- En 1940, el presidente Lázaro Cárdenas oficializó el 24 de febrero como Día de la Bandera
El lábaro patrio es un símbolo de unión que cada generación se apropia de manera diferente y trata de hacerlo suyo para manifestar sus ideas y la necesidad de mejorar como sociedad, considera el investigador del Instituto de Investigaciones Históricas, de la UNAM, Alfredo Ávila Rueda.
La bandera ha cambiado históricamente y lo que representa también, junto con los demás símbolos patrios que surgieron en un momento determinado y que probablemente desaparecerían, como ha ocurrido en otros momentos de la historia, porque de eso trata el cambio constante, explica el autor del “Diccionario de la Independencia de México”.
Entrevistado con motivo del Día de la Bandera, el doctor en Historia recuerda que, como todos los signos nacionales, la bandera, el himno y el escudo se crearon en un ambiente bélico, por lo que hay ocasiones en que las nuevas generaciones no reconocen su significado, y como ejemplo también está la frase original del himno “la sacra bandera ¡Mexicanos! Valientes seguid”, que varias personas no entienden hoy.
El lábaro tiene un valor simbólico junto con el himno nacional y el escudo; están reglamentados y forman parte de la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales, además de entender qué simbolizan en distintos contextos.
Los signos pueden ser el mismo objeto, aunque sabemos que se han modificado; sin embargo, el contexto muta, se transforma y nos hace darle significado distinto, por ejemplo, los colores de la bandera. En la primaria se enseña que el verde es la esperanza, el blanco la unidad y el rojo la sangre de los héroes; pero en el siglo XIX hacían referencia a la religión, la independencia y la unión, es decir, las famosas tres garantías de Agustín de Iturbide, precisa.
“Sabemos que Agustín de Iturbide para la historiografía liberal, desde la segunda mitad del siglo XIX, y luego en el siglo XX, es ese personaje que más valdría olvidarlo, y entonces había que cambiar el significado de los colores de la bandera”, comenta Ávila Rueda.
El especialista rememora que el lábaro patrio ha tenido múltiples modificaciones. La de 1934 es considerada parte de la legislación para los símbolos patrios, la cual fue aprobada ese año y modificó el trazo del Escudo Nacional. En 1940 el entonces presidente Lázaro Cárdenas oficializó el 24 de febrero como Día de la Bandera.
Sus significados, acota, evolucionan de manera oficial y oficiosa, pero también de manera popular, pues la bandera de México está identificada hoy con el país, y una serie de elementos menos guerreros de los que tenía originalmente; ya nadie piensa en envolverse en ella, como se decía en el siglo XIX para defender a la patria.
“El Ejército y la Armada conservan esa fuerza y significado, pero para la mayoría de la gente la bandera aparece en septiembre asociada con los festejos de la Independencia, es decir, con fiestas y una serie de elementos de la llamada fiesta mexicana: la música, la comida, cosas tradicionales; además de las competencias internacionales como el futbol, las olimpiadas del conocimiento y otro tipo de competencias como representación de la nación mexicana”, expone Ávila Rueda.
El experto añade que en la mayoría de los países ha representado posiciones ideológicas, como recientemente en Argentina y Brasil, donde la derecha se había apropiado de la bandera, algo impactante para la población con simpatías más sociales. Significa que aquellos que no se identifican con esa causa política quedaban excluidos en ella.
Por ejemplo, en 1991, cuando Uruguay ganó un campeonato internacional de futbol después de muchos años, para varias personas fue complicado salir a celebrar a las calles con su bandera, pues se trataba de un símbolo de la dictadura que había sido apropiado por la dictadura.
En México lo que tenemos ahora no son intentos de apropiación por parte de algún grupo, sino que recurren a la bandera y la modifican para manifestar sus demandas y su inconformidad. Especialmente lo vimos hace tres años en aquella gran marcha feminista que hubo en la Ciudad de México, en la que se mostraron algunas que en el lugar del color rojo usaron el morado o violeta. No se apropiaban de la bandera mexicana, sino que la recuperaron y le dotaron de un elemento de identidad propia del feminismo, abunda el universitario.
Artículo publicado originalmente por Gaceta UNAM