La ciencia dice varias cosas. Una de ellas es obvia: el gasto energético es considerable, hecho que afortunadamente se ha aliviado en los últimos años con el reemplazo de las clásicas bombillitas de colores por LED, cuyo consumo es mucho menor.
Con la llegada de diciembre, las calles comienzan a transformarse en escenarios brillantes que anticipan la Navidad. Pronto, en Mérida, el tradicional encendido de luces en Paseo de Montejo llenará de color y alegría la ciudad, un evento esperado por muchas familias. Sin embargo, ¿qué dice la ciencia sobre el impacto de este tipo de alumbrado en nuestras vidas?
Lo primero es el gasto energético, pero más allá del consumo, el exceso de luz tiene efectos sobre nuestro cuerpo. La exposición a luces muy intensas puede afectar el sueño, ya que reduce la producción de melatonina, la hormona que nos ayuda a relajarnos antes de dormir, y aumenta el cortisol, que nos activa al despertar. Esto es un problema cuando la luz invade nuestras casas, interrumpiendo el descanso y afectando nuestros ritmos naturales de sueño y vigilia.
Sin embargo, la luz no es solo fuente de preocupación. También es sinónimo de vida y alegría. Un día soleado nos llena de energía y buen ánimo, algo que también ocurre con el alumbrado navideño, que para muchas personas es un símbolo de esperanza y celebración. Es por eso que el encendido de luces navideñas se convierte en un evento que reúne a familias y amigos, generando recuerdos positivos y fortaleciendo la sensación de comunidad.
A pesar de sus beneficios emocionales, aún no sabemos con certeza cuánta luz es necesaria para sentirnos mejor o más seguros. La relación entre la luz y nuestras emociones sigue siendo un misterio en muchos aspectos, aunque sabemos que la luz influye en nuestra atención, temperatura corporal y, sobre todo, en nuestro estado de ánimo.
En definitiva, el alumbrado navideño es una tradición que, a pesar de sus desafíos, logra alegrar a muchas personas. Así que, cuando las luces iluminen Paseo de Montejo, será momento de disfrutar y dejarse llevar por el espíritu de la temporada, con la certeza de que, al menos por un rato, esa luz nos hará sentir más vivos y conectados.
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