Cuando Enrique decidió vender la casa donde creció, pensó que bastaba con ponerle precio a sus recuerdos. “Vale mucho”, se decía, mirando el árbol que su padre plantó en el jardín hace más de veinte años. Pero pronto descubrió que en el mundo inmobiliario, el valor sentimental y el valor de mercado no siempre hablan el mismo idioma.
Ahí comenzó su verdadero aprendizaje.
Jesús Ruiz Vázquez, director divisional metropolitano de Tasvalúo, lo explica con claridad:
“El valor comercial de un inmueble es el precio estimado que dicho activo puede alcanzar en el mercado inmobiliario, considerando tanto sus características físicas como el contexto económico y social donde se encuentra.”
En otras palabras, no basta con querer vender: hay que entender cuánto vale realmente tu propiedad.
Para llegar a esa cifra, los valuadores analizan una larga lista de factores: la ubicación, las dimensiones del terreno, el estado físico, la plusvalía, el tipo de uso de suelo y, por supuesto, los precios de casas similares en la zona. Todo ello forma parte de una radiografía técnica que revela el valor real de una vivienda en ese momento y lugar.
Jesús también aclara algo que muchos propietarios confunden: el valor comercial no es lo mismo que el valor catastral o fiscal. Este último se usa con fines tributarios, como calcular el impuesto predial, y suele representar solo un porcentaje del valor comercial.
Estrategia y mercado: el arte de fijar el precio
Con toda esa información en mano, Laura pensó que ya tenía su respuesta. Pero faltaba un paso más: decidir el precio de venta.
“El valor comercial es el precio real de mercado de la propiedad”, explica Ruiz Vázquez. “Es decir, el monto que el mercado estaría dispuesto a pagar por ella en condiciones normales.”
El precio de venta, sin embargo, suele jugar con otros factores: promoción, competencia, y un poco de estrategia. A veces se establece ligeramente por debajo del valor comercial para atraer compradores o destacar frente a otras ofertas. Puede incluir descuentos, facilidades de pago o incentivos, pero esas estrategias no cambian el valor real del inmueble.
Como resume el experto:
“El valor comercial no es igual a un precio de vivienda con promoción, sino que el precio promocional se deriva del valor comercial aplicando descuentos o condiciones especiales para la venta.”
El punto justo entre la emoción y el mercado
Al final, Enrique comprendió que vender una casa no es sólo cerrar un trato: es equilibrar la razón y el corazón. El precio ideal parte del valor comercial, pero debe adaptarse a las condiciones del mercado, la competencia y los objetivos personales del vendedor.
Porque ponerle precio a una casa no se trata solo de números. Se trata de entender su historia… y saber cuánto está dispuesto el mundo a pagar por ella.
ENTRADAS RELACIONADAS

