La última milla está llena de personas y, por una semana, fui una de ellas. Entre otras razones para hacerlo, estuvo escribir esta crónica.
¿Cuánto habrá recorrido cada paquete para llegar hasta mis manos que serán las afortunadas de entregarlos en su destino final? Algunos más y otros menos. Esto pienso mientras yo recorro unos 60 kilómetros entregando paquetes en este último pedacito que les falta para llegar… Las primeras personas en tocar esos paquetes para hacer posible su llegada, no tienen la fortuna de entregarlos directamente.
Pero antes de llegar hasta cada entrega, en esa última milla, también hay un recorrido… En mi caso, cubrí rutas como lo que suelen nombrar «Driver«: realicé entregas con mi propio automóvil, contratada a través de una empresa: TECLO Logística.
Por supuesto que para poder entregar paquetes, primero necesitas tenerlos, así que lo primero que ocurre en cada ruta es que acudes a las instalaciones a cargar tu vehículo; sin embargo, esto no se hace de manera aleatoria, en el momento que desees o sin organización.
Mi turno para ingresar a la estación a tomar mis paquetes era a las 4:15 p.m., por lo que llegaba a las 4:00 a las instalaciones ubicadas cerca del Fraccionamiento Las Américas. Ahí siempre iban llegando más autos que se enfilaban para esperar a la hora de ingreso, aunque la verdad durante esa semana la hora (casi) nunca se cumplió con exactitud, más bien acabábamos cargando alrededor de las 5:00 p.m., en el peor de los días comenzó a las 5:30 aproximadamente.

Cabe decir que existe una app que te acompaña en cada ruta, desde que llegas a cargar, hasta que finalizas tu ruta. Sin embargo, no puedes utilizar esta hasta estar en la estación para cargar tus paquetes y, aunque te capacitan para saber usarla, lo primero que enfrenté al llegar a este trabajo fue: ansiedad.
Me daba mucho temor no usarla adecuadamente, fallar y afectar las entregas. Pero todo esto se calmó cuando al llegar, Axel Ramírez, quien me había contratado mediante su empresa TECLO Logística estaba allí y me dijo que estarían ahí para apoyarme.
Un acto que puede parecer pequeño, pero que hizo la diferencia; no solamente porque me ayudarían con la app, sino porque también me presentó a Flavio Pat, quien me acompañaría en esas primeras entregas y en los próximos días. Pero ya llegaremos ahí.
Siguiendo con el proceso de carga, que tomaba un estimado de 30 minutos, mientras ubicabas tus paquetes asignados y los subías a tu automóvil, la ruta comenzaba idealmente a las 4:45 p.m., en la mayoría de las ocasiones alrededor de las 5:30 p.m.
Y ahora sí, este es el momento en el que finalmente tus paquetes recorren el último tramo que les falta hasta tu domicilio; sin importar si venían desde China, Malasia, Estados Unidos, o cualquier otro lugar, ya se encuentran a tan solo unos kilómetros de ti.

Ahora sí, a entregar paquetes
El primer paquete que (no) entregué fue horrible. Era la primera casa que visitaba, le avisé por mensaje que íbamos en camino (Flavio, quien me capacitaba, y yo)… Cuando llegamos gritamos «buenas tardes, Amazon» como siempre que llega un paquete a la puerta de tu casa, pero ante la falta de respuesta, le llamamos por teléfono. Enojo. Fue lo que recibí, me regañó diciendo que llevaba todo el día esperando su paquete y habíamos llegado justo cuando ella no estaba, que se lo lleváramos a las 9:00 p.m.
En ese momento, yo desconocía lo mucho que puede tardar una ruta. Entonces pensé burlonamente dentro de mí que a las 9:00 yo estaría acostada en mi cama. Más tarde descubriría que eso era mentira.
Es muy curioso que particularmente en Amazon, para quien yo trabajé, tienen una porra que dice:
¿Quiénes somos?
¡Rabbit en ruta!
¿Qué entregamos?
¡Sonrisas!
¿Cómo terminamos?
¡Siempre al 100!
Sin embargo, en ese primer momento, no solamente no logré entregar una sonrisa, sino que además recibí todo lo contrario. Debo confesar que se sintió como el anuncio de una derrota anunciada para toda la ruta de ese día. A pesar de eso, no fue así.
Ese mismo día, al llegar a un domicilio que no lográbamos ubicar con claridad, le llamamos por teléfono a la dueña del paquete, casualmente se encontraba atorada en el tráfico justo en frente y nos explicó cuál era su casa desde donde estábamos… E incluso se rió junto con nosotros porque me vio tropezar.
También el último día que realicé entregas hubo un señor que, al tomar de mi mano su paquete el domingo alrededor de las 7:00 de la noche, expresó mucha gratitud diciendo «gracias por venir hasta aquí en domingo a esta hora». De nuevo, un pequeño gesto que podría parecer sin importancia, pero que entre las vueltas, el cansancio, el tráfico, el dolor de espalda y las inundaciones por estos días de lluvia, cobra mucha relevancia.
A mí no me tocó, pero Flavio me ha contado que también hay gente que les regala agua o Coca, especialmente en las tardes cuando la gente se da cuenta de que hay mucho calor para estar haciendo entregas.
Llevarte un paquete implica por lo menos 5 horas del trabajo de alguien, que a veces trabaja dos o más jornadas porque combina este empleo con otro/s; o si es alguien que se dedica a esto puede llevarle entre 8 y 12 horas diarias entregando paquetes.
Mi jornada que comenzaba a las 4:00 terminaba como máximo a las 10:00 entregando paquetes, pero si tenía un paquete que no me recibieron, significaba que debía volver a la estación, por lo que se agregaba media hora más de trayecto para allá, más la entrega, más el retorno a casa; es decir, estaba de vuelta hasta las 11:30 p.m. aproximadamente. El día que llegué más temprano fue alrededor de las 9:00 p.m.
Así que la próxima vez que recibas un paquete, recuerda que una sonrisa, tu gratitud, un gesto amable, pueden ser muy importantes para la persona que está haciendo todo lo posible por llevar el paquete hasta ti, incluso si llueve, incluso si hay mucho calor.
Lo más significativo para mí en esta experiencia
Para mí, desde el privilegio de elegir, esta experiencia fue muy enriquecedora en muchos sentidos. Para empezar, me ayudó a tener mayor noción de en dónde estoy, pues siempre me ha resultado muy complejo ubicarme y una semana puede ser muy poco, pero manejando en promedio 6 horas cada día, les aseguro que me fue útil.
Además, también me ayudó a vencer el miedo de manejar con lluvia o inundaciones, vaya que atravesamos lagunas. Y, en general, mejoró mi destreza al volante, incluso ahora me considero experta esquivando baches (otras personas podrán juzgar lo contrario, pero yo me siento una máster).
Pero lo más importante de todo, es que me regaló la presencia de Flavio en mi vida. Desde hace un par de años, pongo sobre la mesa la conversación de cómo en la vida adulta los espacios para encontrar amistades nuevas decrecen enormemente, por no decir que desaparecen. Por eso, ahora, cada oportunidad de encontrar a alguien con quien conectar, que te permita escuchar y ser escuchada, que abra las puertas de su corazón, de confianza e intimidad, me parecen invaluables. Y en tan solo unos días, puedo decir que encontré a alguien que quiero que permanezca en mi vida y es una razón enorme para estar agradecida con esta experiencia.
ENTRADAS RELACIONADAS