¡A beber se ha dicho!

La ingesta de líquidos es vital para el ser humano, pero el agua simple no es la única opción 

«Agua cristalina y pura, la lavadora de platos, la que alimenta a los sapos, ¿queréis que me la beba yo? ¡Claro que no!», es el preludio para que entusiastas jóvenes, vestidos con chaqueta de terciopelo (jubón), pantalones abombados hasta las rodillas y capas llenas de listones entonen Beber es un gran placer, una tradicional canción de tuna y no de cuna -a menos que fuera leche en biberón-, que algo tiene de cierto. 

Porque dejando a un lado la apología del alcohol a ritmo de mandolinas y panderos, beber no solamente es un placer, sino una necesidad fisiológica imprescindible, dado que el principal componente del organismo es agua y esta se pierde todo el tiempo, ya sea por la evaporación mediante la piel, la sudoración, la orina, las heces o hasta la respiración… ¡sí, respirar ocasiona una pérdida de entre 300 y 400 mililitros cada día! 

De igual forma, se pierden también otros elementos como sodio, potasio, flúor o calcio, que son indispensables para el correcto funcionamiento de todos los órganos. Al constituir aproximadamente 60% del cuerpo humano, el agua permite disolver los nutrientes y las hormonas, limpia los ojos a través de las lágrimas, facilita la digestión al evitar el estreñimiento, lubrica las articulaciones y ayuda a regular la temperatura, especialmente en ambientes muy cálidos, como el de Yucatán.

Por eso es tan importante la ingesta de líquidos; un adulto, en condiciones normales, debe consumir alrededor de 2,300 mililitros diariamente, aun cuando no realice actividad física ni tenga la sensación de sed. 

Sin embargo, hay muchas personas a las que no les gusta el agua simple y es que contrario a aquella afirmación repetida en tantas escuelas, el agua no es incolora, tampoco inolora y mucho menos es insípida. 

El sabor del agua está directamente relacionado con su origen; el agua que proviene de un lago sabe muy diferente que la que procede de un pozo, de un río o de un manantial y depende —al igual que su olor y color— del tipo de sales disueltas en ella, así como de su concentración.

Para quienes encuentran este sabor a sal poco agradable, quizás porque no les inculcaron el hábito desde pequeños, un primer paso para empezar a formarlo puede ser colocar agua en una jarra con algunas rodajas de limón o de pepino, o si lo prefieren con unas moras, fresas, hojas de menta o romero fresco y meterla al refrigerador, eso hará una ligera diferencia en su sabor.       

Asimismo, existen algunas alternativas que pueden ayudarles a hidratarse y a dejar atrás las bebidas azucaradas que representan un riesgo para la salud.

El agua de coco otorga muchos beneficios al organismo, ya que es rico en potasio, hidratos de carbono, fibra, vitamina C, magnesio y calcio, además de que neutraliza los efectos adversos de los radicales libres (moléculas inestables y altamente reactivas) sobre las células, evitando así la aceleración del proceso de envejecimiento.

Además de aliviar las heridas o quemaduras de sol con sus cualidades regenerativas, el jugo de aloe vera es capaz de detener la caída del cabello, desintoxicar al intestino, mejorar la producción de colágeno, reducir afecciones bucales y limpiar naturalmente el tracto digestivo.

Por su alto contenido de fibra, fitoesteroles y bromelina, el agua de piña tiene propiedades antioxidantes, antiinflamatorias, antiedematosas y antitrombóticas, combate la retención de líquidos y es baja en calorías.

Denominada “la bebida de la eterna juventud”, el té verde refuerza la memoria, estimula el metabolismo, disminuye el riesgo de padecer artritis y contribuye a prevenir las enfermedades vasculares, debido a su alto contenido de antioxidantes, ácido fólico, magnesio, potasio, y vitamina B.

La horchata es muy nutritiva, ya que posee múltiples minerales (hierro, fósforo, calcio, potasio, magnesio) y vitaminas (C, E), lo que le permite fortalecer el sistema inmunológico, controlar los niveles tanto de colesterol como de triglicéridos y ayudar a la digestión.

Zumo de limón sin azúcar, leche descremada, sopas, caldos, frutas y verduras (especialmente la sandía y la lechuga) son otras opciones saludables para hidratarse de manera sana.

Recuerda que lo más recomendable para la correcta absorción de cualquier líquido es beberlo en pequeñas cantidades durante todo el día.Sin embargo, el agua simple es insustituible e ideal para mantener al cuerpo con un funcionamiento óptimo, así es que si todavía eres de esos que se identifican con las rondallas cuando cantan: «el agua es para bañarse y pa las ranas que nadan bien», vale la pena que hagas un esfuercito para acostumbrarte a tomarla, pues si bien beber agua así (al natural) puede no ser un gran placer, mantener la vida… y la salud, ¡sí que lo es!   

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