El centenario del nacimiento de Rosario Castellanos Figueroa, escritora, académica y diplomática, es una oportunidad para rendir homenaje a una de las voces más poderosas y lúcidas de la literatura mexicana del siglo XX.
La escritora nació en la Ciudad de México el 25 de mayo de 1925, donde su familia se encontraba de paso; a las pocas semanas, llegó a Comitán de Domínguez, Chiapas, sitio en el que transcurrió su infancia y parte de su adolescencia. Castellanos fue una de las intelectuales más influyentes de su tiempo, pionera en la defensa de los derechos de las mujeres y de los pueblos indígenas, temas fundamentales en su obra.
Su legado se extiende a diversos géneros como la poesía, la novela, el ensayo, la dramaturgia y el periodismo, donde profirió una crítica aguda a las desigualdades y a la exclusión social con lucidez, valentía y sensibilidad. Con una mirada innovadora, logró articular, desde la literatura y la reflexión filosófica, una visión compleja y profundamente humana de la realidad mexicana.
Además, mantuvo una estrecha relación con la UNAM, misma que marcó su formación y vida profesional: estudió y enseñó en sus aulas materias como literatura comparada y novela contemporánea. Fue jefa del Departamento de Información y Prensa, lo que consolidó su compromiso con la vida universitaria. Recibió numerosos reconocimientos como el Premio Chiapas (1958) por Balún Canán; el Premio Xavier Villaurrutia (1962) por Ciudad Real; el Premio Sor Juana Inés de la Cruz (1962) por Oficio de tinieblas, entre otros.
Su hijo, Gabriel Guerra Castellanos, ha mantenido documentos, objetos personales y fotografías, que ahora conforman un archivo único y será presentado por primera vez al público en el marco del centenario del nacimiento de su madre en el Colegio de San Ildefonso en el Centro Histórico de la Ciudad de México, la exposición “Un cielo sin fronteras. Rosario Castellanos: archivo inédito” incluye las ediciones originales de sus libros, una selección de audios y otros materiales audiovisuales.
Esta muestra permite que en la ciudad que la vio nacer se cuente el recorrido de su vida y pensamiento en 124 piezas. Su modo de ser río, de ser aire 1925–1938 explora su infancia y el inicio de su adolescencia en Chiapas y revela sus primeras inquietudes sobre los roles de género, así como su temprano interés por la escritura. Por ejemplo, en 1933, falleció inesperadamente su hermano Mario Benjamín; esta trágica pérdida sumió a su familia en una profunda tristeza e hizo de Rosario una niña solitaria y melancólica que halló refugio en los libros y la lectura.
Yo ya no espero, vivo 1939–1947 aborda su regreso a la Ciudad de México en plena adolescencia, la amistad con Dolores Castro que permanecerá a lo largo de su vida y su formación en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Vivió su época universitaria rodeada de amigos y colegas como Ernesto Cardenal, Ernesto Mejía Sánchez, Augusto Monterroso, Emilio Carballido, Sergio Magaña, Luisa Josefina Hernández, entre otros.
Mujer de palabras 1948–1957 se enfoca en sus inicios profesionales, la publicación de colaboraciones en revistas y sus primeros libros; además, muestra a una autora que asume con decisión su identidad intelectual y que a través de la poesía y el ensayo confronta los estereotipos de género. El poema “Pasaporte” condensa esta etapa con una reflexión sobre el lenguaje y el lugar de la mujer en la literatura: “Mujer, pues, de palabra. No, de palabra no. / Pero sí de palabras, / muchas, contradictorias…”.
Finalmente, Ese relámpago momentáneo 1958–1974 presenta a una Castellanos en plena madurez, enfrentando las tensiones entre su vida personal y su desarrollo profesional como escritora, intelectual, catedrática, feminista y diplomática. Su narrativa expuso las estructuras de poder de las violencias y desigualdades que vivían las comunidades indígenas, así como las que experimentaban las mujeres de su tiempo. Su obra ensayística planteó una revisión crítica sobre el quehacer literario de su época y una aguda reflexión sobre las problemáticas educativas, sociales, políticas y económicas.

“Un cielo sin fronteras” invita a mirar el mundo a través de sus ojos, a redescubrir su figura desde una perspectiva cercana, profunda y reveladora. Su voz sigue interpelando a nuevas generaciones de lectoras y lectores, con una obra que combina sensibilidad, rigor y un pensamiento crítico que no ha perdido vigencia. Ejemplo de ello son Diana del Ángel, Sara Uribe, Andrea Reyes, Jazmina Barrera y Olivia Teroba, escritoras, académicas e intelectuales, cuyo trabajo ha dialogado con la obra de Castellanos.

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