A cinco años de la COVID-19, ¿cómo estamos?

El 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la covid-19 como una pandemia. Desde entonces, la humanidad ha enfrentado una crisis sanitaria global sin precedentes, con millones de fallecimientos y consecuencias sociales, económicas y políticas de gran magnitud.

Cinco años después: ¿estamos mejor preparados para una pandemia?.

Mañana se cumplen cinco años desde que la pandemia fue declarada y entonces surge la pregunta: ¿hemos aprendido lo suficiente para afrontar una nueva pandemia? La respuesta no es sencilla. Aunque en algunos aspectos hemos avanzado, en otros seguimos igual de vulnerables.

Lo que hemos aprendido

Uno de los mayores logros durante la crisis sanitaria fue la aceleración del desarrollo científico. Nunca antes se había invertido tanto esfuerzo en la colaboración entre el sector público y privado para crear vacunas en tiempo récord. La tecnología de ARN mensajero no solo permitió la creación de vacunas contra el SARS-CoV-2, sino que ha abierto nuevas posibilidades en la medicina, incluyendo tratamientos para otras enfermedades infecciosas e incluso el cáncer.

También se fortaleció la vigilancia epidemiológica y la importancia del enfoque de «Una Salud», que reconoce la interconexión entre la salud humana, animal y ambiental. Ejemplo de ello fue el control de la epidemia de Mpox (viruela del mono) en 2022 y el monitoreo constante de la gripe aviar H5N1.

Los retos pendientes

A pesar de estos avances, persisten grandes desafíos. En muchos países, la pandemia evidenció la fragilidad de los sistemas de salud, la falta de inversión en investigación y la desigualdad en el acceso a tratamientos y vacunas. En México, por ejemplo, el virus dejó más de 300 mil muertes confirmadas y un impacto devastador en comunidades con menos acceso a servicios médicos.

La desinformación sigue siendo una amenaza. Durante la pandemia, se propagaron teorías conspirativas, desconfianza en las vacunas y un aumento en movimientos negacionistas que dificultaron la respuesta sanitaria. La «infodemia» no solo persiste, sino que parece estar en aumento, lo que subraya la necesidad de mejorar la comunicación científica y la educación en salud pública.

El virus sigue mutando

Aunque la COVID-19 ya no es considerada una emergencia sanitaria mundial, el virus no ha desaparecido. Hoy, variantes como KP.3.1.1 y XEC predominan a nivel global y nacional, demostrando que el SARS-CoV-2 sigue evolucionando. A más contagios, mayor replicación y mutación, lo que podría dar lugar a nuevas olas de infección si la vigilancia epidemiológica se relaja.

La vacunación sigue siendo clave para reducir la gravedad de la enfermedad y la mortalidad, especialmente entre poblaciones vulnerables como adultos mayores y personas con comorbilidades. Sin embargo, la fatiga pandémica ha reducido las tasas de inmunización en algunos sectores de la población, lo que representa un riesgo latente.

Prepararnos para el futuro

El reto no es solo enfrentar la próxima pandemia, sino prevenirla. Esto implica fortalecer los sistemas de salud, garantizar financiamiento sostenido para la investigación, mejorar la comunicación de riesgo y fomentar la cooperación global. No podemos darnos el lujo de repetir los errores del pasado.

La salud ya no es solo un asunto individual, sino global. Solo con ciencia, cooperación y un enfoque integral podremos estar mejor preparados para lo que viene.

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