De acuerdo con una publicación de Milenio en marzo de este año México representa para este sistema de franquicias de venta de pizzas, el segundo en venta de este producto, pero como decimos en este país: el problema no es del indio sino del que lo hace compadre.
No se puede llegar a una de estas tiendas y que no tengan los complementos gratuitos, como el chile en polvo, o el pago con tarjeta de débito o crédito, y el despachador te diga «yo no sé nada, yo sólo trabajo aquí», y como todo lo que se denuncia hay que mencionar un nombre y apellido, me refiero a la sucursal que está en la esquina de Av. Felipe Carillo Puerto y Av. Alemán en Mérida, Yucatán.
El dueño de esta tienda pago cerca de 20 mil dólares por la franquicia, no sé si está sea su única tienda o tenga más por las cuales debió pagar 15 mil dólares -que es el descuento que da la trasnacional, si compras màs de una- y junto con estas cantidades fue su compromiso seguir las normas de operación y calidad que les impusieron, y no tengo duda que una fue recibir pagos con tarjeta.
Quería una pizza de champiñones, y terminé con una de queso porque sólo traía 100 pesos en efectivo. Aquí perdió el cliente y el negocio. Los clientes acudimos siempre a los lugares que cumplen las condiciones que deseamos o que nos ofrecen, y se prefieren sobre otros que ofertan lo mismo, porque se supone que no habría falla, y aquí pasó lo contrario.
Al final, era mi decisión irme por no obtener lo que buscaba, pero también se cae en la trampa del tiempo y la prisa, y se termina consumiendo lo que hay y no lo que se quiere, fui un consumidor condicionado por las circunstancias, pero aún así hay que llamar la atención sobre la calidad de este tipo de establecimientos, para que no les fallen a sus clientes y as a sí mismos.