Estamos en la era de lo inmediato. Tocamos un botón y tenemos luz, agua, fuego, agua caliente, lavamos y secamos la ropa. Con un solo botón podemos tener una videollamada con una persona que se encuentra al otro lado del mundo. Pedimos comida, ropa, libros, artesanías apretando un solo botón. La cultura de la inmediatez. Nos hemos vuelto adictos a tenerlo todo ínmeditamente. Quienes tenemos la intención de mandar un mensaje a través de las redes sociales para que más personas se conecten con su corazón, tenemos tan solo 3 segundos para llamar la atención de alguien, y comunicar la “profundidad” de una enseñanza milenaria pasada de generación en generación. Pues hoy en día nadie tiene “tiempo” para leer o escuchar algo profundo que dure más de 3 segundos.
Y si hablamos de la nueva era del mundo espiritual, podemos ver que tampoco se quedan atrás con esta urgencia de la inmediatez. Ya nadie quiere hacer el trabajo. Es mucho más “trendy” tomar atajos. La mayoría de las personas están esperando tomar “esa clase”, “ese curso”, “esa ceremonia” que haga el trabajo por ellas. Y desafortunadamente cada vez más éstas tendencias crecen como la levadura, llevando a “los buscadores de la verdad inmediata” a sucumbir en más vacío, más angustia, más ansiedad, más falta de pertenencia.
Reconectar todos los días
Porque no podemos reconectar con la verdadera pertenencia en un solo día, se requiere del trabajo diario, de la constancia. Necesitamos recorrer el camino, tan largo o sinuoso como sea. No deberíamos de salir corriendo de miedo cada vez que tenemos que ser vulnerables, no deberíamos de seguir tapando nuestra autenticidad con tantos filtros. Ahora toca mostrarnos como somos, porque ser vulnerable, ser autentico, requiere de una enorme valentía. Es aceptar que no somos víctimas, y tampoco los hacedores. Tan solo somos un canal de la Gracia, somos uno con la Gracia. Si aceptamos que la raíz de todas las acciones es el Ser Superior, y aceptamos con amor todo lo que suceda en nuestras vidas, ya sea placentero o doloroso, ya sea riquezas o dificultades, entonces estaremos recorriendo el camino correcto, el de la sadhana, el camino espiritual, las practicas espirituales.
Y mientras más gozoso sea nuestro andar, mientras menos juzguemos y critiquemos, entonces dejaremos de ser nuestro propio obstáculo de “la felicidad”, de vivir una vida plena, en paz, en armonía con todo lo que nos rodea.