Aunque el cáncer cérvicouterino es una de las enfermedades ginecológicas más prevenibles, continúa siendo una de las principales causas de mortalidad en las mujeres –a nivel mundial–, así lo dio a conocer la ginecóloga Verónica Rembis Sáinz.
Que el cáncer de cuello uterino sea prevenible requiere de responsabilidad, por ello la especialista sugiere tres acciones fundamentales: vacunarse, realizar controles ginecológicos de manera periódica y seguir las recomendaciones médicas en caso de anomalías detectadas.
«La prevención no debe verse como una obligación aislada, sino como una herramienta para cuidar la salud, preservar la fertilidad y garantizar calidad de vida».
Primera acción: Vacúnate
La especialista informó que la vacuna contra el Virus del Papiloma Humano (VPH) es muy eficaz en la prevención del cáncer de cérvix, pues en la mayor parte de los casos es este virus el causante del padecimiento.
Actualmente, existen vacunas que recomienda aplicarse entre los 9 y 13 años, antes de que las niñas inicien una vida sexual activa, pues la eficacia en estos casos alcanza hasta 99% en la prevención de lesiones precancerosas, así como del cáncer de cuello uterino.
Esta vacuna, no solamente protege a quienes la reciben, sino que aporta para reducir la circulación del VPH en la población en general.
Segunda acción: Detección oportuna
Después de la prevención, la segunda acción más importante es la detección oportuna, pues permite identificar alteraciones en el cuello uterino cuando todavía es posible reducir riesgos de que se conviertan en cáncer.
Actualmente, existen dos pruebas que permiten detectar el VPH: el Papanicolau y la prueba de VPH. El primero se recomiénda entre los 21 y los 30 años –por lo menos cada dos años– y permite identificar células anormales en el cuello uterino antes de que éstas se vuelvan cáncer. La segunda se sugiere a partir de los 30 años y hasta los 65, ésta detecta de forma directa la presencia del virus.
Tercera acción: Tratamiento
En los casos donde la revisión revela que existen alteraciones, entonces la intervención de las lesiones precancerosas se vuelve fundamental para evitar que éstas evolucionen hacia el cáncer.
Algunos de los tratamientos que mencionó la ginecóloga son:
- Crioterapia (frío): se congela el tejido afectado.
- Terapia térmica (calor): destruye las células dañadas.
- Conización o ablación: se extrae o destruye la parte del cuello uterino afectada.
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