A 30 años de su fallecimiento, recordamos a «Gamboín», el tío más famoso de la televisión mexicana.
Mérida tiene muchos hijos célebres y Ramiro Gamboa es, indiscutiblemente, uno de ellos.
Nacido en la capital yucateca en 1917, comenzó su carrera como locutor, prácticamente «sin querer queriendo», al suplir al conductor de base que no llegó a la emisión; Ramiro era en aquel entonces el gerente de la estación local de radio, propiedad de su padre.
Fue tal su éxito en los micrófonos de Mérida, que decidió mudarse a la Ciudad de México para probar suerte y consiguió conducir diversos programas durante más de 20 años, tanto en la XEQ como en la XEW, muchos de ellos con corte social, como Quiero Trabajar, una bolsa de empleo que tuvo gran audiencia.
También incursionó en la actuación, al formar un par de duplas cómicas; primero, con «El Panzón Panseco» y, posteriormente, con Xavier López «Chabelo», quien hacía el papel de su hijo con esa icónica voz de niño que hasta hoy le conocemos.
La década de los setenta fue trascendental para Ramiro Gamboa, pues llegó a la conducción del programa Una tarde de tele y vestido con su tradicional saco rojo con parches de animales, se convirtió en «el tío favorito de todos los niños», quienes le escribían cartas desde muchas ciudades del país, en espera de recibir sus saludos o consejos, mismos que les daba rodeado de juguetes, acompañado de sus canciones y enmarcados en su inolvidable frase: «no me fallen, sobrinos, no me fallen».
Y es que el «Tío Gamboín» tampoco les falló…
Por más de dos décadas, hasta el día de su muerte ocurrida hace exactamente 30 años, en la Ciudad de México y en el mes de diciembre que también lo vio nacer, Ramiro Gamboa se distinguió por ser siempre amable con los pequeños, dentro y fuera de las pantallas.
No importaba si estaba caminando por la calle, subiendo a su coche o comiendo en algún restaurante, todos los niños que se le acercaban, recibían unas palabras gentiles con su prestigiosa voz o un gesto cariñoso y es así, con ese mismo afecto, con el que deseamos recordar hoy a ese tío tan afable que Mérida le prestó a todo México.