Vie. Ago 1st, 2025

«El Gato de Chesiré es el filósofo de la historia –Alicia en el País de las Maravillas–, es el que hace pensar a Alicia […] La historia de Alicia es muy filosófica, entonces por eso se llama El Gato de Alicia […] Todos somos Alicia, todos estamos en una búsqueda, todos estamos en un mundo que no entendemos y de ahí nació la idea».

Mariluz Barrera González es psicóloga y maestra en filosofía… su interés por estas áreas se fusionó para fundar El Gato de Alicia, una biblioteca donde no sólo hay libros, también hay análisis, cuestionamientos y mucho más.

La filosofía y las bibliotecas siempre han tenido una conexión y además estas ya no solo son estantes con libros, sino centros culturales donde se hacen diversidad de actividades.

«La filosofía práctica es muy nueva, el reto es que la filosofía se lleve a lo práctico»… Y esta labor es la que lleva a cabo en su biblioteca.

«El Gato de Alicia» existe desde el 2014, en ese entonces, en Campeche; sin embargo, tres años después de estar ahí se trasladó a Mérida, donde hasta ahora se encuentra. «Decidimos mudarnos porque la respuesta ahí no fue como queríamos y teníamos un Facebook en el que recibíamos muchos mensajes de Mérida, de gente que nos decía que quería que estuviéramos aquí».

Al principio la respuesta fue muy buena, recuerda; la primera actividad que realizaron fue un taller de escritura terapéutica que «fue un éxito».

La existencia de bibliotecas como ésta, que no son solamente para ir a buscar libros, sino también para crear espacios de encuentro con otras lectoras y lectores, así como con actividades que fomenten la lectura, el pensamiento crítico y la filosofía misma, para Mariluz es fundamental porque permite que la cultura exista fuera del sistema.

«La cultura no debe estar en manos del sistema, esa es mi filosofía, porque el sistema se va a enfocar en lo que considere prioritario y todo lo que sea humanidades, desarrollo crítico e incluso cuestiones espirituales para el sistema no es prioridad».

Desde su visión, esta falta de interés del sistema en la cultura se traduce en la necesidad de contar con espacios autogestivos, que surjan de la sociedad, para crear estos espacios de conversación, reflexión, análisis y, en general, abonar a la cultura.

A pesar de que la gente se pregunta para qué existen las bibliotecas si en Internet se puede encontrar todo, ella mira que precisamente en el encuentro se propician análisis y críticas necesarias para la cultura.

A este proyecto «lo sostiene la comunidad», por eso es público y comunitario, aunque al mismo tiempo es un espacio privado, ya que se encuentra dentro de su hogar. Y aunque propicia el encuentro en la biblioteca, percibe que la gente cada vez se queda más en espacios virtuales.

El problema con la lectura es que leer está de moda y cuando el libro se vuelve un producto el lector lo que quiere es comprar libros, no leerlos. Hay que diferenciar muy bien que el que compra libros no necesariamente es lector».

Explica que detrás de la industria de la lectura hay un tema sobre el cual se enfrentan las bibliotecas que considera que es necesario resistir y regresar un poco a lo físico, no solamente en libros, sino también en películas, discos, etćetera. «La verdadera resistencia es regresar a lo físico y reivindicar».

Como psicóloga, concientiza que la soledad tiene muchas consecuencias en la salud y salud mental, por lo que contar con espacios que permitan que una actividad que se realiza en solitario -la lectura- se convierta en colectiva, es una acción muy importante que realizan las bibliotecas.

«¿CÓMO vamos a resistir? ¿Cómo vamos a crecer? ¿Cómo vamos a salvar el mundo… si no lo hacemos juntos?».

¿La cultura tiene que ser gratuita?

La crisis que viven las bibliotecas, apunta, no solamente ocurre por la virtualidad, sino también porque la gente considera que la cultura siempre debe ser gratuita. Sin embargo, ella concientiza que quien imparte, por ejemplo, un círculo de lectura, no solamente está invirtiendo tiempo y conocimiento, sino que también está poniendo otros recursos como: electricidad, espacio, Zoom (si además es virtual), entre otros que hacen posible su existencia.

Existen espacios públicos que sí deben gratuidad a las personas, por su naturaleza; sin embargo, también existen sitios como El Gato de Alicia, donde los esfuerzos vienen desde la ciudadanía y su existencia y resistencia depende precisamente de las actividades que realizan.

Talleres, círculos de lecturas y una membresía (anual o semestral) para pertenecer a la biblioteca son algunos de los servicios que ofrecen y que hacen posible este intercambio cultural, promoción de la lectura, espacios para el análisis…

«Nuestro reto es crear lectores de biblioteca».

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