Hablar de corrupción suele remitirnos a grandes escándalos, funcionarios señalados y oficinas públicas donde la burocracia se mezcla con la desconfianza. Sin embargo, la corrupción no nace únicamente en los altos cargos: se alimenta, crece y se normaliza en los gestos cotidianos que realizamos como sociedad. Mérida no es ajena a esta realidad. Y si queremos una ciudad más transparente, segura y justa, debemos entender que la lucha comienza en lo más simple: en nuestras decisiones diarias.
Hoy es el día Internacional contra la Corrupción, y en Vive Mérida, pensamos que sería buena idea poner sobre tu lectura, algunas pequeñas acciones que poco a poco puedan ir cambiando este panorama que tanto ha dañado el tejido social.
1. Decir no al “favorcito”
En Yucatán solemos justificar ciertas prácticas con el “así se hace aquí”. Pero pedir o aceptar un favor indebido —desde saltarse una fila hasta buscar “palancas” para agilizar un trámite— sostiene el mismo sistema que después criticamos. Rechazar estas conductas parece incómodo, pero cada negativa ayuda a desmontar la cultura del privilegio.
2. Exigir comprobantes y hacer trámites por la vía formal
Solicitar recibos, facturas y registrar cada operación de manera oficial evita prácticas opacas. En una ciudad donde la informalidad todavía tiene peso, normalizar la documentación fortalece la rendición de cuentas y deja menos espacio a irregularidades.
3. Denunciar, incluso lo que parece “pequeño”
En Mérida existen líneas de denuncia anónima para reportar actos indebidos, desde un policía que solicita un pago indebido hasta un servidor público que condiciona un servicio. Si dejamos pasar los “detallitos”, abrimos la puerta para que se conviertan en problemas mayores. La denuncia ciudadana sí funciona cuando es constante y colectiva.
4. Informarse y compartir información verificada
El combate a la corrupción también se libra contra la desinformación. Antes de compartir una cadena alarmista, verifiquemos. Antes de señalar a alguien, revisemos fuentes oficiales. Una ciudadanía informada es mucho más difícil de manipular y mucho más capaz de exigir cuentas reales.
5. Ser ejemplo en casa y en la comunidad
Los actos éticos se contagian. A los hijos se les enseña con ejemplos: respetar turnos, obedecer reglamentos, participar en decisiones vecinales sin buscar ventajas personales, colaborar con transparencia. Mérida es una ciudad que presume su civismo; es momento de que esa tradición se traduzca en prácticas anticorrupción.
6. Participar en los espacios donde se decide
Asambleas vecinales, consultas públicas, cabildos abiertos, voluntariados cívicos… la participación no solo vigila a las autoridades, también eleva la voz de quienes quieren hacer las cosas bien. La corrupción avanza donde hay silencio, apatía o indiferencia.
Un esfuerzo compartido
La corrupción no desaparecerá de un día para otro, pero sí podemos limitarla. Si cada meridano decide no tolerarla en su vida diaria, las instituciones tendrán menos margen para fallar y más presión para mejorar. Es un trabajo de hormiga, constante, silencioso y, sobre todo, colectivo.
En Mérida queremos sentirnos orgullosos no sólo de nuestra seguridad o calidad de vida, sino también de la integridad con la que construimos nuestra convivencia. La responsabilidad es de todos. El cambio, también.
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