajo enviándome un beso. Decidí ser más directa y le pregunté qué pensaba del plan de encontrarnos en la plaza. La respuesta fue la misma: nada.” Compartió Elena, quien me autorizó a escribir sobre este tema que empieza a resonar como parte de los intereses de la salud emocional afectiva en muchas personas.
Les conté que, aunque no de manera digital, yo sentía haber vivido lo mismo años atrás en una relación, pero me daba la impresión que era mucho más fácil, evidente y una práctica cada vez más común en este tiempo de redes sociales, pero que al final consideraba que lo que prevalecía en el pasado y actualmente, era la práctica de la manipulación.
Raúl Navarro Olivas, profesor de Psicología de la Universidad Castilla-La Mancha en España, explica a través de una entrevista con la BBC que se trata de “un patrón de comportamiento en el que una persona muestra interés en otra de forma intermitente, pero constante, sin tener la intención real de comprometerse emocionalmente ni establecer una relación formal. La persona que hace el breadcrumbing envía señales a otra porque pretende tener su atención o su refuerzo intermitente. Busca, con mensajes inconsistentes en el tiempo, que el otro siempre esté presente”.
La negación a un acercamiento y la falta de claridad
Elena lo explica de manera muy clara, al describir lo que siente. “Me siento muy desconcertada. Un día me escribe de manera súper amable y cariñosa, me dice que me extraña cuando no le escribo y que nadie le comparte música que le guste tanto como yo, y luego pasan días sin que me contacte o me responda y luego vuelve a aparecer de la nada, nuevamente cariñoso. Lo he dejado claro, no estoy segura de querer una relación hasta no conocernos en persona, pero su manera de hablarme me saca de onda…entonces yo sí querría platicar en vivo, digamos, para escalar otro nivel, pero es imposible, ya me cansé.”
Este desconcierto y desgaste, la intermitencia de la comunicación y la claridad en los códigos que señalen cuáles son las intenciones de mantener el vínculo, es lo que hace que las migajas emocionales afecten tanto a quienes la padecen.
Una comunicación asertiva y constante podría dar pie a sentar las bases de una relación ya sea de amistad o “romántica”, pero ante la falta de señales claras y sostenidas, lo único que se genera es una atmósfera de incertidumbre poco saludable si una de las partes requiere de mayor compromiso, sin importar, aclaro nuevamente, si es con fines puramente amistosos o de pareja.
Comprender las necesidades propias y los propios límites
La incomodidad ante una determinada situación, el desconcierto, el estrés, la angustia innecesaria, pueden ser las llamadas de atención que nuestras emociones y sentimientos nos ponen en alerta para tomar el rumbo correcto sobre aquello que necesitamos o no.
Finalmente, Elena, su amiga y yo, concluimos, que tanto en mi experiencia de muchos años atrás, como en lo que actualmente ella vive, el hecho de que el desconcierto nos mantenga en un constante estrés es suficiente señal para determinar que es importante proteger las emociones propias.
Quizá a algunas personas les venga bien jugar al gato y al ratón, pero para quienes no disfrutamos en lo absoluto de la inconsistencia y las comunicaciones erráticas nos ponen mal, es mejor salir de esa dinámica lo antes posible. Atender nuestros propios límites y escuchar nuestras necesidades siempre serán la mejor herramienta para salvaguardarnos y mantenernos en un estado de seguridad que no nos vulnere.
De entrada, personalmente, agradecí como en muchas otras ocasiones, que estas “nuevas generaciones” estén bautizando con nombre y apellido, prácticas que antes normalizábamos o ni siquiera percibíamos como dañinas. Toda mi gratitud a Elena, a Miriam y al parque que nos encontró y definitivamente: a cuidar el corazón.
Daniela Esquivel: Directora de escena, promotora de lectura, profesora y colaboradora de medios digitales. Exploradora gastronómica y lectora incansable. Nómada entre la Gran Tenochtitlan y la Tierra del Faisán y del Venado.