A todos los emprendedores les encantaría tener una oficina propia, café calientito y básicamente un lugar que permita concentrarse ante ese proyecto donde está dejando corazón y alma por su sueño, pero las ventas todavía no dan para eso, y se necesita el espacio, sobre todo para salir de casa, ver a otras personas, recolectar opiniones sobre lo que se está haciendo, generar sinergias, incluso tomarse un café con un desconocido y comentar sobre el clima porque socializar carbura la creatividad.
Una solución a la insuficiencia de presupuesto son los espacios llamados coworking (espacios de trabajo cooperativo) donde se reúnen diversos emprendedores, comparten una barra de trabajo, disponen de una oficina o sala de juntas, internet poderoso, café y otras amenidades; sin pagar una renta y los servicios que se lleve todas las ganancias del mes.
La falta de exclusividad de instalaciones propias de un negocio lejos de verse como un déficit de capital o de infraestructura para el negocio, se debe visualizar como una ventana de interacción con clientes potenciales y reuniones de trabajo productivas, es repensar el negocio intercambiando conocimientos con un extraño que puede tener la clave para mejorar un emprendimiento juntos o realizar un proyecto que beneficie a ambos, sin invertir un peso, sólo talento, conocimiento, que hoy por hoy son la base de la economía.
Ciudades como México, Monterrey, Puebla, Querétaro, desde hace tiempo ya cuentan con este tipo de espacios, y en Mérida ya empezaron a tomar cierto auge desde lo público y lo privado, por ejemplo el Instituto Yucateco de Emprendedores cuenta con el suyo, y sus costos son extremadamente accesibles, pero también hay otros espacios como el Orden del Caos donde el espacio se paga con el consumo en el lugar de alimentos y bebidas.
Emprendedor, tienes que salir a tomar el aire, llenarte de otras personas, crear en conjunto, hacer comunidad para avanzar más rápido ¡intentalo!